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viernes, 29 de julio de 2011

El timo de la botella


"Bueno es saber que los vasos
nos sirven para beber;
lo malo es que no sabemos
para qué sirve la sed".
Proverbios y cantares.XLI. Antonio Machado

Si hoy en día hay un elemento imprescindible para poder comenzar una reunión , congreso o cualquier otro tipo de actividad profesional, no es el blog de notas, el lapicero o el iPad, sino la botella de agua. Los despachos y los aeropuertos, los bolsos y las salas de reuniones, rebosan de todo tipo de botellas, imprescindibles por lo que se ve para poder trabajar o incluso vivir. En el extremo del despropósito, hay tipos que buscan afanosamente una máquina expendedora de botellas de agua cuando llegan al aeropuerto, que deben después tragar apresuradamente para poder pasar el punto de control.
La idea de que beber continuadamente ( entre 6 y 8 vasos según el NHS , al menos dos litro de agua al día según otras fuentes) se ha introducido en la cultura popular moderna de forma generalizada.
Incluso existe una iniciativa ( Hydration for Health) destinada a promover el consumo de agua, con congreso anual y todo. ¿Dónde se celebra el congreso? En Evian, Francia ( nombre de una prestigiosa marca de aguas). ¿Quién la patrocina? Danone, la multinacional alimenticia, que comercializa entre sus productos más rentables diferentes marcas de agua. ¿Cuánto representa? Es difícil saberlo, pero según la web del British Bottled Water Producers es sin duda alguna un floreciente negocio, con más de 33 litros anuales de consumo de agua embotellada en Reino Unido, cifra que aumenta de año en año.
Sin embargo no hay evidencia alguna de que beber más agua en personas sanas sirva para algo más que llenar los bolsillos de los accionistas de las empresas que comercializan agua. Margaret McCartney, una médico general que trabaja en Glasgow publicaba hace unas semanas una interesante revisión sobre el asunto ( Waterlogged?) en el British Medical Journal. En él repasa los argumentos de los defensores de la citada moda, y la contrasta con los estudios existentes en las revistas científicas con revisión por pares ( en las pseudocientíficas de patrocinio industrial hay lógicamente muchos artículos a favor de la idea). Y la conclusión final es que no existen pruebas suficientemente sólidas para aconsejar a nadie sano ( ya sea niño, anciano, mujer o adolescente) beber agua cuando no se tiene sed. McCartney cuenta en su artículo una anécdota interesante. El profesor Stanley Goldfarb,nefrólogo de la Universidad de Pennsylvania publicó en 2008 en el Journal of the American Society of Nephrology un editorial cuya conclusión principal era que respecto al consumo de agua no existen evidencias científicas sólidas. Poco tiempo después de su publicación, el profesor Goldfarb fue contactado por dos representantes de Danone, quienes “amablemente” le invitaron a cenar. Como dice McCartney “ no intentaron disuadirle de sus puntos de vista, pero le mostraron confidencialmente unas gráficas en que se comprobaba la disminución de sus ventas después de la publicación de su editorial”.
Es normal que las empresas utilicen todo tipo de argucias para vender sus productos. Lo que no lo es tanto es que instituciones “aparentemente” neutrales, que deben velar por preservar la salud de los ciudadanos en función del conocimiento existente ( se llame NHS, Ministerio de Sanidad o Consejería de salud) fomenten la difusión de prácticas que no tienen fundamento alguno, al considerar que todo lo que implique prevención es intrínsecamente bueno.
Los mismos departamentos o Direcciones generales que incluyen entre sus prioridades la lucha contra el cambio climático y la preservación del medio ambiente, fomentan el consumo de agua con el incremento de residuos que genera.
Yo de momento, cada vez que me ofrezcan agua en una reunión voy a decir No, gracias. En este caso el proverbio de Machado estaba equivocado. Claro que nos sirve la sed. Para saber cuando hay que beber.

4 comentarios:

  1. Otro post muy necesario. Lo que en él se comenta es perfectamente constatable en el día a día.
    Estamos ante dogmatismos antifisiológicos curiosos: no comer aunque se tenga hambre y beber aunque no se tenga sed. A la vez que tonterías tipo Dunkan se convierten en best sellers, es obsesivo ese afán señalado en el post por convertirnos en dipsómanos, pero no de agua de grifo sino de agua embotellada. Es claro el interés comercial y al respecto son curiosas las catas de aguas que ya se hacen. ¿Qué ofrecerían en esa cena los de Danone? ¿vino?
    Hace años ese interés se mostraba con mayor claridad, por ejemplo en el mundo de los refrescos; se decía al anunciar “Fanta” que “da gusto tener sed”, entendiendo que nadie bebería en caso de no tenerla. La obligación de beber sólo se adquiría en la práctica cuando se optaba por ir “a tomar las aguas” pretendidamente terapéuticas en balnearios. Ahora, el anuncio hidroterápico se hace a través de la “ciencia médica”, abundando los compañeros que insisten en que los viejos se traguen los dos litros de agua diarios, por obligación, como medicina, como si eso los fuera a hidratar de verdad tersándoles la piel y mejorando sus riñones.
    Estamos ante la utilización de un mito que facilita que la sociedad acoja un consejo así, pues el agua limpia, purifica. ¿Por qué no nos había de purificar también a nosotros por dentro? De hecho, se llegó a afirmar que el agua de una marca determinada disminuía los niveles de LDL-colesterol, es decir, que beber mucho hasta nos libera de esa atroz carga del colesterol malo, haciendo que una sangre más líquida, más acuosa, fluya mejor por nuestros vasos sanguíneos. Y para que purifique, el agua misma ha de ser pura: comercial o pasada por artilugios filtrantes o incluso haciendo lo claramente imposible: magnetizándola. En cualquier caso, tomada así será siempre más barata que ingerida en píldoras homeopáticas, como agua con memoria.

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  2. No puedo estar más de acuerdo, me ha encantado la entrada, pero ¿sabes una cosa? Me ha entrado una sed tremenda!! (qué cosas... y eso que soy de las que no bebo casi nada).
    Un abrazo!

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  3. Muchas gracias una vez más Javier.
    Los restaurantes de lujo incluyen ya cartas de aguas a precios altos.
    No niego la capacidad de determinadas personas tener tan desarrollado el sentido del gusto y olfato como apreciar diferencias entre marcas diferentes, como tampoco niego la capacidad de algunos de identificar ese remoto aroma a vainilla en determinado vinos que yo no percibo ni con el mayor esfuerzo.
    Pero dudo mucho de que la mayor parte de los clientes pueda diferenciar una de otra más allá del hecho de que la forma de la botella sea diferente.
    Lo pongo como ejemplo de la aceptación de hechos tan ridículos como imposibles simplemente por estar de moda.
    Peor aún es el que supuestos profesionales de la salud colaboren en estoe ejercicios generales de timo, como son esas aguas que disminuyen el colesterol.
    Todo ello contribuye a crear un estado general de percepción que cada vez más cosas son imaginarias.
    saludos

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  4. Muchas gracias Rosa.
    Pues en ese caso no dudes de tus percpeciones. Si tienes sed, disfruta del agua ( hay pocas sensaciones más placenteras).
    Pero nunca es lo mismo que cuando bebes sin sed ( cuerioso grupo por cierto)
    Un abrazo

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