Richard Dawkins, el provocador profesor de Zoología de Oxford, y bestia negra de los creacionistas por sus denodados esfuerzos por cuestionar las creencias religiosas desde un punto de vista científico ( léase The Delussion of God ), relativizó mucho nuestra relevancia como especie, al formular su teoría del gen egoísta ( (The selfish gene), según la cual en el fondo no somos más que “ máquinas de supervivencia, autómatas programados a ciegas con el fin de perpetuar la existencia de los egoístas genes que albergamos en nuestras células”. En definitiva, aunque nos creamos llamados a grandes y altruistas empresas, parece que en el fondo no somos más que inocentes autómatas en manos de nuestros despiadados genes.
Para aliviar tanto desasosiego han llegado un grupo de investigadores de UCLA, en que “parecen” haber descubierto el llamado gen del optimismo, jaleado por los entusiastas del pensamiento positivo. Buena noticia para la industria del optimismo y sus gurús, una de las más prósperas en esta época tenebrosa.
Sin embargo, cuando se rasca un poco en el contenido del trabajo de Shimon Saphire-Bernstein y compañía en la prestigiosa PNAS, parece que aún queda algo de trecho para noticia tan ¿esperanzadora?. Lo que defienden en su trabajo es haber descubierto una relación entre el receptor de oxitocina (OXTR) SNP rs53576 y los recursos psicológicos (optimismo, autoconfianza y autoestima), de forma que a los que el destino condenó a tener el alelo “A”, tendrán menores niveles de dichos recursos ( ya sean A/A o A/G) que los homocigotos G/G. Malas noticias para lo asiáticos, que parecen dotados con mayor frecuencia que los occidentales del temible alelo A.
Los autores definen el optimismo como “la extensión con que la gente tiene expectativas favorables con respecto al futuro”. Si nos atenemos a la misma, el pesimismo endógeno que se tiene en España respecto a la situación general del país, y especialmente la económica, quizá se deba solamente al maldito alelo A, que posiblemente esté muy extendido entre nuestro material genético ( tal vez una prueba indirecta de que nuestro origen es asiático).
El grupo de Saphire-Bernstein establece el nivel de estas tres cualidades (optimismo, confianza en uno mismo, autoestima) mediante el uso de otras tantas escalas ( Life- Orientation Test para el primero, la escala Pearlin Mastery para la segunda y la escala de autoestima de Rosenberg para la tercera). Según los autores las tres cualidades están estrechamente relacionadas con la salud ( especialmente la mental), hipótesis que sigue estando cuestionada. Los propios autores reconocen las evidentes limitaciones de su estudio: su diseño descarta una conclusión definitiva respecto a la asociación causal entre el polimorfismo del OXTR, los recursos psicológicos y la depresión.
Como señalaba Barbara Ehrenreich en su imprescindible Brighted Sided ( (how positive thinking is undermining America) , del que ya hablamos aquí, la carga de la prueba vuelve a estar del lado del que sufre las circunstancias adversas en su vida, que o bien nació con deficiencias genéticas o bien no se esfuerza lo suficiente en su optimismo.
Poco importancia tiene saber que en el periodo entre 1981 y 2003 30 millones de trabajadores americanos a tiempo completo pedieron sus trabajos por regulaciones empresariales diversas, según contaba Louis Uchitelle en The Disposable American ( la América de usar y tirar). O comprobar que la brecha entre los más poderosos y los más débiles aumenta cada día: si el ratio de retribución entre un consejero delegado y un trabajador aumentó del 24:1 en 1965, al 300:1 en 2000 (como señalaba Robert Frank en su Richistan) ¿ cuanto habrá aumentado en esta última década, en la que los miembros de los consejos de administración se asignan indemnizaciones millonarias a pesar de dejar a sus empresas en la ruina?
Cuando es tan evidente, como hoy en día, la importancia de las circunstancias ambientales en el optimismo de la gente, en su autoestima, o en su propia confianza en superar las adversidades, las permanentes llamadas a la necesidad de mejorar el optimismo (cuando no su dotación genética) no deja de resultar insultante. En estas circunstancias , como decía el personaje de Milan Kundera en The Joke no queda menos que pensar que el “optimismo es el opio del pueblo”.
Para aliviar tanto desasosiego han llegado un grupo de investigadores de UCLA, en que “parecen” haber descubierto el llamado gen del optimismo, jaleado por los entusiastas del pensamiento positivo. Buena noticia para la industria del optimismo y sus gurús, una de las más prósperas en esta época tenebrosa.
Sin embargo, cuando se rasca un poco en el contenido del trabajo de Shimon Saphire-Bernstein y compañía en la prestigiosa PNAS, parece que aún queda algo de trecho para noticia tan ¿esperanzadora?. Lo que defienden en su trabajo es haber descubierto una relación entre el receptor de oxitocina (OXTR) SNP rs53576 y los recursos psicológicos (optimismo, autoconfianza y autoestima), de forma que a los que el destino condenó a tener el alelo “A”, tendrán menores niveles de dichos recursos ( ya sean A/A o A/G) que los homocigotos G/G. Malas noticias para lo asiáticos, que parecen dotados con mayor frecuencia que los occidentales del temible alelo A.
Los autores definen el optimismo como “la extensión con que la gente tiene expectativas favorables con respecto al futuro”. Si nos atenemos a la misma, el pesimismo endógeno que se tiene en España respecto a la situación general del país, y especialmente la económica, quizá se deba solamente al maldito alelo A, que posiblemente esté muy extendido entre nuestro material genético ( tal vez una prueba indirecta de que nuestro origen es asiático).
El grupo de Saphire-Bernstein establece el nivel de estas tres cualidades (optimismo, confianza en uno mismo, autoestima) mediante el uso de otras tantas escalas ( Life- Orientation Test para el primero, la escala Pearlin Mastery para la segunda y la escala de autoestima de Rosenberg para la tercera). Según los autores las tres cualidades están estrechamente relacionadas con la salud ( especialmente la mental), hipótesis que sigue estando cuestionada. Los propios autores reconocen las evidentes limitaciones de su estudio: su diseño descarta una conclusión definitiva respecto a la asociación causal entre el polimorfismo del OXTR, los recursos psicológicos y la depresión.
Como señalaba Barbara Ehrenreich en su imprescindible Brighted Sided ( (how positive thinking is undermining America) , del que ya hablamos aquí, la carga de la prueba vuelve a estar del lado del que sufre las circunstancias adversas en su vida, que o bien nació con deficiencias genéticas o bien no se esfuerza lo suficiente en su optimismo.
Poco importancia tiene saber que en el periodo entre 1981 y 2003 30 millones de trabajadores americanos a tiempo completo pedieron sus trabajos por regulaciones empresariales diversas, según contaba Louis Uchitelle en The Disposable American ( la América de usar y tirar). O comprobar que la brecha entre los más poderosos y los más débiles aumenta cada día: si el ratio de retribución entre un consejero delegado y un trabajador aumentó del 24:1 en 1965, al 300:1 en 2000 (como señalaba Robert Frank en su Richistan) ¿ cuanto habrá aumentado en esta última década, en la que los miembros de los consejos de administración se asignan indemnizaciones millonarias a pesar de dejar a sus empresas en la ruina?
Cuando es tan evidente, como hoy en día, la importancia de las circunstancias ambientales en el optimismo de la gente, en su autoestima, o en su propia confianza en superar las adversidades, las permanentes llamadas a la necesidad de mejorar el optimismo (cuando no su dotación genética) no deja de resultar insultante. En estas circunstancias , como decía el personaje de Milan Kundera en The Joke no queda menos que pensar que el “optimismo es el opio del pueblo”.
(Viñeta de El Roto en El País de hoy)
Todos los integristas que he conocido son pesimistas, bien sean políticos, religiosos .... de cualquier clase, todos son oscuros, pesimistas, antifiestas, antirisa ....
ResponderEliminar"El nombre de la Rosa" describe a uno que es capaz de matar para que el personal no se ría ....
Me da igual lo que digan los que creen que van a encontrar la neurona de la depresión, tengo claro que la risa, el optimismo, la felicidad es lo más revolucionario que hay en esta Vida .... y no está reñido con ser reivindicativo.
Muchas gracias Juana
ResponderEliminarQuizá no me expliqué bien.me encanta la risa y la broma.
Pero creo que lo que necesitamos en situaciones dificiles no son libros de autoayuda diciendo lo bonito que es ser optimista.
Aunque no tengas trabajo, o tengas un cáncer o esté enfermo alguien a quien quieres.
Se necesita (creo) pensamiento crítico, no optimista, esfuerzo y suerte.
Y asumir que la situación en la que estamos no depende ni de tu genetica ni de creerte que todo se soluciona creyendo que las cosas se solucionan solas con "buen rollito"
Estupendo post que recoge un nuevo ataque cientificista al más elemental sentido común. Me llama la atención el hecho de que PNAS, una revista prestigiada efectivamente, no es la primera vez que recoge algo tan estúpido. Ya lo hizo, creo recordar, con la genética de la infidelidad y alguna cosa más. Es lo de siempre, unos tests que son lo que son, una transformación ordinal de algo puramente cualitativo, subjetivo, y una relación de los resultados obtenidos con algún gen que haya por ahí (que siempre lo habrá).
ResponderEliminarMe parece magnífica la expresión “el optimismo es el opio del pueblo”. Es evidente que es bueno ser optimista, especialmente ante las adversidades que muestra la vida, pero esa condición se está tomando como una obligación moral: hay que ser felices, optimistas o al menos, como tantas veces se dice, positivos. Y si uno tiene los malos genes, que entrene con conductistas.
Es sencillamente lamentable que con los tiempos que corren alguien gaste dinero en producir semejantes bodrios pretendidamente científicos. Pero bueno, no es sólo PNAS. No sé si fue precisamente en este blog en el que se recogió hace algún tiempo un trabajo de Science sobre la disminución de atracción sexual en hombres por las lágrimas de chicas impresionadas por películas dramáticas.
Al final, se trata de ser felices o, al menos, saber que si no lo somos será por culpa de nuestros genes, en cuyo caso habrá que esperar la oportuna terapia génica. Y es que si los ricos también lloran, será por algo, será por sus genes.
Muchas gracias de nuevo Javier
ResponderEliminarSi, me sigue pareciendo increible que con lo caro que lo ponene determinadas revistas a un trabajo concoiezudo, laborioso, y quizá poco ambicioso sea tan fácil para ciertos grupos de investigación colocar este tipo de bodrios en las revistas del primer nivel.
Parece como si lo que tuviera que ver con el presunto enfoque "científico" de determinados temas más cercanos a la filosofía que a otra cosa ( el amor, la felicidad, el placer, la envidia, la pasión...) tuvieran patente de corso...simepre y cuando vengan de UCLA, MIT o Harvars claro está.
El problema como muy bien señalas surge cuando una disposición personal dependeinte de mil y un factores ( personalidad, circunstancias ambientales, entorno familiar, alternativas realmente existentes) como es el optimismo se convierte en un imperativo moral, que hace al individuo responsable de su degracia por no ser suficientemente optimista
En cualquier caso para leer sobre felicidad y optimismo sigo prefiriendo a Platón, Schopenhauer o Russell. Escribian mejor