El suplemento de Negocios del periódico el País dedicaba ayer su portada y un extenso reportaje interior al problema de la Desigualdad, tras la reciente publicación del informe de la OCDE sobre la materia (Divided we stand: why inequality keeps rising). Y se titula así porque las distancias entre ricos y pobres, puestas de manifiesto en el anterior informe de la OCDE de 2008 ( Growing Unequal?. Income distribution and poverty in OEDC countries), no han dejado de aumentar, abriéndose cada vez más la tijera de la desigualdad entre los más ricos y los más pobres en el mundo en general, y en España en particular. En este sentido la renta media del 10% más rico en los países de OCDE es 9 veces la del 10% más pobre, principalmente debido a la a la diferencia en rentas salariales (que actualmente pueden llegar a representar el 75% de los ingresos medios de un hogar). Pero mientras en países como Dinamarca, Alemania o Suecia la relación es de 5 a1 , en Estados Unidos lo es de 14 a 1, y en Méjico o Chile de 25 a 1. En España no estamos para presumir, porque andamos por 12 a 1 ( habiendo aumentado en el ratio 80/20 de 5.4 a 6.9 en los dos últimos, según Eurostat).
Sin embargo para algunos éste no parece ser un grave problema. El País, un periódico considerado progresista, busca consejo sobre el tema nada menos que en la persona de Martin Fedstein, asesor económico de Ronald Reagan, y presidente en las últimas décadas del National Bureau of Economic Research (NBER),según algunos uno de los tres hombres más influyentes del mercado. Fedstein es un entusiasta de la desregulación financiera y de la privatización de los sistemas de protección social, como señalaba en este artículo en el Wall Street Journal. Pero mientras tan distinguido profesor escribía sus artículos como académico de Harvard, a la vez cobraba seis millones de dólares de AIG como miembro de su consejo director, compañía que acabó en la ruina, según contaba Charles Ferguson, el director de Inside Job ( Oscar al mejor documental de 2011). No es extraño, por tanto que el profesor Fedstein considere ( como señala en el País), que el aspecto importante es la miseria y no la desigualdad en si misma, censurando lo que llama “igualitarismo rencoroso”, es decir el sentimiento de rechazo de aquellos que aunque vean mejorar sus ingresos, protestan porque los ricos se alejan más. Suponemos que lo dice por él mismo.
Pero hay otros aspectos que también brillan bastante por su ausencia en el artículo de El País, y que en cambio estaba muy presente tanto en el informe de OCDE de 2008 como en este último.
En los dos informes de OCDE (organismo que no puede ser tildado de izquierdista) la base para luchar contra la desigualdad no es otra que la intervención del estado como redistribuidor de ingresos (como hacen los países del norte de Europa). Para ello resultan imprescindibles las políticas fiscales en que los ricos paguen más. Pero de especial importancia, según la OCDE, es también el papel como reductor de desigualdades que tienen los servicios públicos ( sanidad, educación y atención a domicilio especialmente): “dependiendo del indicador utilizado, los servicios sociales prestados públicamente, reducen la desigualdad en ingresos entre una quinta parte ( si se esa el coeficiente Gini) y una tercera parte ( usando medidas alternativas de desigualdad).” Si se considera el asunto desde este punto de vista, como señala el informe, la posibilidad de acceder a servicios públicos en sanidad o educación, incrementaría los recursos existentes enlos hogares en un 30% de media.
Si hace unas semanas fue el inefable Boi Ruiz el que se fue de la lengua considerando que ldeberían contartarse seguros privados,anteayer fue el popular Bestard desde Baleares el que recomendaba algo parecido, tal vez anunciando el modelo sanitario que pretende aplicar su partido en los próximos año. Al fin y al cabo nunca han sido ocultas las connivencias entre la derecha española y las compañías aseguradoras privadas.
No está de más, por ello, recordar lo que significaría continuar reduciendo el gasto en servicios públicos, fomentando la contratación de seguros privados sanitarios: mayor aumento de la desigualdad, en un país que no ha hecho mucho por disminuirla. Aunque tal vez, como dice el experto consultado por el País, en el fondo ésta no sea tan importante.
Sin embargo para algunos éste no parece ser un grave problema. El País, un periódico considerado progresista, busca consejo sobre el tema nada menos que en la persona de Martin Fedstein, asesor económico de Ronald Reagan, y presidente en las últimas décadas del National Bureau of Economic Research (NBER),según algunos uno de los tres hombres más influyentes del mercado. Fedstein es un entusiasta de la desregulación financiera y de la privatización de los sistemas de protección social, como señalaba en este artículo en el Wall Street Journal. Pero mientras tan distinguido profesor escribía sus artículos como académico de Harvard, a la vez cobraba seis millones de dólares de AIG como miembro de su consejo director, compañía que acabó en la ruina, según contaba Charles Ferguson, el director de Inside Job ( Oscar al mejor documental de 2011). No es extraño, por tanto que el profesor Fedstein considere ( como señala en el País), que el aspecto importante es la miseria y no la desigualdad en si misma, censurando lo que llama “igualitarismo rencoroso”, es decir el sentimiento de rechazo de aquellos que aunque vean mejorar sus ingresos, protestan porque los ricos se alejan más. Suponemos que lo dice por él mismo.
Pero hay otros aspectos que también brillan bastante por su ausencia en el artículo de El País, y que en cambio estaba muy presente tanto en el informe de OCDE de 2008 como en este último.
En los dos informes de OCDE (organismo que no puede ser tildado de izquierdista) la base para luchar contra la desigualdad no es otra que la intervención del estado como redistribuidor de ingresos (como hacen los países del norte de Europa). Para ello resultan imprescindibles las políticas fiscales en que los ricos paguen más. Pero de especial importancia, según la OCDE, es también el papel como reductor de desigualdades que tienen los servicios públicos ( sanidad, educación y atención a domicilio especialmente): “dependiendo del indicador utilizado, los servicios sociales prestados públicamente, reducen la desigualdad en ingresos entre una quinta parte ( si se esa el coeficiente Gini) y una tercera parte ( usando medidas alternativas de desigualdad).” Si se considera el asunto desde este punto de vista, como señala el informe, la posibilidad de acceder a servicios públicos en sanidad o educación, incrementaría los recursos existentes enlos hogares en un 30% de media.
Si hace unas semanas fue el inefable Boi Ruiz el que se fue de la lengua considerando que ldeberían contartarse seguros privados,anteayer fue el popular Bestard desde Baleares el que recomendaba algo parecido, tal vez anunciando el modelo sanitario que pretende aplicar su partido en los próximos año. Al fin y al cabo nunca han sido ocultas las connivencias entre la derecha española y las compañías aseguradoras privadas.
No está de más, por ello, recordar lo que significaría continuar reduciendo el gasto en servicios públicos, fomentando la contratación de seguros privados sanitarios: mayor aumento de la desigualdad, en un país que no ha hecho mucho por disminuirla. Aunque tal vez, como dice el experto consultado por el País, en el fondo ésta no sea tan importante.
Aunque no soy nada experto en el tema yo estoy básicamente de acuerdo con el enfoque y las conclusiones del artículo de El País. Por dos motivos relacionados. El primero es que no creo que la igualdad sea un valor absoluto. En todo caso es un valor instrumental que nos sirve para contextualizar o entender mejor otros valores más fundamentales como la libertad individual o el grado de pobreza o riqueza (en términos absolutos) de un individuo o de un país. La clave para analizar un dato de desigualdad es no quedarse en él sino analizar su causa y su evolución. Porque no es lo mismo que la desigualdad aumente porque los pobres de un país sean cada vez más pobres y miserables que porque todos sean más ricos pero proporcionalmente los más ricos lo sean todavía más. Si yo pudiera elegir preferiría vivir en un país que económicamente crezca y yo sea cada vez menos pobre aunque los ricos sean proporcionalmente más ricos que yo, que en un país donde yo esté en la miseria y la distancia con los más ricos sea menor. La cuestión es cuál es el umbral de vida digna con todos los servicios esenciales cubiertos por encima de la pobreza. Lo importante es que todo el mundo lo sobrepase y a partir de ahí mejore constantemente, aunque unos mejoren más rápido que otros. Porque esto es inevitable: somos diferentes en talento y oportunidades y también en el esfuerzo que desplegamos para utilizarlas. Y la suerte también juega un papel. Por supuesto los servicios públicos deben estar ahí para tratar de paliar estos problemas pero lo deben hacer de manera que su intervención no impida el crecimiento del conjunto. Por eso en el fondo estoy de acuerdo con la tesis de Fedstein que no deja de ser menos cierta porque él en su vida personal o profesional no fuera un modelo ético.
ResponderEliminarY el segundo motivo es que desconfío mucho de los estudios económicos basados en datos estadísticos que usan estos datos para reafirmar la necesidad de la existencia de los organismos que hacen estos estudios. Me parecen sospechosos. Los estudios sobre desigualdad económica los suelen hacer organismos públicos cuya razón de ser es intervenir para reducir las teóricas desigualdades que sacan a la luz. Y jugar con las estadísticas para llevar el ascua a tu sardina es muy sencillo. Por otro lado es conocido que en países con alta fiscalidad y Estados redistribuidores (Suecia, Dinamarca) existen poderosos incentivos para ocultar la riqueza y exhibir la pobreza y eso influye en que salgan con los índices de desigualdad más bajos (aunque probablemente objetivamente los tengan).
Muchas gracias Guillermo.
ResponderEliminarYo tampoco soy ningún experto de nada, y mucho menos de este tema. Pero lo he traído a colación por varias razones:
La fundamental tiene que ver con el papel de redistribución de la riqueza que tienen los servicios públicos, y que aunque sea cierto que los organismos internacionales den informaciones interesadas ( ¿quien no las da?) , no deja der ser uno de los escasos medios existentes para que la brecha entre ricos y pobres no aumente aún más. Lo que me preocupa sobre todo es ese mensaje que ( como la gota malaya) va calando lentamente de que no va quedar más remedio de introducir a las aseguradoras privadas en el sistema , creando en definitiva un sistema dual con seguros privados para clases altas y también medias y una especie de beneficencia para pobres. Algo que ya defendía en su momento Fernandez Miranda antes de que Aznar llegara al poder, pero que la situación no permitió entonces.
Y aunque no sea una fuente confiable de información, la OCDE en el informe de 2008 señalaba el papel que la desigualdad supone como combustible para el crecimiento de sentimientos populistas y proteccionistas. En ese sentido, creo que la reducción de la desigualdad es un objetivo en si mismo además de la disminución de la pobreza, que también. Tener un sistema nacional de salud, financiado por impuestos, con una mayor contribución de los que más tienen me parece que es una aspiración legítima, como medio de cohesionar una sociedad que de otra forma podría fracturarse cada vez más. Y de hecho algunos países , tan o más desarrollados que el nuestro , perseveran en esa línea. Y los que tienen veleidades de cambios peligrosos ( como es el NHS con las reformas Cameron en este momento) se encuentran con una oposición académica muy argumentada en contra ( ver los últimos trabajos de Martin McKee en BMJ o Lancet al respecto).
Tema este sobre el que apenas hablaba el Pais.
En segundo lugar , y auqnue esté de acuerdo contigo en que es preferible que no haya personas por debajo del nivel de pobreza a que algunos ganen mucho y sean muy ricos, a mi personalmente me da náuseas ver el enriquecimiento fabuloso e ilegítimo de determinadas élites económicas. Ese 0.1% que acumula gran parte de las ganancias en buena parte de los países, como comentaba Paul Krugman en el mismo periódico (http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/Somos/999/elpepueconeg/20111211elpneglse_3/Tes) , que en modo alguno corresponde a un mayor mérito, esfuerzo o capacidad, sino a un puro y duro proceso especulativo en beneficio propio. Como decía Krugman muy pocos de ese 0.1% son innovadores tipo Jobs sino más bien "mandamases de empresas y embaucadores financieros".
Por último creo que una vez más el pais se equivoca gravemente en la selección de sus "expertos". Es bastante evidente desde hace tiempo el tufillo neoliberal del periódico pero podrian elegir un poco mejor a éstos.Hay gente muy brillante y honrada en el bando liberal. pero Martin Fedstein está demasaido contaminado como para dar lecciones de nada. Un tipo que es bastante responsable de la situación en la que estamos no debería ser tomado como referencia. Y menos en un periódico que presume de lo contrario de lo que este hombre defiende
Un saludo
Estoy de acuerdo con la opinió de Sergio. Además pienso que sesigualdades tan importantes además de un problema moral, que puede ser personal ,son una franca amenaza para las sociedades democráticas. La capacidad de influencia del dinero mediante grupos de presión, no únicamente mediáticos, lobbys, etc altera el normal funcionamiento de las instituciones del Estado. Y las decisiones del gobierno . Recomiendo un libro reeditado recientemente.La Cultura de la Satisfacción. JK Galbraith. Ed Ariel . Tiene 20a pero parece hecho por encargo para dar respuestas a la situación actual. No creo que los hechos hayan hecho la misma justicia a Milton Friedman y los Chicago Boy´s.
ResponderEliminarAcabo con otra recomendación. Sobre modelos sanitarios, privatización de servicos, mutualismo. Modelo alemán visto por un estadounidense.
Si no hay otra oportunidad felices fiestas.
Antoni Agustí
http://economix.blogs.nytimes.com/2011/12/09/social-insurance-and-individual-freedom/
La verdad es que es convincente lo que dices. Con el tema de la influencia de los servicios públicos en la redistribución de la riqueza estoy de acuerdo. Con el tema de Fedstein sigo pensando que tu crítica es un argumento ad hominem que es una crítica muy clara y contundente contra su elección por El País pero no tanto contra el contenido de su discurso.
ResponderEliminarEn general lo que me genera una mezcla de inquietud y atracción es la sensación de que en cuestiones de economía política como esta no hay respuestas objetivas; que estamos en una situación similar al de la reflexión seria sobre problemas éticos. Quizás por eso sea tan interesante. Personalmente te agradezco este post porque incita a la reflexión. Un saludo cordial.
Muchas gracias Antoni. Lasd dos referencias son muy interesantes. El libro de Galbreith no lo he leido, pero muchas de las referencias de hace veinte ( y cincuenta años) son de plena actualidad, y también en ocasiones utilidad.
ResponderEliminartambién sumamente interesante el articulo del NYT. Una vez más muchas gracias por tus aportaciones.
Que tengamos todos buenos días de Navidad y sobre todo un buen año
Un saludo muy cordial
Para mi lo mejor, pero también lo más complicado del blog es poder estar a la altura de los comentarios que haceis.
ResponderEliminarcada vez me resulta más complicado,porque muchas veces sirven para demostrarme ( de forma muy elegante además) lo ignorante que soy. Pero a la vez además de aprender mucho, me obliga a repensar muchas de las cosas que digo. Y comprobar que no son tan sencillas, como tan bien comentas. En este caso, es un lujo para mi poder contrastar opiniones con gente como vosotros. Solo con esto se justifica este blog.
Tienes razón con lo de Fedstein. Creo que el Pais podría cuidar un poco más las referencias que utiliza. Y un tipo así está bastante descreditado por su actuación en los últimos años. Porque su problema fundamental es en el fondo un problema ético.
De nuevo, muchas gracias
Un afectuoso saludo