Ali y Mariam, junto a su hijo Amadou de apenas seis meses, salieron de Agelhok huyendo de las atrocidades de las milicias islamistas que controlan la vida y las costumbres en el norte de Mali. Atravesaron Mauritania y Argelia antes de llegar al norte de Marruecos y conseguir pasaje en una patera camino de España, tras darle al negrero prácticamente todo lo que tenía. El verano pasado tuvieron la suerte de llegar con vida a las costas de Motril; aquel día los servicios de vigilancia costera y la guardia civil debían estar despistados o quizá fuera solo una cuestión de suerte; el caso es que consiguieron entrar en el país sin ser descubiertos. Tenían los datos de un primo que trabajaba cerca de El Ejido, donde acabaron refugiándose en un cortijo derruido en medio del campo, mientras Ali buscaba trabajo en algún invernadero.
Ali se entiende aceptablemente en francés, y ha progresado bastante en su conocimiento de español en el tiempo que lleva trabajando aquí. Pero sigue sin comprenderlo bien. Aún así, Ali aspira a ser un ciudadano ejemplar y cada día se acerca al kiosko más cercano para informarse de las decisiones del gobierno español en materia de derechos y deberes e gente como él. De esta forma ha tenido conocimiento de que para recibir asistencia sanitaria deberá suscribir un convenio. Con su mejor disposición se presenta en las oficinas de la Seguridad Social de El Ejido donde un atento empleado le informa de que debe suscribir una póliza de 59,20 euros para él y otra igual para Mariam. La generosidad del gobierno cubrirá la asistencia del pequeño Amadou. Ali se siente muy reconfortado cuando la amable empleada le informa de que pagará 177 euros menos al año de lo que la administración estima que costará atenderle. Pero le preocupa saber que si consigue llegar a España su madre, que tiene ahora 68 años, ella deberá pagar 155,40 euros al mes. En cualquier caso, Ali se siente muy agradecido al saber que la administración se hará cargo de los 466,3 euros restantes que costará cada año la atención a su madre. Eso sí, la solidaridad tiene un límite, y transporte sanitario y medicinas van aparte, cuestión que cualquiera entiende, Ali incluido.
El amable empleado le informa también de la letra pequeña: si deja de pagar alguna de las cuotas mensuales, será castigado con una suspensión de tres meses en la vigencia del convenio, plazo en el que ni él ni Mariam serán atendidos en modo alguno.Si en ese plazo consigue el dinero podrá volver al redil sanitario, pero en caso contrario se les suspenderá definitivamente la asistencia.
Ali sale de la oficina de la Seguridad Social francamente satisfecho: las condiciones le parecen muy ventajosas; aunque no sabe bien de donde sacará el dinero le parece un esfuerzo muy generoso del gobierno español. Pero como tiene tiempo, se acerca por las oficinas de sanitas en Roquetas: la oferta que le hacen allí para alguien como él, joven y sano, es aún más tentadora: 40 euros al mes. Con toda la información recopilada vuelve al cortijo para discutir con Mariam cual de las dos opciones es más interesante.
Pese a sus esperanzas, dudan de que les llegue el dinero, sobre todo en los meses en que Ali no consiga trabajo. Por lo que tras leer con fluidez las condiciones que está estudiando el gobierno y que publica el Pais en su edición digital ( Ali ha conseguido un iPad 2 con 3G a buen precio) , duda entre aprovechar la deducción del 15% en la cuota si consigue llegar su madre, o que Mariam se acoja a la condición de mujer víctima de trata en periodo de reflexión. Tras pensarlo con detenimiento y consultarlo con la propia Mariam, Ali decide constituirse en empresario del sexo de su propia esposa.
Esta historia completamente ficticia, no es una alucinación resultado de una gran ingesta de peyote, sino una simple fabulación aplicando las condiciones que está estudiando el gobierno del presidente Rajoy para dar acceso a la asistencia sanitaria a inmigrantes sin permiso de residencia.
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