"Uno no vende la tierra por la cual camina su pueblo"
Tashunjke Witko
En 1.870 los sioux Dakota agotaban los últimos cartuchos en la defensa del corazón de su territorio ( las montañas sagradas de Paha Sapa), frente a la insaciable avaricia del hombre blanco. Pero mientras ello ocurría, el que fuera en su día uno de sus grandes caudillos, Mahpiya Lúta (Nube Roja), emprendía viaje a Washington en el caballo de hierro para recibir el reconocimiento del gran padre blanco en forma de medalla del congreso. El procedimiento del gobierno americano siempre era el mismo: cuando había que calmar a alguna tribu de soliviantados indios, el presidente de turno elegía a alguno de sus jefes más conciliadores, le subía al tren, y le permitía desplegar sus coloridas indumentarias por la capital, antes de imponerles una condecoración de pega con la que inmortalizar un acuerdo que siempre iba a ser tan sólido como las montañas. El indio de turno siempre volvía con la medalla, la fotografía y un montón de buenas palabras que nunca se convertían en hechos. Cuando algún ingenuo creyó que medalla o bandera le protegería de la saña del ejército americano acabó pagándolo con la vida, como en el caso del jefe Black Kettle en Sand Creek.
Tashunjke Witko
En 1.870 los sioux Dakota agotaban los últimos cartuchos en la defensa del corazón de su territorio ( las montañas sagradas de Paha Sapa), frente a la insaciable avaricia del hombre blanco. Pero mientras ello ocurría, el que fuera en su día uno de sus grandes caudillos, Mahpiya Lúta (Nube Roja), emprendía viaje a Washington en el caballo de hierro para recibir el reconocimiento del gran padre blanco en forma de medalla del congreso. El procedimiento del gobierno americano siempre era el mismo: cuando había que calmar a alguna tribu de soliviantados indios, el presidente de turno elegía a alguno de sus jefes más conciliadores, le subía al tren, y le permitía desplegar sus coloridas indumentarias por la capital, antes de imponerles una condecoración de pega con la que inmortalizar un acuerdo que siempre iba a ser tan sólido como las montañas. El indio de turno siempre volvía con la medalla, la fotografía y un montón de buenas palabras que nunca se convertían en hechos. Cuando algún ingenuo creyó que medalla o bandera le protegería de la saña del ejército americano acabó pagándolo con la vida, como en el caso del jefe Black Kettle en Sand Creek.
El día antes de su comparecencia ante el congreso por el
llamado caso Bárcenas, ( y a la que fue llevado a rastras), nuestro gran padre
blanco consiguió atraer a la Moncloa a una buena representación de jefes de las
tribus sanitarias locales. No se sabe aún si se les impuso medalla alguna, pero
sí que se agolparon presurosos en la concurrida foto. Al igual que en el caso
de los indios, los periódicos de la capital publicaron al día siguiente la fotografía de los nativos con el gran padre blanco barbudo, con la que aquellos pudieron
presumir ante familiares y amigos antes de marchar de vacaciones .
La razón de esa foto no era otra que la firma de un acuerdo
, como ocurría habitualmente en las visitas a Washington de los indios ingenuos
o los indios traidores. En este caso ni siquiera lleva título sino que
simplemente es un Acuerdo Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad- Foro de la Profesión médica. El acuerdo no hay por donde cogerlo si se analiza
con detenimiento, algo que solía ser también habitual en los acuerdos del
presidente americano con los ignorantes indios. Al igual que en éstos, lo
firmado no pasa de ser una declaración de buenas intenciones con las que es tan
difícil no estar de acuerdo como respecto a la necesidad de acabar con el
hambre en el mundo: “ garantizar plenamente una asistencia sanitaria pública
gratuita, universal, equitativa, de calidad…”, “ garantizar las condiciones
básicas de los profesionales”. El cenit del descaro llega cuando se señala la
necesidad de “evitar que la sanidad sea objeto de confrontación partidista” ,
que sería algo semejante como reclamar a los oglala “dejar de proferir gritos
estruendosos innecesarios” mientras las columnas del 7º avanzaban por su
territorio.
No existe lugar común, tópico o término de moda de la jerga
sanitaria que no se incluya en este pomposo acuerdo: promover la continuidad asistencial, los equipos
multidisciplinares, la gestión de casos ( como si estuviera demostrado que ésta
sirve para algo), la motivación y reconocimiento de los profesionales , la gobernanza
del sistema público, el panel de indicadores, la participación proactiva, la troncalidad…Donde
la verborrea llega a su máxima expresión es en las bases para desarrollar el
marco normativo que permita la regulación e implementación de las unidades de
gestión clínica. Como suele ser habitual en los acuerdos con el hombre blanco,
tras este término, cada día más hueco, solo se esconden hermosas palabras que apenas significan ya
nada, hurtando la esencia de lo que pudo representar en su día algo llamado gestión clínica: que grado de autonomía ( o incluso independencia) está
dispuesta la administración a ceder ( algo que al igual que con otras
reivindicaciones ya se sabe que suele ser escaso), y a cambio de qué nivel de responsabilización ( cuanto puede
llegar a perder un clínico si las cosas le van mal).
Si el gobierno americano realmente hubiera querido un
acuerdo con los lakotas bastaba con haberles cedido las Paha Sapa hasta el fin
de los tiempos. Si el gobierno del padre blanco barbado deseara de verdad un
acuerdo creíble en materia sanitaria bastaba con haber incluir en éste dos
cláusulas iniciales: derogación del ignominioso Real Decreto Ley 16/2012 y
retirada de la reforma de externalización/ privatización de la Comunidad de
Madrid. Seguir manteniendo las dos normas y firmar a la vez que el objetivo es
“garantizar plenamente una asistencia sanitaria pública y gratuita” es un
insulto que demuestra el nivel de desvergüenza del gobierno del Padre Blanco. Y
de traición de sus interlocutores. Tantos meses de Marea Blanca para esta foto
El post no puede ser más claro.
ResponderEliminarLo que en los lakota era comprensible, una bondad confundida con ingenuidad, dista mucho de ser comparable a la actitud de esos médicos afanosos por salir en la foto. Es una foto tan ignominiosa como el Real Decreto al que aludes.
Nuestro problema, como médicos, reside tristemente en muchos médicos, más que en los políticos de turno. No ha de olvidarse que muchísimos despropósitos que se dan en la sanidad son responsabilidad directa de directivos o de asesores que son médicos.
Dices muy bien al final: "Tantos meses de Marea Blanca para esta foto". Es la foto de la vergüenza..
Gracias por la entrada, Sergio. Magnífica analogía equiparando el tan grandilocuentemente denominado "Pacto por la Sostenibilidad... etc. con los tratados que obligaron a firmar a los indios americanos. Exceso de "posibilismo", pragmatismo mal entendido, demasiados ingenuos o traidores, tanto da... para una simple foto.
ResponderEliminarPequeña errata: caballo "de hierro" en vez de caballo "de fuego"). Saludos.
ResponderEliminarEn casa de mis padres hay un cuadro, desde hace muuuuuchos años, que pone:
ResponderEliminar"Hombre blanco joderlo todo"
Muchas gracias a los tres. Tienes razón Javier en la responsabilidad de los que dicen representar a los profesionales y toman después decisiones de acuerdo a sus propios intereses...salvo que sea que la gran mayoría e los médicos piensen como ellos. Algo que dedo viendo lo que ha sido la marea blanca, en la que han estado profesionales sanitarios de todas las tendencias.
ResponderEliminartanto posibilismo, pragmatismo, como comenta Rodrigo solo nos lleva a perder todos...salvo ellos claro
El hombre blanco aniquiló un pueblo. El hombre blanco barbudo va camino de aniquilar un sistema
Gracias por la corrección: mezclé caballo de hierro con agua de fuego, dos términos de las malas películas del oeste