Páginas

domingo, 24 de noviembre de 2013

Una mañana con Muir Gray

“No heredamos el mundo de nuestros antepasados, lo tomamos prestada de nuestros hijos. Es nuestro deber devolvérselo en su totalidad
(Proverbio de tribu india desconocida)

La primera vez que escuché hablar de “stewardship” fue a través de Richard Saltman, en una conferencia en mi escuela  hace trece años. Recuerdo las dificultades de los traductores para encontrar un equivalente preciso en castellano. Me he tropezado desde entonces en reiteradas ocasiones con el término, siempre a través de autores de fuera de España, y siempre con la misma dificultad de entendimiento del concepto. El término original procede de la unión de “stig”( casa, vestíbulo) y "weard" ( guardia, custodia). Y casi siempre se acaba saliendo del paso, traduciéndolo simplemente por administración, o gobernanza en el mejor de los casos. Incluso “mayordomía”, aunque sin precisar claramente al “señorito” para el que se ejerce la funciones de mayordomo.
Tuve la suerte de participar en una mesa redonda esta semana con Alexander Kentikelenis, investigador de la Universidad de Cambridge y con Muir Gray en el Congreso anual de la SIMM ( Società Italiana de Medici Manager).
Sir Muir Gray , caballero del Imperio Británico, y actualmente Chief Knowledge Officer del Department of Health británico, ha sido durante las dos últimas décadas una de las personas más relevantes en la generación de conocimiento serio en torno a esa entelequia llamada gestión. Su "Asistencia Sanitaria basada en la evidencia" fue uno de los más interesantes intentos de construir organizaciones sanitarias “que hicieran correctamente las cosas correctas”, huyendo de las continuas improvisaciones y ocurrencias a las que suelen estar tan acostumbradas ( muy recomendable su último libro también, How to get better value healthcare)
Habló también el jueves de “stewardship”, y creo que por fin entendí bien su significado, y sobre todo por qué el término es tan importante. En su enfoque la responsabilidad de la gestión de los recursos, sean ambientales, financieros o sanitarios, que supone el “stewardship”, no se realiza por delegación de nuestras autoridades, nuestros jefes o nuestro gobierno, sino en nombre de nuestros hijos y nietos, de aquellos que nos reemplazarán más pronto que tarde. Entiendo por qué aquí es un término al que no se ha encontrado traducción. Somos un país experto en políticas de tierra quemada, en la que lo que les quede a nuestros hijos nos importa sencillamente un bledo. Se trata de salir del paso como se pueda; el que venga atrás, que arree.
Sin apenas oposición , una generación entera de españoles ha visto como se cerraban las puertas del paraíso en sus narices, en apenas cuatro años. Los que acabaron sus estudios universitarios en ese periodo vieron esfumarse sus opciones de futuro, con la completa indiferencia de los que les precedieron.
Desaparecieron las oposiciones para el acceso a los servicios públicos, pero también cualquier alternativa de contratación que tenga algún carácter indefinido. Y no se trata de creación de nuevos servicios, de ampliación de plantillas, sino simple y llanamente de sustitución de los que se fueron, jubilaron o murieron. Callamos todos de forma miserable. Al fin y al cabo, nuestra mezquindad nos lleva a pensar a los que “estamos dentro” que así tenemos más opciones de seguir vivos, sin que nos reduzcan demasiado el salario. Nos apena durante un rato lo que les ocurra a los estudiantes, los residentes, los “jóvenes médicos de familia”, pero en el fondo son ellos los que deberán sacarse las castañas del fuego…emigrando, emprendiendo la enésima especialidad MIR, o simplemente aceptando condiciones de trabajo degradantes. Los que tuvieron la desgracia de nacer en los años equivocados , poca presión pueden hacer desde fuera, más allá de ir a manifestaciones por lo que acabarán pronto en la cárcel, gracias a las medidas siniestras del partido del gobierno. Los que aún podemos hacer algo somos lo que estamos dentro, en las organizaciones sanitarias, las instituciones académicas, las sociedades científicas, los colegios y los sindicatos. Tenemos una buena parte de responsabilidad en la ignominia de ver como se acaba el futuro de gente excelente, comprometida y competente. La primera obligación moral de los que estamos dentro es pelear hasta el final por abrir la puerta a los que están fuera. Posiblemente el modelo funcionarial sea ya un recuerdo histórico, pero en el resto del mundo, un médico, una enfermera, un farmacéutico pueden aspirar aún a tener opciones laborales que no sean solamente contratos de siervos y trato de esclavos. Debemos ser mayordomos sí, pero de ellos; no de los que nos gobiernan.

12 comentarios:

  1. Dos reflexiones muy interesantes y acertadas: enfocar nuestra "servidumbre" de forma constructiva y enfocada al futuro, horizontal, lineal, progresiva (como la medicina de familia) y no en dirección vertical, hacia todo aquellos órganos y personas que tenemos por encima y que practican políticas sumisas a intereses externos.
    Nos sitúas como actores y no sé si estaremos preparados. Aunque veo "brotes verdes" (Marea Blanca,...) son muchos años de ninguneo, por tantos, que casi todos los médicos hemos olvidado nuestro papel en la sociedad e intentamos "sobrevivir" aisladamente. Pero el camino es el que tú comentas...

    ResponderEliminar
  2. Dos reflexiones muy interesantes y acertadas: enfocar nuestra "servidumbre" de forma constructiva y enfocada al futuro, horizontal, lineal, progresiva (como la medicina de familia) y no en dirección vertical, hacia todo aquellos órganos y personas que tenemos por encima y que practican políticas sumisas a intereses externos.
    Nos sitúas como actores y no sé si estaremos preparados. Aunque veo "brotes verdes" (Marea Blanca,...) son muchos años de ninguneo, por tantos, que casi todos los médicos hemos olvidado nuestro papel en la sociedad e intentamos "sobrevivir" aisladamente. Pero el camino es el que tú comentas...

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias Sergio. Me ha emocionado leer tu post. Has escrito lo que pienso hace mucho tiempo y digo en mi ámbito personal. He dejado de ser tutor por comodidad personal, y por lo tanto por egoísmo, pero sobre todo por vergüenza, Por la que me produce haber conocido las 15 mejores generaciones de médicos de familia, que me han enseñado mucho más que lo que han podido aprender de mi, y que con 40 años siguen haciendo con un poco de suerte refuerzos,, atendiendo pacientes los fines de semana que los fijos no queremos trabajar, cobrando la mitad o menos, sin ninguna longitudinalidad, con toda la acesibilidad, ninguna integralidad y a veces nunca coordinación con especializada. Puede ser como dices que hubiese que cambiar el modelo, pero sin pasar de dirección del proceso a la esclavitud. Y como bien dices mirando a otra parte no se metan con nosotros y dando por echo que nos respetarán hasta la jubilación. Y como supones estoy avergonzado no por lo que quieren hacer los que quieren acabar con el modelo, sino por los compañeros nuestros que miran a otra parte. Por eso decía en Twitter que estaba emocionado y que lloraba. Y te juro que se me saltan las lágrimas cuando veo a donde hemos llegado. Un abrazo. Y deseando volver a saludarte personalmente. Orgulloso de haberte conocido un día en persona. Gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un comentario noble donde los haya. ¿Quién no ha hecho algo mal o dejado de hacer algo bien, por comodidad, por lo que sea?
      Lo importante es que estamos a tiempo de mejorar las cosas, cada uno como pueda. En ese sentido, comparto el optimismo de Sergio.

      Eliminar
  4. Suscribo plenamente el contenido del post y el llamamiento a esa pelea hasta el final. Como bien dices, asistimos a “contratos de siervos y trato de esclavos”. Probablemente eso no ocurriría si no se diera un contexto previo de muchas, demasiadas, servidumbres voluntarias.
    Pero efectivamente no basta con lamentarse ante la ignominia. Incluso con colegios profesionales aplaudidores de lo que ocurre, con sociedades científicas serviles, con sindicatos inoperantes, cada uno puede hacer algo, si tiene la fortuna de estar dentro, desde su puesto.
    Creemos que estamos en el siglo XXI, pero no es cierto. Vivimos en el año 1984, el de Orwell. Parece que, de no remediarlo, nos estancaremos en él.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Javier. Tantos años de indolencia nos llevaron a esta situación, en la que preferimos mirar hacia otro lado aceptando la compensación que fuera ( ya fuera la industria o la administración). 1984 solo se retrasó 30 años. Estamos aún a tiempo de detener el desastre pero obligaria a un compromiso que no se si estamos dispuestos a asumir

      Eliminar
  5. Muchas gracias. Creo que no podemos escondernos permanentemente detrás de que la responsabilidad es de otros. Algo tendremos que hacer, en especial en ayuda de los que no tienen los recursos y oportunidades que tal vez tengamos nosotros

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias a ti Fernando. Es emocionante leerte. Por la rabia que reflejas de querer luchar porque las cosas cambien, por la dignidad que supone renunciar a colaborar en ese despilfarro de talento que supone tener a promociones excelentes, a las que no se deja ningún futuro. Pero soy optimista. Se que aunque mucha gente cvaya a lo suyo, también hay gente como tu dispuesta a pelear hasta donde se pueda. Un abrazo fuerte

      Eliminar
  6. CURRICULUM.
    No sé hasta qué punto viene a cuento el comentario que voy a hacer, pero creo que puede ser pertinente de cara a la formación de residentes. Desde hace años asistimos a una progresiva devaluación del MIR y del Doctorado.
    Hubo un tiempo en que uno podía elegir entre una carrera universitaria, haciendo la tesis y tratando después de “quedarse” en la Universidad, o, por el contrario, acceder a un título de especialista a través del MIR. Dicho de otro modo, la elección residía en optar por una vertiente investigadora y docente, universitaria, o por otra eminentemente asistencial.
    Activa o pasivamente hemos contribuido a mezclar las cosas y hoy en día cualquier MIR sabe que sus escasas perspectivas de trabajo como adjunto dependerán de dos cosas poco relacionadas con su valía profesional, en caso de que se dé un concurso de méritos no “perfilado”: una entrevista en la que se apreciará su docilidad por pretendidos expertos “coachingizados”, y un curriculum en el que primarán méritos ajenos a la actividad de formación teórico – práctica: cursos acreditados, publicaciones, comunicaciones (es patético el afán por transmitir humo), másters en calidad, etc. De ese modo, ocurre que un MIR “normal” emplee gran parte de su tiempo en cortejar a sus “superiores” aparentando en esa vía la suficiente estupidez para no mostrar una inteligencia mayor que sus formadores (prudencia le llaman a eso), y en publicar como un loco cosas que no leerá nadie.
    Los hospitales parecen serlo de verdad, en este contexto de estupidez generalizada, sólo cuando se pueden llamar pomposamente complejos universitarios. En Galicia, para lo pequeña que es, abundan: CHUS, CHUAC, CHUVI… y no sé si hay más (tantos como aeropuertos). Un hospital universitario con catedráticos que no tienen alumnos de medicina ni enfermos relacionados parece un contrasentido, pero son esos contrasentidos aparentes los que rigen la dinámica interna de ese hospital. Recordemos que, por ejemplo, los profesores sin alumnos y sin enfermos pueden permanecer, por el hecho de esa “vocación” docente, sin jubilar hasta los 70 años, a diferencia de los demás mortales que hemos de hacerlo cuando lleguemos a los 65.
    Los médicos de plantilla tenemos una seria responsabilidad en tratar de reconducir las cosas, de modo que sea más valorado el MIR mejor formado y no el que más “puntos” tenga. Se primaría así el estudio y el esfuerzo en beneficio de lo que realmente importa, los pacientes y, como consecuencia, también de los propios médicos.

    ResponderEliminar
  7. Tienes toda la razón Javier. La deseperada búqueda por un trabajo estable y las perversiones del propio sistema acanaron por devaluar un sistema que fue de lo mejor que hemos hecho en España. La búsqueda de publicaciones a toda costa, de acabar la tesis antes de terminar la residencia , de estar lo suficientemente cerca del que mandapara tener opciones desvirtua mucho un periodo que es único en la vida de un médico

    ResponderEliminar
  8. Totalmente de acuerdo. La idea de administrar para nuestros hij@s es muy gráfica y fácil de entender (aunque no siempre fácil de realizar).

    La austeridad de verdad viene con otras maneras de hacer, no recortando en sanidad lanzando la consigna de que inmigrantes y mayores lo usan mucho. Aquí, nuestro granito de arena con respecto a esto:

    http://neopsyque.blogspot.com.es/2013/10/la-austeridad-bien-entendida.html

    ResponderEliminar
  9. Muchas gracias y felicitaciones por la entrada. Es una lástima que se haya prostituido tanto una palabra tan importante como austeridad

    ResponderEliminar