Entre las disparatadas historias que cuenta Richard Feynman en su indispensable ¿Bromea usted Sr.Feynman?, mi favorita siempre fue la que se refiere al culto a las aviones de carga , desarrollado en los mares del Sur tras la llegada y posterior retirada del ejército americano en su ofensiva final sobre Japón. Los habitantes de aquella lejana isla que nunca habían conocido a los occidentales, intentaron imitar a los gringos cuando éstos desaparecieron llevándose consigo cuanto les habían enseñado, desde el chocolate a los automóviles. Y para elloreplicaron sus gestos en la esperanza d que de esa forma volverían a aterrizar sus aviones: construyendo cabañas de madera que parecían torres de control, colocando hogueras en vez de luces en las pistas de aterrizaje o colocándose cocos en vez de auriculares. Feinstein llamó “culto-cargo-ciencia”, a la patraña de pretender obedecer a los preceptos científicos sin aplicarlos realmente. Ya nos hemos referido a ello en otras ocasiones , generalmente como ejemplo de lo que constituye el llamado Management ( La Gestión para modernos). Pero el último ejemplo de esta temible enfermedad no es otro que la aparición de un nuevo culto a raíz del diagnóstico de tres casos de infección por el virus del Ébola en España: el culto sagrado al Protocolo.
Desde el Presidente del Gobierno de España al último de los políticos que nos (des) gobiernan pasando por las multitudes de periodistas que asolan el país con sus informaciones, todos los que de un modo u otro tienen algo que decir con la infección han encontrado el tratamiento infalible para contener, dominar y curar la infección y que no es otra que “la activación” del Protocolo.
Un protocolo sin embargo no es más que una serie de directrices elaboradas para asistir a un profesional sanitario en su proceso de intervención en la práctica asistencial, un papel en definitiva, cuya simple existencia no garantiza ni el resultado satisfactorio del procedimiento del que se trate , ni tan siquiera la simple aplicación del mismo. Desde hace más de 20 años, desde que los protocolos y las guías de práctica clínica comenzaron a emplearse para sistematizar la intervención de los clínicos y reducir la variabilidad y el error de sus intervenciones, dos han sido los permanentes caballos de batalla para conseguir que puedan cumplir realmente los objetivos para los cuales en teoría están diseñados: garantizar que estén sustentados en la mejor evidencia científica disponible ( y no solamente en la opinión de expertos más o menos cualificados), y conseguir que realmente sean implementados, es decir puestos en marcha. Algo que es sobradamente conocido desde los trabajos de Eddy o Deming en los 90.
Y si eso es difícil para los llamados protocolos clínicos ( en los que el nivel de evidencia en el que se sustentan puede ser relativamente sólido , y la experiencia de aplicación larga) , aún lo es más para un proceso como la infección por el virus del Ébola, en la que la evidencia disponible respecto a la efectividad de los protocolos es aún escasa , y en la que intervienen muchos otros factores si de lo que se trata es de prevenir, controlar y en la medida de lo posible recuperar a los pacientes afectados ( desde la planificación a la vigilancia epidemiológica, de la formación real a la sistematización del proceso de implantación).
Sin embargo, en este mundo infantilizado en que vivimos, no hay nada que tranquilice más al personal que saber que por fin “han llegado los Protocolos” ( recibidos como si fueran entregados por el mismo Moisés), que han sido adecuadamente “ Activados” ( a la manera de una granada de mano capaz de aniquilar cualquier bicho), e incluso (en el colmo del delirio lingüístico) suficientemente agudizado. La responsable de semejante desatino no es ni más ni menos que la Delegada del Gobierno en Andalucía , Dª Carmen Crespo, quien ante la alarma surgida respecto a la petición del Gobierno americano de utilizar las bases de Rota y Morón como paso intermedio para el envío de la logística y posiblemente el personal necesario para atender a los países más asolados por la enfermedad, recalcó que “las fuerzas de seguridad y las ONG involucradas en procesos migratorios cumplen los protocolos, que se "han agudizado" y tienen medidas adicionales a los del resto de Europa”.
Los protocolos se están aplicando a conciencia, de lo cual cada vez estamos todos más satisfechos. Si la gente se contagia a pesar de su aplicación o los “camellos negros” se mueren por falta de atención no es asunto nuestro. Aunque los auriculares de coco en forma de Protocolos Activados y Agudizados no consigan el objetivo que supuestamente pretendían ( la adecuada prevención y atención de los pacientes infectados) los abundantes lerdos de este país seguirán creyendo que estamos haciendo todo lo humanamente posible para controlar la situación.
(Fotografia: operarios del Miisterio de Sanidad activando el Protocolo)
Nada más erróneo que pretender que nuestra época es laica. Por el contrario, vivimos inmersos en un fervor religioso que afecta a lo que aparentemente más lejano le es: la ciencia, a la que se deifica desde el cientificismo de producción bibliométrica y divulgación / extrapolación infantiloide.
ResponderEliminarLa medicina, en su aspiración por ser reconocida como científica, ha recogido lo más sustancioso de esa religiosidad y se ha hecho religión del Libro. A diferencia de la Biblia, este Libro se está construyendo y sus hojas son los protocolos. Como la Biblia, es prácticamente imposible conocer sus autores (sólo sabemos de la existencia de esos entes angélicos que se llaman “expertos”) y también, como en todo libro sagrado que se precie, existen los exegetas y catequistas correspondientes (en mi hospital, sin ir más lejos, hay muchos). Pero, una vez editado, aunque se contemple su perfección (simpático al respecto el término de “agudización” empleado por Dña. Carmen), ha de ser venerado y seguido so pena de incurrir en el peor de los pecados. Nada resulta peor en nuestros tiempos que “saltarse el protocolo”. Por ello, nada tranquiliza más a la población ante una nueva peste que saber que ya hay protocolos, que el libro salvífico también contempla la novedad de la manifestación demoníaca.
Es el protocolo el que facilita el camino a la salvación de los cuerpos, pero también de las almas, todas pecadoras a la luz del DSM (uno de los libros del nuevo Pentateuco) y casi todas salvables merced a los psicofármacos y chamanes biologicistas.
Desde esa perspectiva religiosa, es precisa la iniciación, y así otro texto sagrado, el BOE, en una de sus santas páginas, la 31278, recoge el Real Decreto 16/2012 que permite reconocer a los infieles, a aquellos insalvables por su propia naturaleza, por su pecado original, originado desde la santidad de quienes dirigen este rebaño que se llama España y que predestina a tantos a un infierno en vida.