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sábado, 25 de octubre de 2014

Afortunadamente el negro era culpable

Hace unos días volviendo de Tenerife en un avión de la compañía Ryanair , una de las pasajeras del vuelo sufrió un episodio de mareo con pérdida breve de conciencia justo en el momento en que se informaba al pasaje de que podía iniciarse el desembarque por la puerta trasera. El personal no entendía bien el mensaje , puesto que habitualmente se desembarca por la puerta delantera, o en todo caso por la delantera y trasera en el caso de que el avión quede muy alejado de la terminal o no disponga de “fingers” como es el caso de Granada. Pero es sabido que Ryanair no para en barras a la hora de ahorrar costes que entiende superfluos, incluido abandonar a los pasajeros en mitad de la pista si con eso evita el gasto que supone utilizar el finger.
Ante la alarma generada por la pasajera enferma, los pasajeros más cercanos reclamaron la asistencia de un médico , a la que acudimos dos médicos de familia. Atendimos la incidencia ( afortunadamente leve) mientras el pasaje abandonaba el avión y sin que en ningún momento la tripulación se acercara con la intención de facilitar la atención de la paciente o brindar ayuda, como sin en el fondo la atención a los pasajeros enfermos fuera una responsabilidad de los pasajeros sanos, entre los que ( ya se sabe) siempre existirá un médico. De hecho, cuando a regañadientes accedieron a solicitar la asistencia solicitad de los equipos médicos del aeropuerto, justificaron su absoluta indolencia en que si tuvieran que molestarse con cada paciente que “dice” que está mareado no darían a basto.
Tras un buen rato de espera, aparecieron por el finger ( para esto si funciona) los profesionales sanitarios del servicio de emergencias del SERMAS, quienes atendieron a la paciente con la profesionalidad habitual, de forma que mi colega y yo pudimos abandonar el avión una hora después sin que nadie nos agradeciera nada. El servicio médico del hospital ni estaba ni se le esperaba.
Hace una semana, en la misma terminal de Barajas, un ciudadano nigeriano comenzó a sufrir temblores y convulsiones según desembarcó del avión. Aunque procedía de Estambul. el hecho distintivo era que , a diferencia de la paciente de nuestro vuelo (una mujer española de 60 años), era negro. Y ya se sabe que todo negro africano , en su fuero interno puede esconder el Ébola. De forma que , con muy bien criterio, se decidió aplicar el santo protocolo, que establece que la Guardia Civil se ponga de lado, se llame a Sanidad Exterior, y al paciente se le deje a su suerte hasta que éstos aparezcan. Al menos 50 minuto sin que lo atendiera nadie.
Cuando llegaron los efectivos de Sanidad Exterior, descartaron que el negro nigeriano tuviera ningún tipo de enfermedad infecto-contagiosa, por lo que decidieron derivarlo a un hospital, aunque no hubo necesidad porque murió en el mismo aeropuerto. La autopsia nos ha tranquilizado a todos, puesto que parece que la muerte se debió a la rotura de alguna de las bolas de cocaína que el negro llevaba alojada en su organismo. Efe  reflejaba bien ese alivio social con la forma en que iniciaba la noticia: “un nigeriano murió el pasado sábado en el aeropuerto de Barajas por la ingesta de bolas de cocaína , aunque los síntomas que presentaba hicieron activar el protocolo por Ébola y que se esperase a la llegada de Sanidad Exterior para valorarle y trasladarle a un hospital lo que no llegó a ocurrir”. Aunque podría haberse salvado de derivarse con celeridad, lo importante era aplicar el protocolo.
De hecho, la Delegación del Gobierno ( de quien depende sanidad Exterior) “ha asegurado que no hubo fallos ni dejación de funciones en este caso”. Que el negro nigeriano muriera es otra cuestión, derivada de su mal comportamiento , justamente castigado por la providencia. Lo importante es que el protocolo , el divino protocolo, funcionó perfectamente, y ese protocolo establece que ante síntomas alborotadores en paciente negro lo que debe hacerse es dejarle solo hasta que llegue el Equipo A de la Sanidad Exterior. Algo que nunca habría ocurrido si el viajero procedente de Estambul con un episodio de convulsiones hubiera sido rubio, alto y nacido en Baviera , aunque también tuviera el intestino lleno de cocaína.
Según informaba El Mundo, el servicio médico del aeropuerto de Barajas lo forman un médico y una enfermera en funcionarial horario de mañana de lunes a viernes ( como para la renovación del DNI). Fuera de ese horario hay un médico y una enfermera de guardia que pueden estar en su casa o en cualquier otro sitio, eso sí localizados.
Posiblemente esté equivocado, pero parece que para ser el aeropuerto con mayor número de viajeros de España y uno de los mayores de Europa, con cerca de 4 millones de pasajeros en el último septiembre , una dotación sanitaria semejante parece algo  insuficiente, especialmente si se es negro o se viene de lugares sospechosos.
En los próximos años los aeropuertos de convertirán inevitablemente en un punto clave de la asistencia sanitaria en todo el mundo: tan importante es detectar precozmente los casos susceptibles de convertirse en una amenaza para la salud pública, como seguir atendiendo a los pacientes con cualquier contingencia, por negros que sean. Pero estemos tranquilos. Los protocolos funcionan.
(Imagen:  El Periodico)

4 comentarios:

  1. El relato de la tripulación de Ryanair me recuerda al principio del "ensayo sobre la ceguera" de Saramago: dentro del aislamiento, que los sanos se ocupen de los enfermos. Si los sanos no se acercan por miedo, no hará falta entrar a separarlos; y si los sanos caen enfermos separarlos será un problema menos.
    Cumplir órdenes, no adquirir responsabilidades y no pensar porque ya hay un protocolo se han convertido -no sólo en sanidad- en el nuevo traje de protección individual para no mancharse con la pringosa humanidad que se empeña en infiltrarse por todas partes. Pero claro, para eso no hay doble guante que valga...

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    1. Cuanta razón llevas Clara...para eso no hay guantes ni gafas . Y esa enfermedad avanza sin obstáculos

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  2. MIEDO A VOLAR
    Nunca me dio miedo volar. De ese medio de transporte, me molestan las colas para embarcar, que a uno lo puedan dejar en tierra (o en el avión mismo sin saber por qué no da despegado), que si el equipaje de mano… todos esos inconvenientes archiconocidos. Pero ahora, esto que comentas sí que me produce miedo. Y no sé si más en caso de sufrir yo un desvanecimiento y que algún pasajero me dé masajes cardíacos o me desfibrile (no sé si hay esos artilugios en los aviones) o que tenga que sacar yo a alguien de las garras de la hermana muerte.
    Desconozco cómo está la legislación relativa al “buen samaritano” en nuestro país. A pesar de tanto protocolo, nunca recibí en mi correo profesional nada al respecto. Algo inquietante, porque la probabilidad de que en un vuelo de 200 pasajeros a alguien se le dé por tener cualquier problema de salud, desde una crisis de ansiedad hasta una parada cardiorrespiratoria, no es despreciable. Y el hecho de ser médico, aunque uno en general no vea enfermos, le induce a actuar, al menos para evitar actuaciones de no médicos, asumiendo lo básico del “primum non nocere”.
    En cualquier caso, sabemos ya que uno nunca puede ser buen samaritano ante negros febriles a los que habrá que dejar que se mueran, dada la posibilidad de que transporten un virus temible. Por protocolo, claro. En su día, el Iltre. Colegio Médico de Madrid recomendaba no dar la mano. Eran los tiempos de la gripe A. Y ya sabemos que los Ilustres Colegios Médicos están en general regidos por ilustrados. En una civilización básicamente visual, virtual, como la nuestra, podemos tocar ordenadores, papeles o sensores de huellas, pero no personas. El gran pecado no reside en la visión pornográfica sino que es factible sólo por el tacto (que en sentido amplio incluiría la relación sexual). Sabemos lo que ocurrió en Madrid con la contagiada que lo fue por tocarse (como tan bien nos aclaró algún jefe clínico indagando a lo “House” y algún Consejero). Sabemos lo que ocurrió con el negro al que aludes en tu post: era intocable y por ello no tocado. Nadie pecó y él se murió.

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  3. "Nadie pecó y él se murió". No se puede sintetizar mejor
    Si se lee la noticia de Efe y las crónicas de los periódicos queda una sensación de cierto alivio. Murió el negro, pero es que era un camello. El se lo ha buscado. Nadie sabe si se hubiera salvado de no estar el Ebola intoxicando a la opinión pública. Lo triste es pensar que los retrasos en la atención por el miedo al contagio y la aplicación rigurosa del protocolo pondrán en riesgo a mucha más gente. Eso sí, "inocente"
    Respecto a lo de los aviones es sencillamente asombroso que un lugar tan expuesto a incidencias clínicas no disponga de ningún tipo de regulación ,quedando a la buena volntad de pasaje y tripulaciones
    Alucinante

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