Mark Zuckerberg anuncia sorpresivamente su salida de Facebook.
Cansado de buscar nuevas fórmulas para conseguir que hasta las ratas tengan
cuenta, quiere disfrutar de los beneficios que da el dinero, tener un número de
hijos indeterminado ( entre 2 y 10), y dedicar parte de sus fortuna a proyectos
humanitarios para desbancar a uno de sus eternos competidores en el ejercicio
de vivir , Bill Gates, que le lleva la delantera en este campo.
El consejo de administración de Facebook nombra como
sustituto a Jack W Chance, hasta entonces socio de la prestigiosa firma de
abogados Abercrombie& Bitch. El nombramiento sorprende a todo el mundo
puesto que Chance , de 47 años, reconoce abiertamente que , no solamente no
tiene cuenta alguna en Facebook, sino que desconoce lo que es Twitter,
Pentarest o Linkedin, habida
cuenta de que hasta la fecha sus correos electrónicos los contestaba su
secretaria. Eso sí, tiene un iPad para estar al día de los resultados de
baseball. Par justificar la sorprendente decisión , Factbook alude al carácter
negociador y dialogante de Chance, su activa participación en animados debates
de la CNN y a su experiencia en gestionar pequeñas ferreterías en el medio
oeste.
Nadie puede imaginar que una decisión de estas
características no afectara a la cotización en bolsa de Facebook. Un mínimo
conocimiento del negocio parece necesario para gestionar, y por supuesto
dirigir , cualquier empresa.
Excepto cuando se trata de dirigir un sistema sanitario,
cometido para el que (en España) sirve
cualquiera: abogados y economistas, personas sin estudios o sin cultura,
amantes de lo esotérico y de las ondas electromagnéticas, científicos básicos y
hombre de edad avanzada…
A la indescriptible Ministra Ana Mato la ha sustituido
Alfonso Alonso. Su conocimiento más cercano el sistema sanitario posiblemente
proceda de la oficina de farmacia más próxima a su domicilio, donde compra la
seda dental. Los medios resaltan las mismas cualidades que exhibía Mr. Chance:
portavoz del congreso, talante negociador con sus adversarios, contertulio
semanal del programa de Angels Barceló, y sobre todo hombre de las más estricta
confianza de la Vicepresidenta del gobierno. Puestos a destacar sus méritos se
señala su disposición favorable a celebrar matrimonios entre homosexuales cuando
era alcalde, y a las adversidades que hubo de soportar en su difícil infancia .
Su conocimiento de aspectos como los precios de referencia,
las fórmulas de asignación de presupuestos a atención primaria, los factores
determinantes de la estancia media, o la diferencia entre virus y bacteria, es
harina de otro costal. Igual que para Chance, su desconocimiento del terreno
que pisa no es ningún inconveniente. Para eso están sus subordinados….hasta que
aparezca una nueva crisis de salud pública y tenga que salir a dar cuentas ante
los medios respecto a que tipo de medidas de prevención va adoptar su
ministerio , o si las cifras de casos han adquirido ya la consideración de
epidemia.
Participé hace unos días en una reunión internacional que
contó con la intervención de buena parte de los viceministros de América
Latina. Cualquiera de ellos daría sopas con honda en un debate a dos a gente
como Alonso, Pajín o Mato. Pero especialmente impresionante me resultaron las
intervenciones de la viceministra de Ecuador.
Ya sabemos que Ecuador es un país “tercermundista”,
compañero de viaje del eje del “mal”. Pero el conocimiento ( científico, social
y económico) que demostraba su viceministra de lo que se discutía, y la
brillantez de sus argumentaciones en los diálogos, estaba a años luz de lo que
se estila en nuestro país en cualquier servicio sanitario. La misma impresión
tuve cuando conocía a su ministra
Carina Vance, alguien que sabe muy bien el terreno que pisa. No en vano tiene
un Máster en salud Pública por Berkeley, y un amplio conocimiento de lo que es
un sistema sanitario, de los problemas que afronta, y de los instrumentos con
los que cuenta para producir un cambio.
Vance es Ministra y tiene 37 años. Los miembros de su
gabinete ( mayoritariamente mujeres) apenas supera la treintena. Y están
realizando una reforma de la que podríamos aprender mucho los viejos sistemas
europeos dirigidos por analfabetos sanitarios.
(Fotografía: Chance en el jardín; Fotograma de la película Being there)
El ejemplo de Mr. Chance es muy apropiado. En realidad, no hay por qué pensar que Alonso lo vaya a hacer mejor que lo podría hacer, si viviera, Cantinflas. Es más, estoy absolutamente convencido de que Cantinflas sería mejor ministro de sanidad.
ResponderEliminarLlegados a este punto, lo extraño es que no hagan ministro al “Doctor Vilches”. Él, al menos, se ha puesto pijamas verdes, llevaba fonendo, y cuando decidía en ese famoso “Hospital Central” lo hacía con un aplomo que convencía a cualquiera.
Por debajo de Alonso todo el conjunto de estupendos gestores que saben tanto de Medicina como de supermercados o tiendas de zapatos.
Así nos va.
Pues es verdad Javier. El Dr Vilches no seria peor opción que los que acostumbran a ocupar la cartera. Al menos no tendría tanta contaminación política
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