El grupo de Pilar
Arrizabalaga del Hospital Clinic de Barcelona publicó el año pasado en Gaceta
Sanitaria un estudio muy interesante. Pretendían analizar si el avance en la jerarquía sanitaria es
similar entre hombres y mujeres. Para ello realizó un estudio retrospectivo en
el Hospital Clinic en el que analizaba los datos sobre puestos de trabajo
eventuales y fijos, la jerarquía, las promociones, la especialidad, el sexo y
la edad en el periodo comprendido entre 1996 y 2008.
La relación mujeres/hombres
es mayor de uno durante el periodo de residencia. Algo que es sobradamente
conocido: la profesión médica lleva décadas feminizándose. Hay más mujeres que
hombres entre los que superan las estratosféricas notas necesarias para poder
hacer medicina, y también es mayor el número de mujeres que supera el MIR.
Pero acabada esa fase, en
que la posición la determina el mérito, las aguas vuelven a su cauce. Es decir,
la mujer queda relegada al lugar que ha venido ocupando durante siglos.
Una vez acabada la
residencia el número de mujeres con contratos eventuales dobla al de hombres en
la misma situación. Sin embargo , mientras que el porcentaje de hombres con
contratos fijos es del 70% , el de las mujeres apenas alcanza el 50%. Aunque
más del 50% de los residentes sean mujeres, ellas alcanzan el nivel de
consultor un 25% menos que sus colegas masculinos.
Eso se acompaña además de
una diferencia significativa de salarios entre hombres y mujeres , tras ajustar
por las horas de trabajo realizadas.
Las posibles causas de esta
situación podrían ser múltiples: entre ellas se menciona la diferencia en
prioridades profesionales entre
hombres y mujeres: los primeros más interesados en hacer carrera, a menudo a
través de publicaciones científicas que den lustre a sus currículums, y las
segundas mucho más inetersadas en mantener buenas relaciones con sus pacientes.
Pero las razones fundamentales pmás probablemente te tengan que ver con que los
roles sociales y las responsabilidades familiares siguen sin avanzar demasiado
con respecto a la generación de nuestros padres.
De hecho, el trabajo
publicado por Jolly Griffits en los Annals of Internal Medicine lo demuestra:
en él analiza las diferencias de género en el tiempo empleado en tareas
domésticas, pero en un entorno diferente , el de los médicos americanos que se
dedican a la investigación. En éste ( una encuesta nacional con 1049 respuestas), las mujeres
tienen más a menudo parejas que trabajan a tiempo completo (85.6% versus 44.9%)
y dedican 8,5 horas más a la semana a tareas domésticas.
La situación no solo es
injusta, sino que demuestra que el mérito y la capacidad son palabras hueras
cuando éstas deben aplicarse en condiciones reales ( la forma mayoritaria de
relaciones afectivas y sociales entre seos) . Este fenómeno , denominado de “tubería
con fugas” supone un agravio insultante para las mujeres, pero además priva a
la sociedad de profesionales altamente cualificados solo por el hecho de ser
mujeres.
Sus conscuencias no acaban
aquí: la ausencia de mujeres en las posiciones más altas de la organización, en
los puestos directivos de las organizaciones, hacen muy difícil que esta
situación absurda pueda ser revertida alguna vez.
(Viñeta de El Roto en El Pais)
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