En 2007 Richard Horton , director de The Lancet escribió:
“La Atención primaria es sujeto de más actas constitucionales, declaraciones y
manifiestos que ninguna otra disciplina médica, con la excepción quizá de su
prima hermana, la salud pública. Sin embargo este efluvio de rumiaciones de
respetados expertos y vetustas burocracias apenas han servido nada el ejercicio
diario de la medicina de familia”.
Hace apenas un mes, otro reputado exdirector de revista, el
que fuera director del BMJ y después de PLoS, Richard Smith, manifestaba en sublog su creciente antipatía respecto a los médicos generales, una especie que
ha sustituido a los granjeros ( desde su punto de vista) en el primer puesto de
las profesiones lastimeras.
No siempre había pensado así sobre ellos. Hace muchos años
escribió: "Ser médico general es una cuestión de valores y de política. No es
solamente un trabajo. Como generalista tienes el privilegio de aprender los
secretos de las vidas de la gente y estar con ellos en situaciones extremas: el
dolor, la enfermedad, la muerte. Si puedes empatizar, escuchar, observar, y aprender puedes entender la vida y
la muerte más profundamente que la
mayor parte de la gente”.
Ahora en cambio no nos tiene aprecio alguno: “no tengo
simpatía por ellos. Quiero que dejen de hacerse las víctimas y se conviertan de
una vez en líderes, gente que resuelve problemas en lugar de quejarse sobre ellos y esperar que otros los
resuelvan”.
Sus argumentos son interesantes: “ mi primer argumento es
que incluso siendo una víctima , no ganas nada pensando que lo eres . Es más ,
pierdes . Al mundo le importa un bledo si tu pierdes tu tren, incluso si te
mueres . Puedes verte a ti mismo como una víctima pero el mundo no….Los médicos
generales saben de su trabajo cotidiano que el mundo está lleno de gente con
muchas más dificultades que ellos. Pero la diferencia crucial es que los
médicos generales tienen el espacio y los recursos para cambiar sus
vidas…Tienen estatus, educación, dinero y poder para hacer las cosas de forma
diferente, y liderar el cambio hacia un mejor futuro. Es más considero que
tienen más poder para cambiar y dirigir que cualquier otro agente del sistema
sanitario y social, incluidos los médicos hospitalarios”
Smith acaba su escrito reclamando menos llanto y más inventiva:
“ propongo una moratoria en los llantos y a cambio un festival de ideas para
reinventar la medicina general”.
Un escrito tan incendiario no podía pasar desapercibido: el
siempre interesante Jonathon Tomlinson argumentaba desde su blog que uno de los
problemas de Smith es que nunca llegó a practicar la medicina, por lo que no
puede saber lo que se siente en la piel de un médico que ha visto como por sus
decisiones muere un paciente.
Es un buen argumento, sin duda. Abundan los profetas que
consideran que practicar la medicina es asimilable a reponer el pan de molde en
los estantes de Mercadona. Imbéciles hay en todas partes.
Pero parte de razón lleva también Smith. Los foros de
médicos de familia se han acabado convirtiendo en velatorios, en que disfrazados
de viejas lanzamos llantos inconsolables por lo mal que nos tratan, lo
precarios que son nuestros contratos +, la reducción brutal de nuestros
presupuestos…Pero no hacemos nada. Volvemos a casa, hacemos la cena, y pensamos
como Escarlata o ‘Hara que mañana será otro día, y las cosas llevan tiempo.
Smith propone cosas que no dejan de ser
interesantes. Rescatando las ideas de Geofrey Marsh considera que, en lugar de reclamar la reducción progresiva
de los cupos, el médico general debería reivindicar cupos de 3000 o 4000 pacientes.
Pero obviamente no para hacer todas las tareas que necesitan: sino para
liderar, coordinar y organizar la atención a todos ellos a través de equipos
multidisciplinares, pero de los de verdad. Perfiles como el del Physician Assistant, el del agente comunitario, el de la enfermera
de distrito han demostrado su utilidad en atención primaria en otros países. Una Atención
primaria en la que el médico de familia se ocupa de los casos realmente complejos, difíciles, …”sagrados”.
Para los que dedica el tiempo que merecen.
El cirujano es pieza clave en el acto quirúrgico. Pero no lleva al
paciente al quirófano, prepara el instrumental, le anestesia, le opera, y
después le lleva fuera hasta llegar a la recuperación. El médico de familia
hace casi todo eso en su ámbito de responsabilidad, pero lo único que hace ante esa situación intolerable, que jamás consentiría otro especialista es
lamentar su negra suerte.
En el fondo, Smith tiene razón. Ya está bien de llorar.
¡¡¡¡¡Bravo!!!!! Me ha encantado. Me siento muy identificado. Hay que movilizar más, buscar más recursos con imaginación, que no sea lo de siempre. Pero necesitamos que no sea una cosa individual, de alguien que es el raro en no sé donde, y hace tal cosa, y otro en la otra punta que hace cual cosa. Hace falta ponerlo en común, enriquecer el ecosistema, para generar biodiversidad y generar nuevas soluciones. ¿Quién se presta voluntario para realizar un blog/foro de medicina de familia creativa, donde dar visibilidad a estas otras soluciones?
ResponderEliminarTras la lectura de tu post, he visitado el blog de Richard Smith, y su última entrada, referida a los sueños, no puede ser más ingenua, mostrando un claro desconocimiento de lo que es el psicoanálisis y reduciendo la perspectiva de Crick a una simpleza. Quiero suponer que sus opiniones sobre los “GP” esté más sustentada, sobre todo teniendo en cuenta su relación con el BMJ, la cual, por otra parte, induce a estar advertidos de que cualquiera de las grandes revistas puede ser también albergue de cualquier cosa.
ResponderEliminarSer víctima no conduce a nada, pero no sólo en Medicina General. Todas las especialidades médicas están en crisis y esperemos que sea para bien, aunque el panorama es un tanto inquietante. Aun se puede ver en la web de “El País” algo relativo a “recetar aplicaciones”, apps, como se dice ahora, para usarlas como diagnóstico (http://one.elpais.com/daniel-kraft-director-de-medicina-y-neurociencia-en-singularity-university-tu-medico-te-va-a-recetar-aplicaciones/ ). Sin duda alguna, la medicalización de lo normal inducirá a desarrollar esas apps.
Los radiólogos pueden ser relegados por una telemática que dirija imágenes tomadas por técnicos a otros radiólogos chinos o sistemas expertos y, si de imagen hablamos, eso vale también para las de biopsias, obtenibles con un móvil y enviadas por la red, retinogramas, etc. Los analistas somos ya, en la práctica, operarios de las grandes firmas proveedoras de máquinas y cadenas analíticas, tal vez hasta que el abaratamiento de los “Lab on a Chip” dé al traste con analistas y máquinas. Pero también la mano del médico podría sustituirse donde más necesaria parece, en el quirófano. Los urólogos parecen encantados con el Da Vinci para operar próstatas, hasta que el Da Vinci o su sucesor lo pueda manejar cualquier técnico, sin necesidad alguna de médico (¿o no es una posibilidad?).
El problema a resolver, desde mi punto de vista, no reside en diferencias entre primaria y especializada, sino ya en algo que creo más serio: ¿qué significará en breve plazo ser médico? Probablemente en pocos años los lamentos se den mucho más en especializada que en primaria. Muy recientemente he asistido como observador en mi hospital a las tensiones entre intensivistas y anestesistas, fricciones que se dan en muchas otras áreas que la atención a críticos, como todos sabemos.
Así pues, sobran las lágrimas en Primaria. Estamos empezando a llorar en los hospitales.
Toda la razón, Sergio, si bien más que plañidera, la veo y sufro como algo más bien inmovilista y afecta de la desidia permanente. No la veo tan plañidera en ese sentido.
ResponderEliminarToda la razón, Sergio, si bien más que plañidera, la veo y sufro como algo más bien inmovilista y afecta de la desidia permanente. No la veo tan plañidera en ese sentido.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, aunque no es fácil de llevar adelante. Pero viene muy bien recordarlo.
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