“La
medicina se ha vuelto demasiado irreflexiva. No nos detenemos a reflexionar
sobre si una determinada intervención clínica merece la pena teniendo en cuenta
lo que podemos ganar y perder con ella. Preferimos guiarnos por eslóganes, como Más vale prevenir que curar, que no siempre son ciertos".
Antonio
Montaño, médico de familia.
Antonio
Montaño es un sencillo médico de familia que trabaja en Sevilla. No sale en
prensa ni en los telediarios, ni siquiera andaluces: no hace trasplantes de
cara; solamente atiende cada día a los pacientes de su cupo, desde hace muchos
años. Antonio fue de los pioneros de este país en llevar a la práctica los
ilusionantes principios de la Medicina basada en Pruebas a principios del
presente siglo. Hace un tiempo colocó en la puerta de su consulta un cartel
bajo el título de Medicina Reflexiva. En él animaba a sus pacientes a saber,
reflexionar y decidir:
-Saber, “que la medicina actual
dispone de muchas intervenciones realmente útiles, pero también que otras
muchas intervenciones que también se aplican rutinariamente en la práctica
clínica tienen una utilidad muy limitada, algunas de ellas son inútiles, o no se
sabe si benefician más que perjudican”.
-Reflexionar con
él sobre “las diferentes opciones de actuación para el problema que le preocupa
o aqueja, y los posibles beneficios y daños de cada una de dichas opciones”.
- Decidir si
alguna de las opciones encaja dentro del conjunto de todo lo que el paciente
valora en la vida aparte de la salud (su familia, ocupación, ocio, o creencias
religiosas).
Hace unos
días acudió a su consulta una paciente de 75 años, acompañaba su a
conocer los resultados de una analítica rutinaria por Hipertensión arterial e
Hipercolesterolemia. Les explica la incertidumbre respecto al tratamiento del
exceso de colesterol en personas mayores sin antecedentes de cardiopatía
isquémica, ictus o arteriopatía periférica; en cualquier caso les informa de
que la decisión final es suya.
La paciente y su familiar comienzan manifestando su malestar
y acaban por agredir verbalmente al médico, tras asombrarse de lo que les
propone Montaño: “¡te está diciendo que decidas tú si vas a tomar las pastillas
o no; yo bajo a cambiarte de médico!”.
La actuación de Antonio Montaño no es ninguna excentricidad.
Hace solo unas semanas el BMJ presentaba una iniciativa destinada al desarrollo
de sistemas de salud integrados, en que precisamente incidía en que sólo con
una implicación activa y responsable de los pacientes será posible cambiar los sistemas
sanitarios.
Tres investigadores del prestigio de Albert Mulley (
Darmouth), Angela Coulter (Oxford) y Miranda Wolpert ( UCL), señalan en él tres
asunciones completamente equivocadas respecto a los sistema sanitarios: la idea
de que la evidencia es suficiente para determinar el mejor curso de acción, la
asunción de que sólo los profesionales pueden dar una prestación efectiva de
los servicios, y la presunción de que a más servicios mejor salud.
El sencillo Dr. Montaño por tanto, aunque no salga en los
medios acompañado del político de turno, está a la última en lo que es un
sistema sanitario moderno. Pero está solo. Su intervención la realiza a título
personal, porque cree que es lo que debe hacer. Es más pretende difundir su
experiencia y hacer partícipes a otros médicos de familia de la importancia de
Dejar de Hacer, de No hacer intervenciones innecesarias y potencialmente peligrosas.
Pero un cambio así no es sencillo. Cambiar una cultura
generada desde médicos de escasos escrúpulos interesados en promocionar el uso
indiscriminado de fármacos, apoyada a menudo por sus sociedades científicas, y
jaleada por los medios requiere tiempo, pero sobre todo una posición política
coherente y valiente, capaz de “dar la mala noticia de que la medicina es
imperfecta”, en palabras de Margaret Lowenstein.
Hace más de una década, cuando aún era director del BMJ
Richard Smith formuló sus recomendaciones para un nuevo contrato entre
pacientes y profesionales. Eran éstas:
-
La muerte, la enfermedad y el dolor son parte de
la vida.
- La medicina tiene poderes limitados,
particularmente para resolver los problemas sociales; a ello hay que añadir que
tiene riesgos.
-
Los médicos no lo saben todo; necesitan sopesar
las decisiones y recibir apoyo psicológico.
-
Los médicos y los pacientes estamos juntos en
esto.
Ministros, consejeros, directores generales y gerentes, que
tanto hablan de la sostenibilidad del sistema, deberían tomarse esto en serio
de una vez. Y apoyar a sus profesionales en un cambio de cultura radical,
dejando de hacer promesas rentables electoralmente pero tan derrochadoras como
peligrosas. Es pedir peras al olmo.
Comparto la mayoria de tus reflexiones, y te felicito de poner nombre a la soledad de profesionales que conforman sus decisiones en datos.
ResponderEliminarDos preguntas me sugieren parte del problema que tu desarrollas en el post.
¿La política es percepción y se mueve más por gestos que por evidencias?. ¿La gestión como la clínica deberían contemplar en sus decisiones en evidencias y resultados?.
En mi doble experiencia como clínico y gestor, mis decisiones han intentado dotar se de datos; pero han generado controversia en ambos lados.
Saludos, reconocimiento y simpatía para el Dr Montaño
Disculpa el retraso en contestar Jordi
EliminarPor desgracia es cierto que la polñitica se basa en gestos. Sin duda es dificil encontrar evidencias para cualquier decisión politica pero las hay,m cada vez hay más y mejor investigación sobre intervenciones en materia de gestión y politica sanitaria
Quizá no siempre sea posible hacerlo pero no es de recibo nunca tomar decisiones de tan alta coste como las sanitarias simplemente porque tengo "el mandato popular" o la "legitimidad democrática"
Eso lleva al final a despropósitos y despilfarros como el de Granada
Conozco a Antonio Montaño desde hace bastante años.Recuerdo, como si fuera ayer, el extraordinario curso de MBE (así se llamaba entonces) que coordinó y al que pude asistir. Era una época en las que aún se producía un extraordinario fenómeno (curso en horario laboral y sustituido). Duró nana menos que un mes. No creo que fuera en absoluto costoso pues creo que todas las personas que lo hicimos salimos con una visión diferente. Aprendí por vez primer lo que era el NNT. Aún hoy día encuentro a compañeros de mi generación e incluso posteriores, que no tienen nada claro que es eso. Muchas gracias, Antonio. Gran maestro.
ResponderEliminarMe uno a tus felcitaciones Daniel
EliminarEs posible y factible realizar cursos asi
Y la competencia del dr Montaño es sencillamente excelente