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miércoles, 29 de noviembre de 2017

Apuntarse



Los pasados 23 y 24 de noviembre se celebró en Oviedo las V Jornadas de No Gracias con el título de “Divergencias críticas en biomedicina: ciencia, política ysociedad”. Pero fue mucho más que lo que se encierra en un lema, fue una reflexión en voz alta de cerca de 200 personas sobre de donde viene, dónde está y a donde va  No Gracias, como tan certeramente resumió Juan Gervas y Mercedes Pérez-Fernández.
La plataforma aspira a colocar el valor social por delante de los beneficios, situando a la vida, la salud y lo público por delante de intereses espúreos, ya sean los económicos de las compañías o los electorales de los políticos. Se resume en una negativa educada (No, gracias) a regalos (un bolígrafo, una inscripción, un viaje, una televisión) que llevan siempre implícita una contraprestación a cambio. Pero es mucho más que eso. Es uno de los escasos foros independientes que cuestionan el supuesto “avance científico” a partir de las pruebas  existentes, sin ignorar los riesgos que conllevan siempre, en mayor o menor medida, y que, por el contrario, minusvaloran u ocultan ministerios, consejerías, y por supuesto la industria biosanitaria. No se limita a describir los excesos de ésta, sino de todo aquello que pueda suponer una amenaza para la salud, un despilfarro evidente o una simple tomadura de pelo, no solo en el ámbito clínico, sino también en la salud pública, la alimentación o el clima.
Ciertos aspectos (cada vez más frecuentes afortunadamente) llaman la atención en un encuentro como el de la pasada semana: por supuesto la ausencia de logotipos, stands o representantes de la industria; por supuesto la gratuidad del evento (en otros parejos el precio es asumible para cualquier persona dispuesto a salir a cenar a un restaurante medio, como comentábamos hace unos días a propósito de OSATZEN); por supuesto sin mesas inaugurales que guardan la tónica de protocolos decimonónicos  y en que se ha de esperar minutos e incluso horas a que llegue al ministro o consejera de turno a decir tópicos manidos o simples sandece.
Pero además hay otro aspecto que supone algo radicalmente diferente a los eventos al uso: en lugar de restringir la entrada a “los de fuera”, a los que no son de nuestra sociedad o asociación, los que no son de nuestra profesión o cometido, los que no podrán nunca liderar grupos de trabajo porque no son de los “nuestros”, aquí nadie está excluido de participar, y ninguno es considerado extraño. Y es impresionante lo que puede abrir la mente escuchar a un ingeniero como Jesús Pagán, fundador de Foodtopia hablar del despilfarro en materia de alimentación en el que vivimos, o a una antropóloga como Ana Porroche-Escudero revisar el tema del biopoder a propósito de las campañas de lacito rosa para el cribado del cáncer de mama, o a Carme Valls describir el proceso de medicalización de la salud de las mujeres.
Pasar de ver como David Hammerstein convierte un salón de actos al uso en un círculo abierto para hablar de la perspectiva de los comunes en medicina, a escuchar a JoséValdecasas criticar los excesos de la psiquiatría en un mundo cada vez más enfermo.
Integrar la sabiduría de referentes como Gervas, Tognoni o Laporte con la claridad de ideas de estudiantes de medicina que cuestionan la propia forma de plantear la reunión y seguir adelante.
Como señaló Gervas en su síntesis de la jornada No Gracias su meta es “desarrollar estrategias y alianzas para imaginar un futuro en que sea posible vivir y morir dignamente”. Es una utopía por la que merece la pena luchar.
Cuando las organizaciones clásicas siguen mucho más pendientes de sus propios intereses corporativos que de cambiar un sistema que se cae a pedazos ante el silencio “inocente” y cómplice de todos nosotros, borregos en busca de pienso, en caso de existir alguna esperanza ésta solo puede encontrarse en estos pequeños (y grandes) reductos de libertad, reflexión y pensamiento crítico, donde nadie sobra, y todo el que quiera aportar algo sea bienvenido. Organizaciones a las que da gusto "apuntarse".
Y un lugar donde además, sobrevuelan los Traveling Wilburys como  modelo de referencia

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