En la
ciudad en que vivo a los que se separan se les llama “desapartaos”; quizá la
reiteración (“des” y “apartaos”) enfatiza aún más el sentido de la separación,
la hace más rotunda si cabe.
En la
misma línea, para darse de baja de algo se emplea el término "desapuntarse",
especialmente utilizado entre la población infantil: me he “desapuntao” de inglés, danza,
tenis o violín. A mi entender hace aún más rotunda la ruptura, puesto que
recuerda que un día, quizá con bastante entusiasmo, nos “apuntamos” a algo que
el tiempo, el cansancio, la sobrecarga o la desilusión nos hizo abandonar.
José
Antonio Prados se “ha despuntao” de la semFYC, la Sociedad Española de Medicina
de Familia y Comunidad, y expone sus razones con detalle en su blog, con un
inquietante título: ¿Dejo semFYC o ella me deja a mí?
Afiliarse
o darse de baja de cualquier club, desde Todovino al Granada CF, no es ninguna
noticia: lo hacen y deshacen a diario cientos, miles de personas. Pero hay algo
en esta renuncia que tiene un significado que va más allá de una simple
renuncia.
En
primer lugar ,José Antonio Prados no es un miembro cualquiera de semFYC: como el mismo señala, se afilió a
la sociedad siendo residente de primer año hace 30 años, entre otras razones
por ser en aquellos tiempos la única sociedad que defendía la necesidad de que
existiera una especialidad para los médicos que trabajaban en el primer nivel
de atención; las otras existentes, consideraban que con haber acabado la
carrera de medicina ya era suficiente. Con el paso de los años fue implicándose
progresivamente en el trabajo de la sociedad, primero como miembros de grupos
de trabajo, después como vocal o impulsor de líneas de trabajo entonces pioneras,
desde el diseño de instrumentos como el portfolio o la evaluación mediante ECOES, hasta modelos de gestión integral de
conocimiento. Fue vicepresidente de la sociedad federada a la que pertenecía (samFYC)
y también de la estatal. En ese momento, cuando era vicepresidente de semFYC,
tuvo el atrevimiento de presentar una candidatura alternativa a la oficial,
algo bastante inaudito en una sociedad donde prima la candidatura única, en la
que apenas se han contrastado enfoques o propuestas diferentes a lo largo de
cerca de años de existencia, a pesar de contar en el momento actual con cerca
de 20.000 socios. Muchos valoran este hecho como demostración de continuidad y
estabilidad; a mi sin embargo me recuerda más a los viejos tiempos del
Politburó soviético, en especial cuando los elegidos son habitualmente varones
y nunca de la edad de los que desempeñaron el mismo cargo en las primeras
décadas de la sociedad: si en los 80 era normal que un presidente de sociedad
pudiera tener treinta y tanto años hoy resulta casi impensable, y menos
aún que sea mujer.
Prados
perdió aquellas elecciones por apenas una decena de votos. Pero aquella sesión
en Barcelona, dio por una vez (y sin que sirviera de precedente) la impresión
de argumentación y defensa de posturas diferentes sobre hacia donde debería
evolucionar la sociedad.
Pero hay
algo más preocupante en las argumentaciones de José Antonio Prados, y que van
más allá de la pérdida de un histórico de la sociedad: “tras 30 años como socio y caminar por el mismo sendero, tengo la
constancia de que su camino no es el mío, ni en los contenidos ni en las formas”.
No es
una cuestión, como señala, de diferencia de opinión o estilo, algo que considera
como algo sumamente beneficioso.
Está
relacionado, por el contrario, con su percepción de recelo y reticencia ante la
crítica; con la restricción de la autonomía de un grupo de trabajo como
Comunicación y Salud de amplia trayectoria propia, e independiente durante un
tiempo de la propia sociedad.
Está
relacionado con la discrepancia en lo que debe ser el coste de la inscripción a
una actividad profesional y de la necesidad de trasparencia respecto a los
gastos de la misma.
Y está relacionado
con la diferencia de puntos de vista respecto al carácter de “exclusividad” de
las actividades de un grupo que aspiraba a ser multiprofesional y abiertos a
otras profesiones, diferenciando el “nosotros” (los socios), de “los otros” (los
no socios, los no médicos, los de otras sociedades).
Que
alguien como José Antonio Prados se “desapunte” de semFYC, y sobre todo por las
razones que expone, debería ser motivo de reflexión para la propia sociedad.
Entre otras razones, porque mientras tanto, grupos, iniciativas y proyectos
diversos (los SIAP, la Cabecera, No Gracias, Farmacriticxs, el FOCAP y el FoAAP,
o algunas sociedades federadas de semFYC como OSATZEN )
están aglutinando el descontento, pero sobre todo la ilusión de muchas
personas, no necesariamente médicos de familia, que creen que se pueden hacer
las cosas de forma diferente.
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