En
ninguna de las priorizaciones de los modernos modelos de atención a la
cronicidad, los pacientes crónicos o la enfermedades crónicas (que de todo hay
en la viña del Señor) aparece la pobreza por ningún lado; aspecto por otra
parte lógico, puesto que la pobreza se cura con trabajo e ingresos suficientes
para `poder vivir dignamente, y no con fármacos de última generación. Los
modelos de crónicos, tan admirados en los congresos de las sociedades de
Atención Primaria, son para atender problemas que se abordan con fármacos, el resto de las cronicidades no parece importar demasiado
Sin
embargo la pobreza no solo es un problema crónico de alta prevalencia, sino que
tiene una etiopatogenia clara, como ya vino a demostrar Elizabeth Blackburn
cuando demostró el efecto del estrés sobre el acortamiento de los telómeros, lo
que (entre otras razones) le valió el premio Nobel; que las personas en
situación de pobreza, de abandono, de desesperación mantienen altos niveles de
estrés no creo que haga falta demostrarlo, pero por si fuera preciso, también
lo hicieron Faresjo et al en PLoS a propósito del efecto de la crisis en
Grecia.
Tal vez
por eso Tudor Hart escribía aquello de que “si los factores sociales influyen en
la enfermedad a escala comunitaria, los profesionales de atención primaria
deben interesarse por ellos como una parte más de su trabajo, no como un fleco
de interés para alguno e ignorado por otros”. Algunos dirán que Julian Tudor
Hart era un peligroso laborista británico que se metía donde no debía.
Ahora
el que sigue esa misma tendencia recalcitrante es Don Berwick, padre de la
calidad moderna, y antiguo Director con Obama de los programas Medicare y
Medicaid.
En un
artículo muy reciente publicado en JAMA, Berwick señala que el principal problema de la política social americana no es la
incapacidad de financiar adecuadamente el sistema sanitario, ni tampoco el
juego con los precios de las empresas tecnológicas americanas ( incluyendo las
farmacéuticas), sino el sistema judicial estadounidense que lleva a prisión a un
porcentaje desproporcionado de su población, cercenando vidas de forma muy poco
equilibrada ( se encarcelan cinco veces a personas negras que blancas). Y
Berwick se pregunta: si este no es un problema de salud, ¿Cuál lo es?
El
segundo ejemplo que señala está en relación con el cambio climático y lo que es
aún peor,con el negacionismo de los argumentos y evidencias existentes al respecto,
lo que realiza Trump en América y
realizaba Rajoy por aquí hace no mucho tiempo Si devastar las condiciones de vida y alimentación de
poblaciones enteras no es un problema de salud, Berwick de nuevo se pregunta:
¿entonces qué lo es?
Acaba
su artículo con una declaración lapidaria: “los refugiados que llaman a
nuestras puertas, o a los niños que no son alimentados, o a las personas que no
tienen hogar, o los que tienen las necesidades sanitarias básicas sin cubrir, más
que situaciones que precisan compasión, son verdaderos problemas de salud. Es
guerra, es ignorancia, es desesperación. Es culpar a la víctima. El trabajo de
un médico como sanador no puede detenerse en la puerta de una consulta, el
umbral de un quirófano, la puerta de entrada a un hospital. El rescate de una
sociedad y la restauración del “ethos” político hace presente que “reparar”
forma parte también del trabajo médico. El silencio profesional ante la
injusticia social es una equivocación. Intentar evitar la contienda social
mediante el silencio ya es imposible, porque el silencio es político”.
Solo
hay dos opciones, como escribe Berwick: o implicarte o apoyar los estragos.
No lo
dice un peligroso bolchevique, ni siquiera un asesor de Podemos. Lo dice un
americano prudente.
Seguir
clasificando a las personas en pirámides y estratos mientras se libra esta
batalla es sencillamente irresponsable
No descubrimos nada al señalar la pobreza y el medio ambiente como determinantes de salud. Pero está bien en recordarlo una vez más. Hasta sería saludable que la "Secretaría de Medio Ambiente" estuviese integrada en el "Ministerio de Sanidad", a lo cual nos lleva la lógica.
ResponderEliminarLeo con demora esta entrada, y efectivamente "sabemos que la pobreza y el daño medioambiental" son determinantes de la (mala) salud. Pero las lógicas cotidianas que se despliegan en el sistema sanitario, y en la AP, respecto a lo importante, a lo que debe ser hecho... van completamente por otro lado...
ResponderEliminarAsí que , ante el desarrollo e implantación de más protocolos indicadores y evaluaciones sobre la actividad de los centros de salud y la invención de la cronicidad por los hospitales...(.que resulta efectivamente en cuidar unas enfermedades para inevitablemente descuidar a otros enfermos... ) es muy de agradecer la claridad de la posición que comentas, y la cita y comentario final. Me parece importante ver lo que hay detrás de las recomendaciones e indicaciones que recibimos los profesionales de nuestros gestores, que no contribuyen a mejorar la salud sino a usar más tecnología y fragmentar la atención que debemos a los pacientes. Agradecida por la reflexión. Saludos