“Si algo sabemos los escritores es que las
palabras pueden llegar a cansarse y a enfermarse, como se cansan y se enferman
los hombres o los caballos. Hay palabras que a fuerza de ser repetidas, y muchas
veces mal empleadas, terminan por agotarse, por perder poco a poco su
vitalidad. En vez de brotar de las bocas o de la escritura como lo que fueron
alguna vez, flechas de la comunicación, pájaros del pensamiento y de la
sensibilidad, las vemos o las oímos caer corno piedras opacas, empezamos a no
recibir de lleno su mensaje, o a percibir solamente una faceta de su contenido,
a sentirlas como monedas gastadas, a perderlas cada vez más como signos vivos y
a servirnos de ellas como pañuelos de bolsillo, como zapatos usados”.
Julio Cortázar.1981
Hace
cerca de 15 años escuché por primera vez a un alto cargo de un servicio
sanitario, en aquel momento de Andalucía, señalar que la diferenciación entre
Atención Primaria y Atención Especializada era un enfoque anticuado,obsoleto, y que a
partir de entonces no debería hablarse de Atención Primaria, sino de
integración asistencial.
La
sustitución de un término incómodo por otro más accesible y amigable es tan antiguo
como la humanidad: Los indios lakota , sin ir más lejos, pudieron comprobar en
sus propias carnes como el puro y simple exterminio de su forma de vida pasaba
a denominarse “política de asimilación”. Los gestores sanitarios y responsables
políticos son especialmente aficionados a practicar el escamoteo de unos
términos por otro, llegando a creerse a veces que así las cosas cambian: así “el
despido” es "armonización de puestos de trabajo", el pobre se llama “ individuo
en riesgo de exclusión “ y el cese “ la aplicación de criterios de armonía y confianza”.
La
cuestión sería trivial si no fuera porque la privación del nombre supone mucho
más que una simple modernización lingüística acorde con estos tiempos, tan
modernos.
La
realidad de la Atención Primaria en España en estos últimos quince años es
reflejo de ese menosprecio a su propio nombre: fueron desapareciendo las
Gerencias, departamentos o direcciones generales de Atención Primaria,
sustituidos por el más moderno término de Continuidad, integración o Proceso
asistencial. Desaparecieron los cursos y programas específicamente dirigidos a
la Atención primaria (AP), y que hasta entonces habían existido. La escasa investigación que realizaba pasó a realizarse en las unidades de los hospitales hasta que desaparecer por completo. Y acabó por
diluirse el presupuesto específicamente destinado a AP en el magma
presupuestario sanitario, de forma que acabó siendo imposible demostrar si los
recursos destinados a la Primaria aumentaban o disminuían.
En el
rebaño trashumante de la Atención Primaria aceptamos con resignación nuestra
suerte, asumiendo que no eran tiempos para una lírica tan trasnochada como la
nuestra. Por eso yo pensaba que el tema
estaba cerrado definitivamente, “descontado” ya de la agenda la sublimación de la
Atención Primaria en formas organizativas más modernas. Parece que no es así.
Tanto desde responsables de administraciones sanitarias socialistas como
populares se sigue recalcando la necesidad de superar estas arcaicas
diferenciaciones entre niveles asistenciales. En el caso de Andalucía se resalta
la necesidad de “hacer desaparecer los niveles asistenciales y cambiarlos por
áreas de capacitación” sabiendo dios que significa eso. En el de Madrid se
lleva a decir por boca de su Director General de Asistencia Sanitaria que “Atención
Primaria tiene que desaparecer”, ante la aceptación sumisa de sus corifeos. Ejemplo una vez más que cuando se trata de la Atención primaria y su relevancia en el sistema desaparecen las diferencias entre partidos: a todos les importa un bledo.
Ninguno
de ellos, sin embargo, habló nunca de la posibilidad de hacer desaparecer los hospitales, modelo decimonónico donde los haya, y superada en su clásica estructura por
el desarrollo tecnológico y el acortamiento en la resolución de los procesos.
Más bien al contrario, no hay ni habrá programa electoral, de derecha o “izquierda”,
soberanista o unionista, antiguo o moderno, que no prometa construir un nuevo
hospital en cada pedanía.
Ni en
Dinamarca, ni en Holanda, ni en Reino Unido, por citar solo tres sistemas
sanitarios referenciales para muchos países, donde la AP es un
elemento clave del sistema sanitario desde hace décadas, es inimaginable que
aparezca un nuevo profeta diciendo que el futuro de la Atención primaria es su
desaparición. No tanto por el hecho de que los profesionales que allí trabajan
no lo permitirían ( que también), sino porque a nadie con una mínima
responsabilidad gestora se le ocurre semejante exabrupto
Aquí,
sin embargo sí. Comentarios de este tipo, con la sólida base científica en la
que se sustentan, no reciben el más mínimo comentario por los profesionales de
Atención Primari; es más llegan incluso a formularse en congresos de las
sociedades científicas de Atención Primaria sin que nadie diga nada.
La
simple mención de cualquier referencia a “desaparición”, “integración”, “superación”
de la Atención primaria en otros modelos supuestamente “superiores”, debería
producir de forma refleja una oposición frontal del que estuviera escuchando,
si éste cree sinceramente que la AP debe seguir jugando un papel en el sistema
sanitario.
Pero no
por una cuestión de dignidad mal entendida, ni de corporativismo rancio: simple
y llanamente porque la Atención Primaria es un lugar de práctica clínica (como
lo definió Howie) con características absolutamente específicas y diferentes
del medio hospitalario, en la forma de presentación de los problemas, de
registro de los mismos, de forma de proceder y de relacionarse. La “difuminación”
de esas características en un modelo de organización única, de historia única,
de procedimiento único, devalua definitivamente cualquier posible aportación
que pueda hacer la Atención Primaria. Para eso es mucho más efectivo, barato y
sencillo simplemente eliminarla; o en términos lakotas, "asimilarla"
(Fotografía: profesionales de Atención Primaria en proceso de "asimulación" a fórmulas organizativas más modernas)
¿Existe la Atención Primaria o es una leyenda urbana (semiurbana o rural)?
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