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sábado, 31 de marzo de 2018

Minority Report



“ A mi me han pagado por contar lo que aún no era, ni había sido, lo futuro y probable o tan solo posible-la hipótesis-; es decir por intuir e imaginar e  inventar; y por convencer de ello”.
Tu rostro mañana. Javier Marías

En la siniestra historia de Philip Dick Minority Report (bastante tergiversada por Spielberg, por cierto), John Allison  Anderton funda Precrimen, una organización destinada a prevenir el delito a través del análisis de las confusas imágenes que generan en su mente tres mutantes precog, un brillante invento que permitiría abolir el sistema punitivo postdelictivo, claramente inútil: “como todos sabemos nunca fue muy disuasorio, y no brindaba consuelo a una víctima que ya estaba muerta”.
La innovación tenía un pequeño inconveniente ético, el hecho de que se acabe a arrestando a individuos que aún no habían infringido la ley, convirtiendo al delito (en palabras del propio Anderton) en pura metafísica: “sostenemos que son culpables. Ellos por su parte, siempre alegan que son inocentes. Y en cierto sentido lo son. En nuestra sociedad no tenemos grandes delitos, pero tenemos un campo de detención repleto de delincuentes en potencia”.
Un reparo menor en cualquier caso, habida cuenta de la efectividad de Precrimen: sólo un asesinato en 5 años. Anderton presume de su invento ante su posible sustituto, Witwer, hasta que por casualidad descubre que el próximo asesino potencial a neutralizar por la organización será él mismo, pasando de ser su máximo responsable a un homicida en potencia. Anderton se enfrenta, así, a sus propias contradicciones: quizá hubo antes otros inocentes, quizá ni él ni otros cometieron ni cometerán un homicidio…
Cada vez más perdido y confuso, Anderton consigue escapar gracias a un accidente de tráfico provocado por un extraño individuo que le suministra un enigmático mensaje: “ la existencia de una mayoría implica lógicamente una correspondiente minoría.”
El mensaje sintetiza el funcionamiento de predicción de los tres mutantes precog: como es difícil que alcancen unanimidad sobre lo que va a ocurrir entre los dos, ante el registro en ordenador de dos opiniones contrapuestas, se emplea un tercer ordenador para chequear los resultados de los dos primeros, obteniendo el llamado informe de la mayoría ( Majority Report), asumiendo con un elevado porcentaje de probabilidades que el acuerdo de dos ordenadores será acertado. Pero como señalaba el extraño mensaje, eso abre la puerta a la existencia de otro informe, el informe de la minoría ( Minority Report), que incluye una pequeñas variación en tiempo o espacio respecto del primero.
Anderton busca desesperado su informe de la minoría, el resultado de la predicción de uno de los tres mutantes. Ese informe desmonta la afirmación de que cometerá un homicidio , porque tras conocer dicha información,rectificaría y desistiría de hacerlo. Pero ante la posibilidad de que Precrimen desaparezca, al demostrarse que puede encarcelar a personas inocentes, Anderton opta para hacer cumplir la profecía que a él mismo atañe: “tendré que matar a Kaplan; es el único modo de impedir que nos desacrediten”. El delito y la condena preferible al cuestionamiento del modelo.
La instrucción de la causa especial 20907/2017 de 23 de marzo respecto a las medidas cautelares aplicadas sobre algunos de los procesados por el presunto delito de rebelión por el llamado Proces para la independencia de Cataluña parece , en algunos momentos, seguir la argumentación del cuento de Dick. Así en su página 5 se señala que “Lamentablemente es de imposible percepción cual pueda ser la voluntad interna de los procesados, por lo que debe recurrirse a una serie de elementos externos que permitan construir un juicio razonable de pronóstico, y no sólo respecto de su voluntad presente, sino de la eventualidad de que esta pueda modificarse con ocasión del propio desarrollo de la causa”. Siempre ha sido imposible predecir con certeza cuál será la conducta de un ser humano, y más que lamentable, esa autonomía siempre fue considerada no solo deseable, sino sustancial a la voluntad humana.
Pero al margen de esta consideración, donde el auto muestra una sorprendente similitud con la ficción de Dick es en la siguiente afirmación:  “…Y puesto que esos argumentos son los mismos que les llevan a entender que no han perpetrado delito alguno, como han manifestado en la mañana de hoy, puede concluirse que no se aprecia en su esfera psicológica interna un elemento potente que permita apreciar que el respeto a las decisiones de este instructor vaya a ser permanente”.
¿Qué es la esfera psicológica interna?¿Cual es el elemento potente? ¿Cómo es posible calcular dicha potencia de forma que permita apreciar que es de suficiente magnitud como para mantener el respeto indefinidamente?
Nada más lejos de mi intención que cuestionar los argumentos del excelentísimo juez autor del citado auto. Razones que justifiquen su decisión probablemente no falten y deberán ser discutidas en el lugar y por las personas competentes. Pero ¿qué necesidad hay de emplear este tipo de argumentaciones para justificar una determinada decisión?
Existe una razón mucho más sencilla y contundente para justificar un encarcelamiento: simplemente reconocer el hecho de que uno "no se fía" de la persona en la cuestión. Sin necesidad de recurrir a esferas psicológicas, potencias inmedibles y elementos que permitan apreciar voluntades futuras, más propias, en cualquier caso, de la ciencia ficción.
Una de las más desafortunadas tendencias de nuestra época es la de buscar en disciplinas ajenas argumentos para justificar nuestras decisiones. En este sentido las ciencias experimentales y empíricas suponen una especial tentación para dar solidez a nuestras argumentaciones. Pero ni sirve la mecánica para explicar el padecimiento humano, ni la psicología debería ser el medio para convertir una decisión judicial en un hecho científico.

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