Corría el año 1993 cuando en plena cima de su talento, riqueza y popularidad uno de los artistas más influyentes del siglo XX decidió cambiar su nombre por un símbolo. Por si no lo recuerdan el tipo en cuestión se llamaba Prince, y el símbolo que le sustituyó fue una extraña amalgama entre el símbolo masculino y el femenino. De ahí en adelante pasó a denominarse TAFKAP ( The Artist Formerly Known as Prince): es decir, “el artista antes llamado Prince”.
Muchas son las razones que se han esgrimido para explicar un comportamiento tan excéntrico: desde su supuesta ambigüedad sexual hasta razones tan secretas que fueron guardadas en una cápsula del tiempo enterrada en su propio jardín en Minniesota, como afirmaba Neal Karlen, uno de los periodistas de Rolling Stone. Otros aducen razones más materiales, como el puro y simple hecho de que al final era una cuestión de intereses comerciales: la simple explotación de la Warner Bros.
Hoy día 25 de octubre, tras amplia expectación en los meses previos, ha sido lanzado al mercado, no un nuevo disco del difunto genio, sino la ansiada Declaración de Astana, que vendría a actualizar la ya algo ajada de Alma Ata de 1978, justo coincidiendo con su 40 aniversario.
Y la entidad responsable de su formulación, la Organización Mundial de la Salud, ha seguido el ejemplo Prince, y en una innovadora decisión ha decidido dejar de llamar a los profesionales que trabajan en Atención Primaria de Salud (APS) por su nombre y cualificación, difuminado en un ente abstracto llamado “ la Fuerza de Trabajo de APS”. De nuevo al artista no le gusta que le llamen por su nombre: qué va a ser esto de mencionar a profesionales de enfermería, farmacéuticos, matronas o trabajadores sociales y aún menos a médicos de familia, ante cuya palabra los burócratas internacionales de la APS agitan la “patita de conejo” como si apareciera Satanás. Ante el problema de tener que hablar de todas estas profesiones tan molestas no hay mejor solución que subsumirlo en el ente llamado “ Fuerza del trabajo”, aunque tenga el pequeño inconveniente que al dejarlo así de inespecífico bajo su denominación cabe todo, desde domadores de leones a aceituneros altivos pasando por medio-centros, contrabajistas e incluso youtubers.
Pero todo sea por no molestar a nadie, aunque uno no deja de sorprenderse porque puedan existir individuos tan peculiares, que son capaces de molestarse porque se escriba que en los centros de Atención Primaria del mundo debe haber personal médico o de enfermería. Aunque probablemente esas especies del reino animal no protestarían si se señalara que las mismas profesiones de medicina y enfermería constituyen (ahora sí) la fuerza de trabajo sanitario mayoritaria en los hospitales del todo el mundo. En cualquier caso, y al igual que ocurría con Prince, todo esto no deja de ser una pantomima porque, ¿acaso alguien imagina una Atención primaria realmente resolutiva y confiables sin médicas o enfermeras?
La responsabilidad sin embargo, no es imputable enteramente a la Organización Mundial de la Salud, cuyos técnicos me consta que realizaron todos los esfuerzos para elaborar una declaración sensata. De hecho en el penúltimo borrador previo a la Declaración final se señalaba: “ Crearemos trabajo decente y compensación adecuada para los trabajadores de la salud, tales como médicas de familia, enfermeras , matronas, farmacéuticas, trabajadores sociales y otros trabajadores de la salud, para responder efectivamente a las necesidades de salud de las personas en un contexto multidisciplinario”.Redacción que ha quedado reducida en la Declaración final a lo siguiente: “Crearemos trabajo decente y compensación adecuada para los trabajadores de la salud y otro personal de salud trabajando en el nivel de Atención Primaria de Salud para responder efectivamente a las necesidades de salud de las personas en un contexto multidisciplinario”.
¿Quién perpetró la chapuza? Posiblemente los propios países que constituyen la OMS y que sustituyeron como autores del documento a “ La Conferencia Global de APS” por otro ente denominado “Nosotros, jefes de estado y de gobierno, ministros y representantes de Estados y Gobiernos”. Quienes acordaron un pacto de rufianes para dejarse las manos libres y hacer cada uno de su capa un sayo, como señalan en la propia declaración: “ La APS será implementada de acuerdo a la legislación nacional, sus contexto y prioridades”.De ser así, ¿para qué sirve una conferencia tan costosa y meses de trabajo para elaborar una Declaración que pretende elaborar una estrategia común?
Hace tiempo que el liderazgo de los organismos internacionales brilla por su ausencia y aún es más evidente cuando se precisan declaraciones claras y no simples ejercicios retóricos. La declaración de Astana es fruto de los gobiernos que, por desgracia, hoy asolan la mayor parte del mundo, los que elegimos nosotros, inocentes ciudadanos. Aparentemente aún habría tiempo de remendar el descosido tan chapuceramente escrito en la declaración. Pero como advertencia de que se va en serio no estaría mal que asociaciones de medicina familiar, enfermería y gobiernos con cierto pudor rechazaran apoyar o firmar semejante declaración.
Estoy completamente de acuerdo con lo expuesto. Pronto quedaremos reducidos al sistema binario de líneas y puntos.
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