“Yo ya
lo vi, ya lo viví, en eso fui el primero”
Sabio
Tonto. Semen Up.1988.
Nuestra
capacidad de “ignorar nuestra ignorancia es casi ilimitada”. Lo escribió Daniel
Kahneman, el premio Nobel de Economía hace más de diez años, y tiene en estos
días su mejor confirmación. De un día para otro han aparecido tantos expertos
como número de contagiados por el Covid 19 que opinan sin descanso sobre el
virus, la epidemia, sus causas y consecuencias. Y que por supuesto tienen la
solución sobre cómo resolver el problema.
Escribía
Kahneman: “Una limitación general de la mente humana es su insuficiente
capacidad para reconocer estados pasados del conocimiento o creencias que han
cambiado. Una vez que adoptamos una nueva visión del mundo (o de una parte de
él), inmediatamente perdemos buena parte de nuestra capacidad para recordar lo
que solíamos creer antes de que nuestro pensamiento cambiara”. Se llama
Hindsight bias, sesgo retrospectivo, o como día mi amigo Oleaga, “Visto los
cojones, macho”. Fue descrito por Fischoff y Beyth en 1972 cuando ambos eran
estudiantes, en un curioso experimento realizado en la primera visita de un
presidente americano ( Nixon) a China: antes del viaje se les preguntó a los
participantes la probabilidad de que ocurrieran determinados hechos ( por
ejemplo,¿Cuál es la probabilidad de que China reconociera diplomáticamente a
Estados Unidos?); meses después de la visita se les solicitó que recordaran la
probabilidad que previamente habían asignado a cada pregunta; si el hecho se
había producido realmente exageraron su respuesta previa, mientras que sobre
los sucesos no ocurridos insistieron en que siempre habían dicho que era
improbable.
A
través de este sesgo evaluamos las decisiones por su resultado, no por lo
adecuada que pudiera ser la decisión cuando se tomó, olvidando que las
decisiones suponen actuar sobre la incertidumbre, sin conocer con anterioridad
las consecuencias de las mismas. Como cuenta Kahneman en sus trabajos, la
intervención quirúrgica de un cirujano ante un proceso de poco riesgo acabará
siendo juzgada probablemente como negligencia si el resultado es la muerte, lo
que no ocurriría nunca de acabar satisfactoriamente. “Cuanto peores son las
consecuencias tanto mayor el riesgo de hindsight”. Esto conduce inevitablemente
a que muchos de los decisores eviten tomar riesgos por el miedo a equivocarse.
Y quizá esto sí haya podido producirse en algunas de las decisiones tomadas por
las diferentes instituciones (de la OMS a cualquier pequeño ayuntamiento) en la
gestión de la pandemia.
De la
complejidad que supone analizar, planificar y ejecutar decisiones en este
momento es buen ejemplo el trabajo que acaba de escribir Ioannidis. La
incertidumbre es máxima, y las consecuencias desproporcionadas en todos los
ámbitos: económico, político, sanitario, personal. Afortunadamente hay muchas
personas con criterio capaces de ir reduciendo incertidumbre con sus estudios,
análisis y reflexiones. Pero son pocos. Los demás, contribuiríamos mucho al
bienestar global limitándonos a hablar sobre lo que realmente sabemos, y
evitando criticar de forma rastrera cuando antes nunca alertamos de lo que iba
a ocurrir.
Dos
ejemplos contrapuestos tal vez lo expliquen mejor: en la entrevista concedida a El País por
Santiago Moreno, Jefe de servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón
y Cajal de Madrid, una persona altamente cualificada en el estudio y manejo de
este tipo de enfermedades, respondió: “ Hemos pecado de exceso de confianza,
nadie pensaba en esto…si volviéramos atrás, tendríamos que hacer muchas cosas
de forma diferente. Pero eso lo sabemos ahora, no antes; lo hemos aprendido”.
Por su
parte Oriol Mitjà, experto en enfermedades tropicales del hospital Germans
Trias i Pujol ha escrito en Twitter: "El Comité de emergencia español debería dimitirr.El país está en la UCI y el
médico que lo ha tratado ha cometido demasiados errores. Mejor cambiar de
médico mientras todavía estamos a tiempo”. Al margen de que es cuestionable que
la mejor forma de reducir errores para mejorar la seguridad del paciente sea
cambiar de médico, conviene recordar lo que él mismo decía en la Vanguardia
hace apenas un mes a raíz de la suspensión del Mobile World Congress (MWC): "No
creo que haya una decisión correcta o incorrecta sobre aplazar o no el MWC. Se
basará en el nivel de riesgo que quieres alcanzar. Si quieres riesgo cero, las
medidas de salud pública deben ser muy drásticas, pero las medidas se deben
tomar en función de los riesgos, no del miedo…la infección por el nuevo
coronavirus es muy leve. La tasa de letalidad fuera de China es del 0,2 %. Es
muy parecida a la gripe epidémica que sufrimos todos los inviernos…Creo que no
hay riesgo para toda la población. Los modelos matemáticos explican que el
hecho de que el virus llegue o no aquí depende del número de casos de China y
del número total de viajes que se hagan".
De la
frivolidad e incompetencia del actual gobierno español a la hora de elegir su
equipo de gestión en un Ministerio tan importante y despreciado por todos los
partidos políticos como el de Sanidad ya he hablado varias veces y seguiremos
hablando. Sin embargo nunca la humanidad se ha encontrado en una situación como
ésta. Cualquier decisión que se tome tiene unas consecuencias descomunales para
la vida de las personas, y que pueden suponer salvar su vida o arruinársela
definitivamente. Es exigible que las decisiones que se tomen sean
cuidadosamente valoradas y sustentadas en los mejores argumentos disponibles (y
que no son sólo científicos). Pero conviene reducir el ruido y no hablar si no tenemos
algo realmente valioso que decir. Y sobre todo no hacernos los listos. Que de
eso también hay pandemia.
Imagen: viñeta de El Roto en El Pais
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