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lunes, 20 de julio de 2020

La nueva normalidad (IV): Más de 100 aviones en llamas


“Mi corazón como un avión en llamas,
una explosión,violenta en la ventana”

Reloj de plata. Quique González.

 

El 1 de junio de 2009 un Airbus A330 que había salido del aeropuerto de Galeão en Río de Janeiro y se estrelló cuando sobrevolaba el Atlántico. Murieron 216 pasajeros y 12 tripulantes, en el mayor accidente aéreo de la historia de Air France. En  septiembre del año pasado,2019, la justicia francesa sobreseyó el caso para la empresa constructora de la aeronave ( la francesa Airbus) y la compañía aérea de bandera francesa (Air France). 

Aunque la asociación de familiares de los fallecidos (Entraide et Solidarité AF447) apelaron por considerar el dictamen de la Justicia insultante, y “guiada por intereses económicos superiores a los de la Justicia",la responsabilidad , como suele ser habitual en los accidentes aéreos, recayó exclusivamente en los pilotos de la aeronave, incapaces de responder ( según los jueces) a la ausencia de datos fiables sobre la velocidad del avión, tras la congelación de los sensores de los tubos de pitot.

Pero algo de responsabilidad sí deberon tener, tanto la compañía constructora como la línea aérea, cuando este accidente cambió radicalmente el entrenamiento de los pilotos a partir de entonces. Hasta aquel momento éste tenía por objetivo capacitar a los pilotos a reconocer el momento en que un avión  entra en pérdida, con el fin de perder la menor altura posible; a partir de entonces, el objetivo es el de identificar situaciones anormales (Upset conditions) del avión, del tipo que sea, ante las cuales es preciso maniobrar para recuperar la posición:en definitiva, darse cuenta lo más pronto posible de la situación en que se encuentra para intentar recuperarla, además de aprender a reconocerlas y evitarlas. Así se hace en todas las compañías, en todas las aeronaves. Se llama Upset Recovery Training (UPRT).

Por eso es tan seguro el tráfico aéreo: ante un accidente, se analizan siempre las causas para evitar que vuelva a producirse, y se corrigen los errores. Nadie entendería que tras un accidente de esta dimensión, no se hubieran buscado las cajas negras ( con el coste que supuso al estrellarse en mitad del océano) ni que no se hubiera investigado lo ocurrido.

Murieron 228 personas. En España han muerto a consecuencia de la COVID-19 al menos 28.420 personas, con una de las tasas por millón de habitantes más altas del mundo (608).125 aviones, más de uno por día mientras duró el confinamiento. 28.420 familias que merecen una explicación de por qué ocurrió la ocurrido, imprescindible para que no vuelva a producirse.

Sin embargo en las decisiones políticas, aunque de ellas se deriven muertos, no hay cajas negras, ni comisiones de investigación independientes. Se considera que en este caso no hay nada que aprender más allá de lamentarse profundamente y celebrar funerales de estado. Es el destino. Todos los partidos políticos con responsabilidades de gobierno ( PSOE, Unidas Podemos, PP, Ciudadanos, PNV, ERC, JuntsX Cat, NC, ASG y Vox, la práctica totalidad del espectro político) tienen cuentas que rendir pero a las que no están dispuestos. Se han propuesto comisiones independientes en Reino Unido, Francia, Dinamarca, Suecia, hasta en la propia OMS. Aquí no. Basta con la imagen de buena persona de Fernando Simón y con las excusas de las ridículas conferencias de prensa de los presidentes múltiples de esta país para darnos por satisfechos. Como si la población española fuera incapaz de entender lo ocurrido, como si careciéramos de inteligencia suficiente, se siguen tomando decisiones arbitrarias y autoritarias basadas en supuestos criterios epidemiológicos más que discutibles y en la amenaza una vez más de los cuerpos de seguridad por si alguien las cuestiona. 

Sin saber ls causas de lo ocurrido no es extraño que vuelvan a producirse contagios, ingresos y muertes, como ya de hecho está ocurriendo. Pero en este caso no habrá justificación alguna, ni volver al argumento de que nadie esperaba algo semejante.

Sería como si un año después de la caída del avión de Air France , varios aviones de la misma compañía se precipitaran al suelo con miles de personas dentro. Nadie lo podría entender. Urge una comosión de investigación independiente.

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