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domingo, 6 de noviembre de 2022

Más allá del síndrome de Mr. Chance


 

“Las plantas pequeñas crecen mucho más si alguien las ayuda”

Being There. Hal Ashby. 1979

Being there (Bienvenido Mr. Chance) es una magnifica película dirigida por Hal Ashby, el montador de En el calor de la noche y director de películas como El Regreso , Shampoo o la extraordinaria Harold y Maude) , basado en una novela de Jerzy Kozinsky, que cuenta la desasosegante historia de Chancey Gardiner, un humilde jardinero sin pasado alguno, que por un incidente casual ( ser aprisionado por el automóvil de una millonaria mientras aparcaba), acaba teniendo acceso a uno de los agónicos consejeros del presidente de los Estados Unidos. Chancey es analfabeto, con un nivel de inteligencia que podría considerarse francamente mejorable. Sin embargo, las respuestas de Mr.Chance, de una simpleza enternecedora ( “Nunca he conocido nadie como usted en Washington…es que no he estado aquí en toda mi vida”), acaban por fascinar a la clase política y mediática norteamericana, siempre a la búsqueda de comportamientos innovadores. De forma que Chancey Gardiner no sólo se convierte en un asombroso seductor mientras ve continuamente la televisión en cualquier lugar y circunstancia, sino que además sus excéntricas opiniones (mezcla de sus conocimientos de jardinería y de lo adquiridos a través de la televisión) acaban no sólo influyendo en las decisiones del presidente norteamericano, sino convirtiéndole a él mismo en candidato a la presidencia.

El síndrome de Mr. Chance es la expresión de que lo importante no es lo que eres, sino lo que creen los demás que eres. El síndrome está ampliamente extendido en la clase política de todo el mundo. Uno de sus más claros exponentes del síndrome es el de la presidenta de la Comunidad de Madrid, cuyas opiniones sobradamente conocidas sobre cualquier tipo de temas resultarían deliciosas por estrafalarias sino fuera porque tienes importantes repercusiones en la vida de la gente. Y sin embargo el nivel de aceptación popular y mediática de las mismas es extraordinario lo que da mucho que pensar no sobre quienes nos dirigen, sino sobre quienes elegimos, si al final éste es nuestro estándar.

La política sanitaria de la comunidad de Madrid ni tan siquiera responde a un modelo definido de orientación neoliberal como pudo ser el proceso de desmantelamiento del Servicio Nacional de Salud británico (NHS) emprendido por Margarte Thatcher en los años 80 y 90 del pasado siglo, y cuyas consecuencias se arrastran hasta hoy. Aquella señora, (admirada hasta producir vergüenza ajena por múltiples políticos dentro y fuera de España) sí tenía un plan, malévolo pero un plan, mientras que en la comunidad solo se tienen ocurrencias, sin pensar nunca en sus efectos. Auqnue sus efectos finales causen similares destrozos.

La Atención Primaria, no nos engañemos, no es ni entendida ni protegida ni respetada en ningún lugar de España, comenzando por su señora Ministra. El desprecio hacia ella de todos y cada uno de los responsables políticos es tan evidente que no merece la pena reiterar una y otra vez los cuantiosos agravios a la que se le somete, uno de cuyos frutos es el abandono generalizado de los profesionales que deberían trabajar en ella, huidos hacia otras especialidades o terceros países. Esa desbandada genera la asombrosa sorpresa de los que la generan, quienes además acusan de ingratitud a los que no aceptan sus miserables ofertas.

En ese magma de maltrato la comunidad de Madrid ocupa las primeras posiciones, lo que tal vez producirá satisfacción a sus responsables, siempre preocupados de alcanzar el liderazgo sea en lo que sea. Tras el progresivo desmantelamiento de múltiples centros, la última ocurrencia ha sido la reapertura de los centros de urgencia extrahospitalarios a través de un plan considerado inviable por los propios gestores que deberían llevarlo a cabo, y que lleva a la insólita situación de abrir centros sin médicos o enfermeras, que debe basarse en la sin duda innovadora teoría de que lo que determina el carácter sanitario de un centro es el de que en su cartel figure la palabra "sanitario" y no tanto en quienes atiendan dentro.

Sin embargo, actos como el desvelamiento de datos personales de una profesional agredida por un ciudadano bajo el comentario de que “los médicos son unos vagos y que merecen que les den de hostias”, supera ampliamente el jardín de la incompetencia del síndrome de Mr Chance para internarse decididamente en la selva de la maldad.

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