And if there is no room upon the hill
Ain't if your head explodes with the dark forbodings too
I’ll see you on the dark side of the moon
(Brain damage. Roger Waters. 1973)
Para ser gestor sanitario uno debe aceptar su lado oscuro. Renunciar a los beneficios del “lado luminoso de la carretera” (Van Morrison), e ingresar con total aceptación en “la cara oculta de la luna” ( Pink Floyd). La gestión supone atravesar la distancia entre estos dos extremos musicales, ambos deslumbrantes.
En los blog de nuestro Máster en Salud Pública son habituales las reflexiones respecto al papel y la importancia de la gestión, el papel de los gestores, la vocación de quienes desempeñan estas funciones.¿Qué puede llevar a un profesional a dedicarse a tareas tan ingratas, oscuras, poco reconocidas? Es un entendible motivo de orgullo ser neurocirujano, cardiólogo y por supuesto investigador. Pero, ¿quién nació con la aspiración secreta de saber gestionar el capítulo I?
Yo también fui gestor sanitario, y también sentí esa extraña sensación de ingresar en el lado oscuro. Mis compañeros de residencia me afearon haber tomado una decisión tan penosa. Mi madre se alarmó de mis tendencias. Como el “mal de muchos es consuelo de tontos”, he de reconocer (al margen de que lo soy) que me tranquilizó mucho comprobar que el problema de los gestores malvados no era privativo de España. En un trabajo de Riordan & Simpson en el BMJ ya se reseñaba que, entre los inconvenientes de ser gestor en un sistema tan admirado como el NHS, se incluían aspectos como “ser traidores a la profesión, tener que ser crítico con colegas e incluso tomar medidas, el riesgo de aislamiento profesional, o problemas de aceptación por gestores no sanitarios”.En fin, una ruina.
No es casual que investigadores y médicos sean los profesionales que dan servicio a la sociedad que generan un mayor nivel de confianza por parte de la población, según el excelente estudio que, sobre la materia, realizaron la Fundación Josep Laporte y la Escuela de Salud Pública de Harvard. En el estudio no se evalúa el nivel de confianza que generan los gestores sanitarios, tal vez porque los ciudadanos no sabrían identificar cual es su trabajo, o tal vez porque, de saberlo, tendrían una puntuación aún menor que los políticos, situados en el nivel más bajo de la escala de confianza (una cierta aproximación nos la puede dar el grado de conocimiento que los ciudadanos tienen sobre los máximos responsables de la gestión sanitaria, ministros o consejeros, conocidos por menos del 30%, a diferencia de sus médicos de cabecera, conocidos por el 80%).
A diferencia de otros países en los que la gestión sanitaria es una profesión (del que Francia pudiera ser el paradigma), a la que se accede a través de la correspondiente oposición y seguimiento de un proceso de especialización en escuelas acreditadas, en nuestro sistema la gestión sanitaria adolece de un elevado grado de inestabilidad. No es una cuestión de color político, habida cuenta de que todos los servicios de salud comparten una situación similar: consideración de los puesto directivos como de libre disposición y por lo tanto de designación discrecional por los responsables sanitarios( lo que determina que tanto nombramientos como ceses sean escasa y difícilmente cuestionados), formación en gestión no reglada ni sistemática ( lo que produce un heterogéneo abanico de gestores, desde algunos con formación de gran extensión y profundidad, a otros sin ninguna formación previa), sistemas de rendición de cuentas subjetivos y poco reglados...
Reconocer la necesidad de los políticos sanitarios de disponer de gestores capaces de desarrollar sus políticas no debería ser incompatible con disponer de gestores profesionales, adecuadamente formados, con experiencia en la materia y con posibilidades de orientar su experiencia profesional hacia una profesión tan poco conocida por la población como imprescindible. Una de las personas con mayor experiencia en la dirección de organizaciones como Raimundo Belenes llega proponer incluso "la introducción del concurso público de méritos en la selección de gerentes, o el desarrollo la carrera profesional de nuevas generaciones de gestores".
Profesionalizar la gestión en España podría minimizar algunos de los problemas que tiene la gestión sanitaria, y que no son irrelevantes (dificultad para atraer a los mejores, falta de reconocimiento de los gestores por los profesionales, escasez de innovación, falta de estabilidad en la dirección de algunos centros…)
Mientras tanto el que se atreva a entrar en este apasionante mundo que vaya preparando el traje oscuro…
En los blog de nuestro Máster en Salud Pública son habituales las reflexiones respecto al papel y la importancia de la gestión, el papel de los gestores, la vocación de quienes desempeñan estas funciones.¿Qué puede llevar a un profesional a dedicarse a tareas tan ingratas, oscuras, poco reconocidas? Es un entendible motivo de orgullo ser neurocirujano, cardiólogo y por supuesto investigador. Pero, ¿quién nació con la aspiración secreta de saber gestionar el capítulo I?
Yo también fui gestor sanitario, y también sentí esa extraña sensación de ingresar en el lado oscuro. Mis compañeros de residencia me afearon haber tomado una decisión tan penosa. Mi madre se alarmó de mis tendencias. Como el “mal de muchos es consuelo de tontos”, he de reconocer (al margen de que lo soy) que me tranquilizó mucho comprobar que el problema de los gestores malvados no era privativo de España. En un trabajo de Riordan & Simpson en el BMJ ya se reseñaba que, entre los inconvenientes de ser gestor en un sistema tan admirado como el NHS, se incluían aspectos como “ser traidores a la profesión, tener que ser crítico con colegas e incluso tomar medidas, el riesgo de aislamiento profesional, o problemas de aceptación por gestores no sanitarios”.En fin, una ruina.
No es casual que investigadores y médicos sean los profesionales que dan servicio a la sociedad que generan un mayor nivel de confianza por parte de la población, según el excelente estudio que, sobre la materia, realizaron la Fundación Josep Laporte y la Escuela de Salud Pública de Harvard. En el estudio no se evalúa el nivel de confianza que generan los gestores sanitarios, tal vez porque los ciudadanos no sabrían identificar cual es su trabajo, o tal vez porque, de saberlo, tendrían una puntuación aún menor que los políticos, situados en el nivel más bajo de la escala de confianza (una cierta aproximación nos la puede dar el grado de conocimiento que los ciudadanos tienen sobre los máximos responsables de la gestión sanitaria, ministros o consejeros, conocidos por menos del 30%, a diferencia de sus médicos de cabecera, conocidos por el 80%).
A diferencia de otros países en los que la gestión sanitaria es una profesión (del que Francia pudiera ser el paradigma), a la que se accede a través de la correspondiente oposición y seguimiento de un proceso de especialización en escuelas acreditadas, en nuestro sistema la gestión sanitaria adolece de un elevado grado de inestabilidad. No es una cuestión de color político, habida cuenta de que todos los servicios de salud comparten una situación similar: consideración de los puesto directivos como de libre disposición y por lo tanto de designación discrecional por los responsables sanitarios( lo que determina que tanto nombramientos como ceses sean escasa y difícilmente cuestionados), formación en gestión no reglada ni sistemática ( lo que produce un heterogéneo abanico de gestores, desde algunos con formación de gran extensión y profundidad, a otros sin ninguna formación previa), sistemas de rendición de cuentas subjetivos y poco reglados...
Reconocer la necesidad de los políticos sanitarios de disponer de gestores capaces de desarrollar sus políticas no debería ser incompatible con disponer de gestores profesionales, adecuadamente formados, con experiencia en la materia y con posibilidades de orientar su experiencia profesional hacia una profesión tan poco conocida por la población como imprescindible. Una de las personas con mayor experiencia en la dirección de organizaciones como Raimundo Belenes llega proponer incluso "la introducción del concurso público de méritos en la selección de gerentes, o el desarrollo la carrera profesional de nuevas generaciones de gestores".
Profesionalizar la gestión en España podría minimizar algunos de los problemas que tiene la gestión sanitaria, y que no son irrelevantes (dificultad para atraer a los mejores, falta de reconocimiento de los gestores por los profesionales, escasez de innovación, falta de estabilidad en la dirección de algunos centros…)
Mientras tanto el que se atreva a entrar en este apasionante mundo que vaya preparando el traje oscuro…
La comparación con el lado oscuro me pareció genial.
ResponderEliminarHace poco preguntamos a Manolo Lubián, Presidente de la Sociedad Andaluza de Médicos de Familia, acerca de la opinión que tienen los médicos sobre la gestión, y nos comentó que no les gusta porque: 1. está relacionado con que su puesto es "a dedo", decidido políticamente y no por méritos propios y 2. porque el reconocimiento no es inmediato, es a largo plazo, no como a médicos que lo reciben a diario y directamente de las personas.
Es decir, a los médicos no les gusta la gestión. Es más les causa "indiGestión" (si deseas dejar alguna opinión al respecto te invitamos a nuestro blog: http://indigestion2009.wordpress.com/)
Ya Richard Smith comentó sobre la visión de la gestión por los médicos: boring, uncreative, and best left to those incapable of doing anything better(BMJ 2003;326:610–1).
Espero que ese "lado oscuro" encuentre "la luz" al final del tunel.
Es muy interesante esta comparación entre la gestión y el "lado oscuro". Pienso que es precisamente este tema que quisimos plantear con nuestra indiGestión...
ResponderEliminarMe parece fascinante la reacción de la gente cuando hablamos de gestión. De vacaciones en Canadá, acabo de reunirme con mis antiguos colegas del Instituto de investigación donde trabajaba antes. Cuando les hablé del curso de gestión, y del hecho que me había gustado un montón, se quedaron todos con mucha sorpresa. Salieron unas bromas sobre un posible porvenir mío, una vida estresante donde todos me imaginaban fumando cigarrillos y dando órdenes o sea, vendiendo mi alma. Para investigadores "purs et durs", como decimos en francés, la gestión es como una traición.
Como Oscar, espero que el lado oscuro encuentre la luz, ya que a mi me pareció una herramienta fantástica que no tiene que usarse como dogmas y reglas rígidas. Todos somos humanos y tenemos la posibilidad de ser flexibles a la hora de implementar lo que aprendimos, siempre teniendo en cuenta las ventajas y desventajas de los métodos pre-establecidos.
Tienes razón Martine.
ResponderEliminarPor eso me cada vez entiendo más a Darth Vader. En principio parece algo repugnante, no pudiendo entender que nadie honrado o sensato se dedique a esto.Pero "esto" va de la vida, de tomar decisioes, de relaciones humanas...Y por eso es tan apasionante