“The NHS will last as long as there are folk left with the faith to fight for it”.
Tallis & Davis
El National Health Service (NHS) británico, un modelo de referencia sobre como proteger la salud de un país, se ha jubilado. No sólo porque acaba de cumplir los 65 años, sino sobre todo porque el gobierno liberal-conservador de Cameron no es partidario de mantener a este tipo de ancianos, cuya época considera que ha pasado. Es partidario de modelos de sistema sanitario más jóvenes y dinámicos, de contrato precario, prestaciones limitadas y siempre supeditado a la buena marcha de la empresa. ¿Y cual es la empresa? Pues los intereses económicos de los grandes corporaciones internacionales, a las que guarda estricta sumisión el Sr. Cameron. Como también lo hace el Sr. Rajoy, el Sr. Más , el Sr. González y tantos otros políticos, atareados en la tarea de desmantelar lo que fueron estados ( que no sociedades) de bienestar.
El proceso de desmantelamiento, como señalaba el Guardian viene de lejos, y a él contribuyeron todos los gobiernos británicos de los últimos 30 años. Hay gente que no se resigna a ello. Como Jackie Davis y Raymond Tallis, quienes acaban de publicar un libro de obligada lectura: NHS SOS,How NHS was betrayed and how we can save it.
Tallis es todo un personaje: geriatra, poeta , filósofo, novelista. Su ya penúltimo libro ( In defense of Wonder and other philosophical reflections) era una minuciosa argumentación sobre la aceptación de lo imprevisible, el carácter profuso y paradójico de la realidad, en contra de los que quieren reducir la mente a la mera estructura orgánica del cerebro. Pero ahora el profesor Tallis se remanga para descubrir a los traidores y proponer medidas con las que plantearles cara. ¿Quiénes son los traidores? Pues políticos, periodistas, medios de comunicación, sindicatos y, en especial, los líderes de la profesión médica, que no plantaron cara en su debido momento a los políticos que defendían los intereses económicos de las empresas productoras de servicios sanitarios. Y que paso a paso han ido avanzando en la senda de la privatización del servicios público repitiendo tópicos de nulo fundamento científico ( la supuesta mayor eficiencia de los proveedores privados en la asistencia sanitaria). El acta de defunciones se escribió en febrero pasado con la entrada en vigor de la Sección 75 de la Health and Social Care Bill, “ el motor que permite que ese avión llamado Privatización pueda despegar “ en palabras de Lucy Reynolds. Como todos los grandes cambios, consisten en mínimas modificaciones del lenguaje. De la misma forma que aquí ( Real Decreto Ley 16/2012) bastó con sustituir ciudadano por asegurado, allí fue suficiente reemplazar “Provide” ( proveer) por "Promote" ( promover) en la definición de la responsabilidad del NHS sobre la prestación integral de servicios sanitarios para la prevención , el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad. El primero de los dos términos obligaba al NHS a adoptar medidas de formación de los profesionales, establecimento de estándares, recogida de datos y lucha contra la inequidad, como señalaba en The Guardian, Ivonne Roberts. Obligación que a ninguna empresa privada le interesa, preocupada más bien por aparcar ( cream and park en palabras de Roberts) a los pacientes costosos.
En la reseña de NHS SOS en The Lancet, John Aston hace una encendida defensa de aquel modelo, hoy jubilado, de solidaridad social, basado en los principios de Bevan de igual acceso para igual necesidad, gratuito en el momento de la prestación ( puede encontrarse traducido en el blog de Misaludnoesun negocio). Pero la conclusión a la que llegan es demoledora: el NHS no está a salvo en las manos de ningún partido político: “ Solo una amplia coalición de ciudadanos activos puede recrear el consenso de 1948 en torno a un NHS arraigado en la salud pública que provee igual acceso ante igual necesidad, gratuito en el momento de su utilización".
También aquí el Sistema Nacional de Salud está en grave peligro. Y muchas de las causas de la enfermedad son comunes a la enfermedad del NHS: políticos y gestores corruptos utilizando continuamente la puerta giratoria, medios de comunicación a sueldo de las grandes corporaciones económicas con intereses en el mercado de la salud, sindicatos contemporizadores, líderes sanitarios sumisos con el poder… Pero también hay signos de esperanza: la gran marea blanca es un ejemplo de esa coalición de ciudadanos a la que aludían Tallis y Davis.
Las declaraciones de Fernádez-Lasquetty ante el levantamiento de las medidas cautelares de suspensión del proceso de privatización ( externalización lo llaman en una demostración de su manipulación del lenguaje), instando a los socialistas a pedir perdón es una buena muestra de la prepotencia, soberbia y desprecio con la que suelen actuar los que están empeñados en jubilar al SNS. No han ganado ninguna batalla.
Pero la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Madrid ( al margen de sembrar de nuevo dudas respecto a la independencia del poder judicial) no es la clave de la cuestión. Como en el Reino Unido lo que nos estamos jugando es la defensa de un sistema sanitario que protege a cualquier ciudadano de las contingencias catastróficas que puede tener la enfermedad de no existir la solidaridad social que señalaba Aston. Esta es la guerra que se está librando. De lo que hagamos todos dependerá el resultado.
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