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martes, 24 de diciembre de 2013
Cuento de Navidad
Primera estrofa.
“ Y el nombre de Scrooge lo aceptaba la Bolsa como bueno, en todo aquello en que quisiera poner su mano”.
Canción de Navidad. Charles Dickens.
Scrooge & Marley tenía ubicada su sede en la East London Tech City, la nueva ciudad tecnológica construida sobre las ruinas de una de las zonas más pobres de la Londres. Ocupaba un anodino edificio que pasaba desapercibido entre otros, mucho más vistosos, de acera y cristal. Ebenezer Scrooge III había heredado una próspera empresa familiar cimentada en el trabajo de varias generaciones, pero gracias a su brillante gestión se había convertido en algo sustancialmente diferente. Aunque es cierto que cada sucesiva generación de Scrooges había incrementado la fortuna familiar (excepto en un periodo aciago a mitad del siglo XIX en que los remordimientos del primer Ebenezer estuvieron a punto de llevarles a la ruina), el beneficio se había multiplicado por diez mil desde que asumió el mando el tercero de la saga. Cerca de 5.000 personas trabajaban en las instalaciones de la Tech City con un innovador modelo de organización, motivo de envidia de muchos de sus competidores. Dado el prestigio que suponía trabajar para Scrooge & Marley, todos los empleados pagaban por el privilegio de estar allí durante un periodo máximo de seis meses, una novedosa forma de contrato en prácticas en la que la empresa se eximía de cualquier tipo de responsabilidad, mientras que los trabajadores estaban obligados a indemnizarla en caso de generar cualquier tipo de contratiempo. El pago de los empleados no solo cubría holgadamente los gastos de mantenimiento del edifico, sino que además generaba un superávit anual cercano al millón de libras. En cualquier caso, los tiempos no estaban para hacer dispendios, y la temperatura media del edificio era cercana a la de la sórdida oficina del primer Scrooge: apenas 10º, temperatura ideal para mantener la mente despierta; si los empleados deseaban trabajar a una temperatura mayor debían llevarse su propio calefactor o estufa, por las que debían pagar el correspondiente canon eléctrico. De tal forma que la imagen de las inmensas naves diáfanas de la empresa era más propia de una planta de producción siberiana que de una de las empresas más punteras del siglo XXI: bufandas, mitones, guantes de nieve, botas de montaña, gorros, orejeras, todo ello dibujaba un rico tapiz de formas y colores.
Obviamente, EbIII no solía encontrarse en las instalaciones de la Tech City, sino en los confortables despachos de un hermoso edificio de la City construido por su amigo Norman Foster, sede de una de las ramificaciones del holding familiar (Com. Passion), una fundación filantrópica que competía ferozmente con la Bill & Melinda Gates Foundation en su carrera para alcanzar la cima de la caridad mundial. De hecho Eb III era conocido fundamentalmente por estas funciones, siendo miembro habitual de los jurados de los premios Nobel o Príncipe de Asturias, además de estar en todas las quinielas para el próximo Nobel de la Paz.
Com.Passion era la punta del iceberg del holding. Éste se desplegaba en tres grandes ramas de negocio: Finanzas, Gobiernos, y Entretenimiento & Comunicación ( Mind Control). Porque Scrooge & Marley competían en el complicado juego de las "agencias de dominio", un mercado poco visible para los ciudadanos, pero del que dependía buena parte de la construcción de futuros. Financiadas por las principales grupos empresariales del mundo (lícitos e ilícitos) ,aspiraban a moldear la realidad a través de sus tres líneas de acción: la invención de políticas, la generación de hipotecas ( no solamente financieras) y la distracción como forma de ocio.
En la tarde de Nochebuena, Eb III podía sentirse satisfecho. La lista de espera para trabajar en su empresa era de más de un año. Todos los gobiernos de la OCDE ya fueran conservadores o supuestamente progresistas seguían fielmente los dictados y recomendaciones de Scrooge & Marley: las políticas de austeridad no eran ya discutibles ( como lo habían sido en otras épocas ), las constituciones se modificaban para cumplir las instrucciones de las agencias de dominio, las elecciones se compraban o adulteraban mediante coaliciones, y el reciente acuerdo sobre libre comercio entre Estados Unidos y Europa convertía cualquier aspecto tangible o intangible de la vida humana en un producto susceptible de ser creado, empaquetado, distribuido y vendido, como escribía Michael Sandel. Los antaño territorios vírgenes de la educación y la sanidad habían sido por fin conquistados, la misma forma que los últimos recodos del Amazonas, abriendo un vasto territorio de transacciones sobre la salud y la enfermedad que, lógicamente ,moldeaban los consultores de Scrooge & Marley.
La línea financiera marchaba viento en popa sin apenas esfuerzo: la acción combinada de las agencias de rating ( una de las líneas de negocio clásicas de Scrooge & Marley), las decisiones de los bancos centrales, las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (buena parte de cuyos funcionarios habían trabajado en S&M en el pasado), y la ejecución del cumplimiento de los compromisos de deuda por parte de los acreedores, había conseguido generalizar la convicción de que cada persona era poco más que un ratón perdido en un laberinto del que no había forma alguna de escapar.
Para distraer tal presión, la línea de Mind Control había atenuado en buena medida el creciente malestar, gracias a una progresiva homogenización de las medios de entretenimiento: las nuevas aplicaciones de Facebook, el uso generalizado de Whats App, la internalización del fútbol como deporte supremo, la uniformidad de los gustos musicales , permitían manipular más fácilmente las cabezas antes llamadas pensantes. Por supuesto la compra y control de los medios de comunicación ( que seguían vendiéndose sin embargo como independientes) había jugado también un papel fundamental en todo ello.
A diferencia de su tatarabuelo, Eb III era un hombre profundamente familiar. Felizmente casado tenía tres hijos, estudiantes en Harvard, Oxford e Eaton. Hombre piadoso donde los haya, acababa de ser recibido por el nuevo Papa, y veía con satisfacción las reconquistas religiosas en materia de moral y costumbres.
Tras despedirse amablemente de su secretaria ( una lituana que sería despedida inexorablemente el día 1 de enero), Eb III se dirigió al City Airport para tomar el jet privado que llevaría a la familia a su casa de Gstaad. No había ningún enclave mejor para ambientar unas buenas Navidades. Había que reconocer que el viejo Ebenezer no sabía vivir.
2ª Estrofa.
“¿Qué quieres que haga si vivo en un mundo de tontos como éste?...¿Qué significan para ti las Navidades sino la época en que tienes que pagar facturas sin pagar dinero? Si pudiera hacer mi voluntad, a todos los idotas que ponen en sus labios eso de Feliz Navidad les cocería en su propia salsa y les enterraría con una vara de acebo atravesándoles el corazón".
Cuento de Navidad
Eb III se acostó tarde, tras una cena exquisita, servida por Heston Blumenthal y prolongada a lo largo de seis horas. Le costó mucho quedarse dormido, aunque utilizó todo tipo de artimañas, incluido contar pobres. Tal vez fuera por el exceso de foie gras, o quizá por el efecto del champán, el caso fue que a Ebenezer le invadieron sueños francamente molestos.
Soñó con un primer fantasma que le llevó de la mano hasta su infancia. Pero a diferencia del sueño del primer Scrooge no había recuerdos de privación, sino de una vida regalada , la de alguien que todo lo resolvió con la frase de muchos como él: “usted no sabe quien es mi padre”. Pero esa parte del sueño, tan confortable, se mezclaba con la aparición de un segundo fantasma, bastante más irritante. Parecía que todos los tópicos izquierdistas se habían hecho presentes, él que siempre había tenido buen cuidado de dejarlos fuera de sus noches. En el sueño, Ebenezer asistía a una reunión en Davos donde se había colado un activista peligroso, empeñado en desmenuzar las consecuencias de las políticas que Scrooge&Marley imponía a los jefes de estado. Todos los tópicos comunistas estaban presentes: la diferencia entre los países mal llamados en vías de desarrollo y los desarrollados se reducía cada año más; pero no porque mejorase la situación de los primeros, sino porque aumentaba en los segundos la brecha entre unos pocos cada vez más ricos y unos muchos cada vez más pobres. Especialmente relevante era el aumento de la pobreza infantil, que en algunos países como España (uno de los favoritos para Eb III) llegaba a afectar a uno de cada cuatro niños La sima de la desigualdad crecía cada año, en todos los países de todos los continentes, consiguiendo convertir en modelos de economía a los países más desiguales, de Chile a Estados Unidos.
El "activista fantasma" seguía con su matraca: las condiciones laborales habían retrocedido un siglo; los contratos eran cada vez más precarios, los horarios cada vez más prolongados, y las facilidades para despedir sin coste adicional cada vez mayores. De hecho a través de eufemismos y subterfugios llamados contratos en prácticas, o actividades de formación, era ya posible en muchas ocasiones beneficiarse del trabajo ajeno sin obligación de retribución. El paro aumentaba; en algunos países afectaba ya a cerca de un tercio de la población activa (de nuevo con España entre los primeros, donde alcanzaba el 60% en la población más joven). Pero además las prestaciones por desempleo se reducían progresivamente, en duración y cuantía, al igual que ese despilfarro llamado pensiones. Uno de los más aventajados discípulos de Ebenezer , el ministro de Finanzas japonés, había dicho lo que nadie se atrevía a decir, pero todo el mundo pensaba: los ancianos lo que deberían hacer es darse prisa, y morirse pronto.
El "fantasma de Davos", seguía describiendo su rosario de calamidades, aunque en el sueño nadie parecía estar escuchándole: los asistentes ojeaban los periódicos, cuchicheaban entre ellos o atendían a sus ordenadores de última generación. El orador hablaba del endurecimiento de las condiciones de vida de las familias europeas: aumentaba la proporción de gente pobre (un tercio de la población en países como España, o Grecia), la gente sin hogar no paraba de crecer ( más de 300.000 desahucios solo en España), y el coste de servicios esenciales como la luz, el agua, el gas o los carburantes crecía sin límite.
Eso para los que ya estaban dentro. El fantasma activista denunciaba también las políticas implantadas para los que estaban fuera, que al tercero de los Ebenezer le parecían sumamente sensatas, ya fuera instalando cuchillas en las alambradas de las fronteras o fumigando a los intrusos antes de devolverlos a sus miserables países. En este aspecto, dos elementos habían llegado en ayuda de los piadosos políticos europeos: las malas condiciones atmosféricas en el Mediterráneo ( que facilitaban la desaparición de tanto residuo) y el crecimiento de los movimientos xenófobos y los partidos fascistas por toda Europa, ya fuera en partidos autónomos o dentro de los partidos establecidos; una buena muestra de que otros acabarían por hacer el trabajo sucio con este tipo de chusma. Aunque el "fantasma de Davos" proyectaba unas fotografías bastante desagradables sobre algunos de estos deshechos con el evidente objetivo de causar escándalo, apenas ninguno de los asistentes le prestaba ya atención.
Tercera estrofa
- “Son muchos miles los que carecen de lo más necesario, cientos de millares los que no tienen el más mínimo bienestar , dijo el caballero.
- ¿Y no hay cárceles?-contestó Scrooge.
- Muchísimas-contestó el caballero
- ¿Y las casas de Misericordia, ¿funcionan todavía?
- Claro que funcionan. Sin embargo ojalá pudiera contestar que no…Hay muchos que no pueden ir, y otros que preferirían morirse.
- Pues que se mueran-contestó Scrooge – y así disminuirá el exceso de población
Cuento de Navidad
El tercer fantasma era todavía más lastimero que el segundo. Pretendía llevarle a Ebenezer a un extraño laboratorio de Prospectiva que trabajaba en aventurar escenarios de futuro para el planeta. Aunque con diferentes nivel de intensidad y rapidez ,ciertas tendencias generaban amplio acuerdo entre los expertos: en el plazo de una generación podría desaparecer el casquete polar, aumentando al menos un metro el nivel del mar y anegando muchas ciudades costeras, con especial riesgo para los más miserables. La elevación de la temperatura terrestre (a la que tanto contribuían las empresas que financiaban a Scrooge & Marley) produciría inevitablemente inundaciones, tornados y huracanes. El Amazonas probablemente dejaría de existir tal y como lo conocimos. La globalización económica desviará la fabricación mundial a aquellos paraísos en que menor sea el salario, las condiciones laborales, la reivindicación social. Las nuevas generaciones deberán pasar un primer filtro para poder acceder a lo que sus padres lograron sin tanto esfuerzo: la excelencia. Y una vez acreditada ésta, su futuro estará ligado únicamente al aumento de beneficios para las corporaciones para las que trabajen , sea al precio que sea. No volverán a verse contratos indefinidos,ni fijos”. Los horarios regresarán a la época del primer Scrooge al igual que el nivel de protección social. Y como en aquel tiempo, tal vez no sean necesarias ya pensiones, cumpliendo los deseos del ministro japonés.
El "fantasma agorero" seguía mostrando sus previsiones: a pesar de ser uno de los modelos de sociedad más fracasados, el americano se convertirá en pocos años en el modelo universal: su ineficiente mercado de educación y sanidad adquirirá en el futuro una dimensión mundial, convirtiendo al conocimiento y la salud en nuevas mercancías, cuya calidad dependerá de lo que uno pueda pagar. Una sociedad mundial con inmensas desigualdades entre una minoría obscenamente rica y una mayoría miserable, ociosa, inútil, para cuyo control sería necesario contar con medios de represión y seguridad muy sofisticados universales. Lo cual beneficiaría indirectamente de nuevo a los stakeholders de Scrooge & Marley.
El "fantasma agorero", desesperado por la indiferencia de Ab III le presentó su última y desesperada previsión: en una sociedad como la descrita , en que las masas de pobres y miserables crecían al mismo ritmo que los beneficios de las accionistas de compañías como Scrooge & Marley , las más estrictas medidas de orden y represión seguirían siendo insuficientes para resolver el problema fundamental: sobraba gente. No sería posible con el desarrollo tecnológico existente, dar trabajo a tal cantidad de personal escasamente “ cualificado”. Con la desaparición de las guerras como instrumento de depuración periódica ( al margen de los efectos negativos para la industria del armamento) se había producido un ingente colapso por excedente humano. Tampoco era suficientemente rápido el efecto de la política de austeridad sobre la salud. Parecía inevitable la aparición de un nuevo mercado, el de la gestión del excedente humano que definió Bauman, para lo que se precisaban ideas imaginativas, efectivas, pero a la vez discretas. En definitiva, un escenario espeluznante el que mostró el Fantasma agorero a Ebenezer con la esperanza de que generara algo de compasión en él.
Esa horrible imagen se fue diluyendo progresivamente en un pozo de oscuridad, tan profundo como el olvido, tan negro como la oscura noche de invierno.
Al día siguiente Eb III despertó con un fuerte dolor de cabeza. Parecía preocupado, como lo estuvo en algún momento su tatarabuelo hacía casi dos siglos. Le preguntaron si había dormido mal, si notaba algún dolor, alguna clase de molestia.
Ebenezer pidió un analgésico. Y esbozando una sonrisa dijo: “Recuérdame que la próxima cena no coma tanto foie gras.. Pero ¿sabes querida? He tenido un sueño que me ha sugerido una nueva forma de negocio. No cabe duda de que las buenas ideas aparecen en sueños”.
Impresionante querido Sergio, ¡qué derroche de genialidad! Lástima que los vinos tintos españoles no figuren entre los más caros (> 1000 & la botella) de la carta de The Fat Duck, franja dominada por los vinos tintos franceses (y algún italiano)... Pero finalmente la enfermedad, como la muerte, lo iguala todo: intoxicación alimentaria por ostras en The Fat Duck (http://elpais.com/diario/2009/09/12/agenda/1252706401_850215.html) como pudiera haberla en cualquier barucho de barrio (no por ostras, en ese caso, aunque sí por berberechos).
ResponderEliminarLo dicho, ¡qué derroche!
Un fuerte abrazo y lo mejor para 2014
Juan
Muchas gracias querido Juan. A mi me pasó algo semjante en otro restaurante de dos estrellas ( Fagollaga). Cuando informé de que estábamos intoxicados , tampoco le prestaron mayor atención. Al final las bacterias no discriminan entre estrellas y baruchos.
EliminarFeliz Navidad y lo mejor para ti y los tuyos
Un abrazo muy fuerte
Al día siguiente seguramente despertó con la visión de cuerpos atrapados en la verja de Melilla como si fueran bolas de navidad expuestas en un árbol. Enhorabuena Sergio¡¡ Feliz año, felices sueños y no te olvides de regalarnos más cuentos. Quién sabe si algún día de tanto contar cuentos tristes se escapa algún final feliz. Un abrazo
ResponderEliminarfeliz año Maite y mil gracias por estar ahi, y poner mesura y equilibrio a muchos exabruptos
ResponderEliminarOjalá en 2014 se pueda descubrir algo de humanidad en el corazón de piedra de los Scrooges que nos rodean.Un abrazo