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martes, 17 de diciembre de 2013
La gestión homeopática
(Publicado el 13 de diciembre en Diario Médico)
“Si la religión es el opio del pueblo, como sugería Marx, el “ Management”es una suerte de anfetamina. Produce agitación e hiperactividad. Y tiene además los desafortunados efectos secundarios de hacer creer a la gente que es mucho más eficiente de lo que realmente es”
Mathew Stewart. The Management Myth. 2009
En el inicio de este otoño Richard Horton, el director de The Lancet, incendió Twitter con su decálogo de afirmaciones en las que denunciaba el demoledor impacto que la teoría económica dominante está produciendo en los valores que sustentaban los sistemas sanitarios. En su opinión, “La Economía, con permiso de la Gestión (Management) , puede ser el mayor fraude producido en el mundo”. Como era de esperar la provocación de Horton ha tenido airada respuesta por los economistas ortodoxos, lo que ha generado un debate especialmente interesante ( que es lo que Horton, en el fondo, pretendía). Sin embargo apenas ha tenido repercusión la identificación de la Gestión como la disciplina más fraudulenta de todas.
Hace ya unos cuantos años Phil Rosenzweig alertaba en su “Espejismos” ( The Halo Effect) de la escasa base empírica en la que se sustentan las innovaciones en gestión, a la que tan aficionados son los políticos y gestores sanitarios. El propio Henry Mintzberg describía el daño que estaba suponiendo a las organizaciones la formación impartida desde las escuelas de negocios ( Directivos, no MBAs), cuya responsabilidad en la crisis económica ha sido expuesta en diferentes trabajos e incluso en algún brillante documental ( Inside Job).
Pero pese a ello, es fascinante observar la alta consideración que merecen “expertos” que en cualquier otra disciplina serían considerados simples charlatanes. Mientras que se precisa de la aplicación de complicados métodos científicos para demostrar la efectividad de un fármaco, o de complejos análisis económicos para evaluar la eficiencia de un procedimiento diagnóstico, los gurús del Management solo necesitan realizar “ un gran periplo desde Estados Unidos a Japón” para identificar las fuentes de la innovación en la empresa.
Hace una semana se presentó en Madrid el Informe sobre la Economía Española en 2.033 elaborado por PriceWaterhouseCoopers ( PwC), curiosamente por parte de Jordi Sevilla (ex Ministro de Administraciones Públicas y ahora sorprendente asesor de la firma americana) y con la presencia del Ministro de Economía Luis de Guindos. El Presidente de PwC, Carlos Más, considera que son “cazadores intelectuales de las tendencias que van a determinar los aspectos esenciales del mundo, de la economía y de la sociedad en los próximos 20 años”. Sustentan su informe en la idea de que “el futuro no está escrito. Para ello utilizamos dos instrumentos: el conocimiento experto y la opinión cualificada”. Gracias a esa metodología concluyen que nuestro PIB per capita ascenderá a 31.370 euros y el desempleo se habrá reducido al 6,8% ( cuando ahora ronda el 27%). Dotes de adivinación verdaderamente portentosas.
Philip Tetlock, profesor de Warton en la Universidad de Pennsilvania, publicó en 2005 un libro fundamental , pero de muy escasa influencia. Se llamaba Expert Political Judgment: How good is it? How can we know?. En él recogía un estudio realizado a lo largo de 20 años, en el que 284 expertos de muy diversos campos y tendencias ( que habitualmente realizaban previsiones y daban consejos sobre cuestiones económicas y políticas).se les invitaba a hacer previsiones sobre el futuro; recopiló cerca de 80.000 . El nivel de acierto de los expertos fue algo superior al azar y bastante menor del que se hubiera conseguido con la aplicación de determinados algoritmos. Tetlock llegaba a decir: “ en esta era de hiperespecialización académica, no hay razón para suponer que los expertos como politólogos o economistas, sean mejores que periodistas o lectores atentos del New York Times”.
Daniel Kahneman, el premio Nobel de Economía, se preguntaba como era posible que “personas que se ganaban la vida estudiando un tema hacían predicciones con menos acierto que el de unos monos lanzando unos dados”. Y llegaba a una conclusión simple: el mundo es impredecible. Como él decía: “No debemos esperar mucho de los entendidos que hacen predicciones largo plazo, aunque puedan tener valiosas percepciones del futuro cercano”.
De la misma forma que se precisa decir claramente que la homeopatía no es nada más que un fraude, es indispensable diferenciar el escaso grano ( que haberlo haylo) de la inmensa paja que coloniza el mundo de la llamada gestión sanitaria. Podemos seguir creyendo a gurús, preguntándonos ¿Quién se ha llevado nuestros queso? , y pensando que nuestros hospitales son como Ikea. El riesgo es que la sospecha de Horton de que la gestión es el mayor fraude conocido sea , al final, cierta.
(Viñeta de El Roto en El Pais)
Un post sugerente.
ResponderEliminarSólo son pronosticables algunos fenómenos en el ámbito de las llamadas ciencias duras y en condiciones controladas de experimentación u observación. Pero ni siquiera en él abunda lo predecible. Incluso en la Física clásica (no hay necesidad de ir tan lejos como al mundo cuántico) se dan incertidumbres de predicción debidas a la no linealidad de las ecuaciones que describen un sistema. Es por ello que puede hablarse con propiedad del caos determinista. Saber que algo está determinado no nos vale en muchos casos de nada a la hora de predecir su comportamiento futuro por su sensibilidad a las condiciones iniciales (tenemos un ejemplo en la meteorología y otro mucho mejor en el caso de terremotos).
Lo no lineal inunda el mundo de la vida y ya se ha visto en que quedaron los dogmas simplistas como el de “un gen – una enzima”: en nada. La expresión genética no es algo rígido precisamente y dos bacterias genéticamente idénticas pueden mostrar una expresión génica diferente creciendo en el mismo medio de cultivo.
Vivimos en un mundo impredecible en los ámbitos más básicos por razón del ruido, del azar, de interacciones no lineales, de perturbaciones…
Es natural que las cosas se hagan mucho más complejas e impredecibles en términos socioeconómicos. Las sucesivas crisis económicas habidas en la Historia han mostrado dos cosas, el escaso, casi nulo, rigor predictivo de las ciencias socioeconómicas y la importancia de la avaricia y del ansia de poder.
Siendo el ser humano como es, hablar de proyectos, exceptuando los puramente tecnocientíficos y con todas las contingencias que pueden hacerlos fracasar, supone el riesgo de incurrir en lo peor. Sabemos a qué condujeron los proyectos reformadores de Mao, de Stalin o de Hitler. Obviamente, no hay que ir tan lejos, pero carece de sentido tratar de pronosticar mucho con muy poco. Por eso, la Economía y todos los términos que se le asocian, especialmente el de “gestión”, son el gran bluff de esta época. Sin embargo, se la ha deificado y vemos cómo todo un presidente de Gobierno sonríe hablando de mejoras macroeconómicas en un país en que la gente empieza a morirse literalmente de hambre y de frío.
Someter la sanidad pública a las veleidades gestoras de supuestos expertos, que no lo son en nada, conduce a su destrucción. Creo que nuestros hospitales funcionarían mucho mejor si, en vez de gerentes y grandes equipos directivos, hubiese en cada centro sólo un director para canalizar propuestas y organizar plantillas. Es llamativo asistir a situaciones en las que el ahorro en un sector (servicios centrales, por ejemplo) puede suponer un gasto mucho mayor en otro sector asistencial, como el quirúrgico. Los gerentes y los directores, subdirectores, coordinadores y demás gestores (algunos de ellos con su flamante máter en gestión, o un MBA) parecen felices diseñando hojas Excel que no valen para nada.
No es un problema de planificación el de nuestros hospitales y centros de atención primaria, sino de dejar hacer a quien sabe, de dejar que los médicos lo sean de verdad, dedicándose a diagnosticar y a tratar a enfermos, en vez de derivarlos a planificar tonterías o a adular a quienes lo hacen.
Y es que, también en nuestro mundo, el sanitario, creo que es asumible lo que una vez dijo Kornberg sobre la investigación: “el mejor proyecto es no tener ninguno”.
Finalmente, sólo quiero incidir en un punto que me parece importante. Hay que decir las cosas claras y tú lo haces: la homeopatía es un fraude; dejémonos ya de historias de más ensayos clínicos, más estudios de memorias acuosas y demás bobadas.
Un cordial saludo.
Como siempre gracias Javier
EliminarLo que me preocupa del problema que señalas es que no parece preocupar a nadie los escasos resultados de un modelo de organización que hace aguas. Se sigue mandando a los gerentes a hacer vistosos MBAs con los que decorar el curriculum. ¿para que?