Las elecciones de hoy en Reino Unido no son un problema local cuyo resultado afectará exclusivamente a sus ciudadanos. Allí se decide hoy el resultado de una de las batallas más importantes de una guerra que nos quieren hacer creer que no existe: la que se viene librando desde hace décadas entre los que siguen creyendo en la obligación del estado de proteger la salud de los más débiles, y los que quieren acabar con esa idea. El problema es que mientras éstos últimos tiene perfectamente definida su estrategia, no tiene prisa y avanzan sin pausa, los primeros seguimos pensando que no es para tanto, mientras nos ocupamos distraídamente de nuestras aficiones.
Margaret Thatcher comenzó hace cerca de 40 años el proceso de desmantelamiento de su National Health Service ( NHS), la joya de la corona hasta entonces de cualquier gobierno británico, como demuestran sencillamente los papeles confidenciales de su gabinete. Ese proceso lo continuaron ( eso sí, de una forma más “ moderna” y “progresista” ) los gobiernos laboristas de gente tan siniestra como Tony Blair, antes de que David Cameron comenzara en 2010 su ataque final. En este sentido, la aprobación en 2012 ( el año de todas las promulgaciones infames) del Health and Social Care Act, la ley que pone fin a esa obligación del estado de proteger la salud de los ciudadanos, significó el mayor avance de las tropas partidarias de considerar el sistema sanitario como un mercado y la salud como una mercancía.
Tuvieron en contra a toda la profesión sanitaria británica, pero no movieron un ápice sus estrategias de desmantelamiento de lo público y de privatización del sistema.
Es impresionante seguir la lucha feroz que están manteniendo nuestros colegas británicos en defensa de su sistema nacional de salud. La indignación ha llevado a crear un partido formado por profesionales y pacientes, cuyo único objetivo es mantener el sistema nacional de salud público, el National Health Action Party, cuya cabeza visible es Clive Peedell. Cuesta mucho imaginar en España a un oncólogo de un hospital público dispuesto a coger el coche después de una jornada laboral de 12 horas para acudir a hacer campaña por el sistema nacional de salud sabiendo de antemano que va a perder las elecciones. Nosotros somos mucho más de otro tipo de "pádel" cuando acabamos el trabajo, porque al fin y al cabo no es nuestro “negocio” defender nuestro sistema. Eso lo dejamos para otros, que eso de meterse en líos es cosa de otros tiempos.
Para los británicos no. Porque esa defensa no es solo cosa del Dr Padell, sino de gente como Clara Gerada, presidenta del Royal Collegue of Gneral Practitioner, y una de las más beligerantes agitadoras de esta lucha, para quien “el NHS nos define como nación”. O de Martin Mckee o Alison Pollock cuyas publicaciones de el BMJ o el Lancet aparecen casi semanalmente. O de los miles de tuiteros que han convertido a BringBacktheNHS o ToriesOutNow en trending topics reiteradamente en Reino Unido.
Esperanza Aguirre, que ha inyectado “sabia nueva” en las desanimadas huestes de la derecha española declaraba con el orgullo que le caracteriza que sus referentes políticos eran Winston Churchill, Margaret Thatcher y David Cameron. El “provisionalmente” interrumpido proceso de destrucción del sistema sanitario público en Madrid que llevó a cabo su heredero Ignacio González no fue por lo tanto ningún error, que con toda probabilidad volverá a reiniciarse en cuantos tengan la capacidad de volver a formar gobierno.
Sentencias como la del Tribunal Constitucional de esta semana desestimando el recurso del Partido Socialista de Madrid contra la privatización de parte del servicio madrileño de salud demuestran que desde todos los frentes se están dando los pasos necesarios para la definitiva ofensiva.
Sin embargo aquí no se presentan partidos liderados por clínicos cuyo único fin es proteger lo público, ni campañas generalizadas desde las profesiones sanitarias contra los partidos que quieren acabar con el mayor avance social del siglo XX; la protección de la salud de los que más lo necesitan.
El paciente inglés está en la UVI pero lo sabe. Su compañero de habitación, el español, también lo está, pero no quiere enterarse.
Posiblemente no nos demos cuenta de lo que nos estamos jugando en estos días en toda Europa, bien narcotizados por los medios de comunicación mayoritarios y las marionetas de sus partidos políticos afines. O quizá si lo sepamos pero no da una infinita pereza salir de casa.
Margaret Thatcher comenzó hace cerca de 40 años el proceso de desmantelamiento de su National Health Service ( NHS), la joya de la corona hasta entonces de cualquier gobierno británico, como demuestran sencillamente los papeles confidenciales de su gabinete. Ese proceso lo continuaron ( eso sí, de una forma más “ moderna” y “progresista” ) los gobiernos laboristas de gente tan siniestra como Tony Blair, antes de que David Cameron comenzara en 2010 su ataque final. En este sentido, la aprobación en 2012 ( el año de todas las promulgaciones infames) del Health and Social Care Act, la ley que pone fin a esa obligación del estado de proteger la salud de los ciudadanos, significó el mayor avance de las tropas partidarias de considerar el sistema sanitario como un mercado y la salud como una mercancía.
Tuvieron en contra a toda la profesión sanitaria británica, pero no movieron un ápice sus estrategias de desmantelamiento de lo público y de privatización del sistema.
Es impresionante seguir la lucha feroz que están manteniendo nuestros colegas británicos en defensa de su sistema nacional de salud. La indignación ha llevado a crear un partido formado por profesionales y pacientes, cuyo único objetivo es mantener el sistema nacional de salud público, el National Health Action Party, cuya cabeza visible es Clive Peedell. Cuesta mucho imaginar en España a un oncólogo de un hospital público dispuesto a coger el coche después de una jornada laboral de 12 horas para acudir a hacer campaña por el sistema nacional de salud sabiendo de antemano que va a perder las elecciones. Nosotros somos mucho más de otro tipo de "pádel" cuando acabamos el trabajo, porque al fin y al cabo no es nuestro “negocio” defender nuestro sistema. Eso lo dejamos para otros, que eso de meterse en líos es cosa de otros tiempos.
Para los británicos no. Porque esa defensa no es solo cosa del Dr Padell, sino de gente como Clara Gerada, presidenta del Royal Collegue of Gneral Practitioner, y una de las más beligerantes agitadoras de esta lucha, para quien “el NHS nos define como nación”. O de Martin Mckee o Alison Pollock cuyas publicaciones de el BMJ o el Lancet aparecen casi semanalmente. O de los miles de tuiteros que han convertido a BringBacktheNHS o ToriesOutNow en trending topics reiteradamente en Reino Unido.
Esperanza Aguirre, que ha inyectado “sabia nueva” en las desanimadas huestes de la derecha española declaraba con el orgullo que le caracteriza que sus referentes políticos eran Winston Churchill, Margaret Thatcher y David Cameron. El “provisionalmente” interrumpido proceso de destrucción del sistema sanitario público en Madrid que llevó a cabo su heredero Ignacio González no fue por lo tanto ningún error, que con toda probabilidad volverá a reiniciarse en cuantos tengan la capacidad de volver a formar gobierno.
Sentencias como la del Tribunal Constitucional de esta semana desestimando el recurso del Partido Socialista de Madrid contra la privatización de parte del servicio madrileño de salud demuestran que desde todos los frentes se están dando los pasos necesarios para la definitiva ofensiva.
Sin embargo aquí no se presentan partidos liderados por clínicos cuyo único fin es proteger lo público, ni campañas generalizadas desde las profesiones sanitarias contra los partidos que quieren acabar con el mayor avance social del siglo XX; la protección de la salud de los que más lo necesitan.
El paciente inglés está en la UVI pero lo sabe. Su compañero de habitación, el español, también lo está, pero no quiere enterarse.
Posiblemente no nos demos cuenta de lo que nos estamos jugando en estos días en toda Europa, bien narcotizados por los medios de comunicación mayoritarios y las marionetas de sus partidos políticos afines. O quizá si lo sepamos pero no da una infinita pereza salir de casa.
Con el 60% del escrutinio habían conseguido unos 20.000 votos, mientras que en el NHS hay mas de 1.500.000 trabajadores. Desgraciadamente, parece que el futuro del Sistema de Salud no es prioritario ni para los propios profesionales de la salud...
ResponderEliminarSevñes puede despedir por falta de compromiso?
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