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miércoles, 14 de octubre de 2015

Modelo IKEA

Acudo a Ikea a cambiar un mueble. Sin contemplaciones, a pesar de encontrarme en la República Independiente de mi casa, compruebo que debo dirigirme no a una persona, sino a una máquina que me guiará por el complejo mundo de la devolución.  Un desplegable me presenta varias opciones: inocentemente elijo “ Devolución rápida”, pero el sistema operativo me deniega el acceso: la opción solo está disponible para “amigos” de Ikea ( como cuando era pequeño, “no me ajuntan”).
Sigo navegando agradablemente por la web devolucionaria. Por fin encuentro la opción que se adapta a mi problema , y que no es otra que la devolución ordinaria. Obtengo un papelillo y espero que el número indicado en el luminoso coincida con el mío. El funcionamiento de esta empresa, referente permanente de buena gestión en las escuelas de negocio, y suma aspiración de la sociedad moderna, es frío pero muy efectivo: estamos encantados de ir a un lugar donde todo lo tenemos que hacer nosotros y encima pagar dinero ( además de solicitar que “nos ajunten”).
Por su parte, mi madre acude a la consulta de revisión en un conocido hospital público madrileño, en que además hice la residencia. Está citada a las 2 de la tarde ( una hora ideal para conciliar las actividades de un paciente diabético). Observa como la médico que posteriormente le atiende sale de la consulta para comer ( se lo dice a la auxiliar en voz alta cuando llega a buscarla una compañera). Espera pacientemente a que la doctora regrese de tomar su refrigerio ( ella por el contrario sigue sin comer). Ésta no parece tener mucha prisa y dedica un rato a charlar amigablemente con un representante farmacéutico en medio de la sala de espera ( nunca mejor dicho). Por fin le indica a la paciente que pase a la consulta. Son las 15.15: sin embargo, es atenta, educada y empátic a; se toma su tiempo para escucharla. Considera oportuno indicarle una Resonancia Magnética Nuclear (RMN) para lo cual debe pasar por la planta en que se dan las citas. La paciente se impacienta, entre otras cosas porque sigue sin comer . Como ya son casi las 4 se ha marchado a casa  todo el personal administrativo que da cita excepto uno: pero para poder hablar con él hay que sacar un número de una máquina muy parecida a la de Ikea: da tres tipos de citas: cita , cita combinada o  consulta infantil. Pulsa el botón para ticket de cita, pero no hay papel. Tampoco lo hay si pulsas cita combinada por lo que acaba por pulsar consulta infantil y espera turno. Cuando por fin llega, le reprenden porque es evidente que ella no es un paciente infantil. Responde que ya lo sabe, y que no quería engañar a nadie pero que no  había papel en las otras citas : le censuran su actitud porque mientras los pacientes de cita, o de cita combinada esperan hora y media, las consultas infantiles solo tardan diez minutos en ser atendidas ( un gesto de gran humanidad). Con el apercibimiento de “que sea la última vez” pasan a atenderla…para decirle que se ha equivocado de ventanilla y que las citas de la RMN se dan en otra planta. Cuando comenta que ella no sabe en que lugar se dan las citas y que lleva ya tres horas en el hospital ( sin comer) el administrativo se encoge de hombros: “ es lo que diga la máquina”.

En el tanatorio de Santa Fe por el contrario no hay máquina expendedora de servicios. Sin embargo la infiltración del modelo Ikea  llega a los más recóndito lugares, incluido algo tan íntimo y triste como la muerte de alguien querido. Al “cliente” funerario se le informa al llegar del amplio abanico de alternativas funerarias: la atención religiosa por ejemplo,  tiene un coste de 90 euros al que hay que añadir 30 de alquiler de sala para el acto religioso ( como si fueran módulos de un mueble infantil).  Pero la  imparable tendencia a que el usuario acarree con toda la carga de trabajo alcanza una nueva cima en los tanatorios modernos: en pleno duelo, un eficiente operario demanda con urgencia al familiar  una información clave: el número exacto de comulgantes. Ahora que tantos oficios desaparecen, loable es la creación de nuevas ocupaciones: ya  está aquí el cuentahostias

6 comentarios:

  1. Genial la entrada. En Ikea por lo menos si tardan más de 9 minutos en gestionarte la devolución te invitan a un refresco. Así te compensan que no te ajunten y te vas mucho más contento. Mucho tienen que aprender todavía los hospitales.

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  2. Sergio, como sé que eres serio y como, además, yo trabajo en un hospital (en un complejo hospitalario universitario le llaman; casi nada, universitario), estoy convencido de que no estamos ante un guión para una película de Berlanga. Hemos de recordar, por otro lado, que Berlanga mismo dijo en una entrevista, cuando le preguntaban por sus fuentes de inspiración, que se limitaba a copiar lo que veía en la realidad.
    Uno se pregunta cómo se aclara una persona que nunca haya volado y se vea en la T4, por ejemplo. Y no me refiero sólo a personas mayores, invidentes o alguien con cualquier discapacidad. El enlace T4 / T4S ya es impresionante en su eficiencia; uno puede ser chequeado dos veces en un solo vuelo.
    Y llegó Ikea, ejemplar como dices, para todo lo que aspire al modelo, y en esa onda están las gasolineras, los carrefures y… los hospitales. En el mío ya hay también máquinas expendedoras de tickets, que los expenden o no, claro, y la gente pregunta a quien encuentra con resultados diversos. Casos como el que describes no son, desgraciadamente, únicos. Eso sí, en sus tablas Excel, los directores de procesos de turno verán la bondad de que se pueda prescindir de personal sanitario, incluyendo administrativos que informen y celadores que acompañen, sin que se generen sonoras protestas. Después presentarán ese éxito a sus gerentes (en PowerPoint). Personalmente, puedo garantizar la facilidad de perderse en el hospital aun trabajando en él, si tu trabajo lo sueles realizar en un área concreta. A mí me pasó.
    Pero lo que ya riza el rizo es la eficiencia en la fabricación de obleas para consagrar, que parece precisar de una estadística de consumidores. Eso sí que es realmente cachondo (creo que es el calificativo más apropiado). Y, siendo así, queda trasnochado el término “practicante” para los que frecuenten los sacramentos; tendrán que declararse también amigos para favorecer estadísticas y optimizar la producción de obleas.
    Finalmente, hay algo que dejará sorprendidos a todos tus lectores: ¿cómo es posible que hayas ido a devolver algo a Ikea? ¿No pudiste montar ese mueble?

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  3. Muchas gracias Guillermo.
    Al menos se marcan ese detalle. En los hospitales ni siquiera funciona la máquina de refrescos a menudo

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  4. Aunque parezca mentira el comentario no es que esté basado en hechos reales, es que "son" hechos reales.
    Del uso y abuso de todo tipo de artilugio para supuestamente " simplificar" el trabajo humano en los centros sanitarios, podrías contar tu mil y un ejemplos. Lo más asombroso ( con serlo todo) es el nuevo enfoque de los Tanatorios basado en las más novedosas técnicas de control de gestión. La necesidad de mejorar la productividad y usar eficientemente los recursos llega hasta la dispensación de obleas.Debe ser la influencia de la Fórmula 1 y como no desperdiciar ningún recurso valioso
    Los de IKEA para mi siguen siendo gente incomprensible. Por supuesto no soy capaz de montar ninguno de sus muebles sino es con la ayuda de un ejército de expertas.
    ¿Solo a mi me sobran tornillos?

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  5. Parece que el modelo ikea se impone en toda la administración con resultados dispares, en la dgt pasa lo mismo , lo curioso es que suele haber el mismo numero de personal administrativo al menos en situación presencial, y si se necesita ayuda esta suele venir por generosidad del personal de vigilancia.
    Menos en las consultas medicas de los centros de salud, donde la ¨maquina expendedora de tikets¨ sigue siendo el medico de familia, con sus 5 minutitos disponibles por paciente, para todo.

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  6. Es cierto Juan . El papel del médico de familia en muchas ocasiones es equiparable al del vigilante

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