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jueves, 30 de noviembre de 2017

De escorpiones y ranas, personalizados y precisos



En la conocida fábula del escorpión y la rana, esta última muere picada por el aguijón del primero, después de comprometerse a cruzarle el arroyo con la única condición de que no le picara: como  explicación de su perverso (y suicida) comportamiento el escorpión esgrime que el hecho de picar,en cualquier circunstancia y a cualquier ser, forma parte de su carácter.
Que el Partido Popular esté decidido a acabar con el estado del bienestar y el sistema nacional de salud forma parte de su carácter; comportamiento ponzoñoso que comparten con él aquellas formaciones políticas que consideran, legítimamente, que para que las sociedades prosperen el estado debe reducirse a su mínima expresión, y la salud convertirse en una mercancía más sometida a las transacciones del mercado: con sinceridad y claridad meridiana lo impulsó Margaret Thatcher, ideóloga de los sucesivos jefes del partido derechista español; lo comparte el actual partido conservador en Reino Unido y Ciudadanos en España, y por supuesto la Troika. Por ello es completamente coherente que el gobierno del señor Rajoy se comprometa ante tan excelsa trinidad a reducir el gasto sanitario público al 5,57% del PIB en 2020, nada menos que un punto por debajo del límite que establece la OMS para hacer viable un sistema sanitario de cobertura universal.
Lo que era menos entendible es que un partido que se hace llamar pomposamente “la izquierda” permitiera con su abstención que se siguiera avanzando por esa senda de recorte sobre recorte hasta que llegara un momento que el daño fuera irreversible, como ya comentamos aquí.
Pero como no merece la pena llorar sobre la leche derramada, y dando por hecho que el dinero para sanidad será progresivamente decreciente hasta el fin de los tiempos, cabría mirar en otra dirección al menos para reducir los daños de tal recorte. Y eso sólo puede pasar por actuar decididamente  contra el despilfarro, puesto que ya hemos renunciado también a actuar contra la causa que hace insuficientes los recursos para garantizar la sostenibilidad del sistema, y que no es otra que el fraude fiscal, convertidos en protagonistas permanentes de todo tipo de papeles, ya se llamen Panamá, Paraíso o Pamiquela
Los americanos estimaron en un tercio de su gasto sanitario ( un 6% de su PIB) el perdido en despilfarros varios: además de excesivos costes administrativos, fraude, o excesivo costo de las intervenciones, identificaban como una de las causas del mismo la reralización de intervenciones innecesarias.
Puesto que damos por aceptado (a la vista de quien gobierna y quien gobernará) que el presupuesto en materia sanitaria será cada vez menor, convendría ser muy cuidadosos a la hora de decidir en que debe gastarse el dinero. Y lo primero que habría que decir a la ciudadanía en telediarios, emisoras, o comparecencias de plasma sin pregunta,s es que NO es posible financiarlo todo: que no cabe disponer a la vez, de hospitales en cada pueblo, trasplantes de todo tipo y color,”atenciónprimariacentrodel sistema”, crónicos estratificados a manera de peras y para colmo “medicina de precisión” de última generación. Esta última especialmente es inviable con un modelo sanitario basado en la solidaridad, equitativo en función de necesidad y no ordenado en función de ingresos, porque adecuar cada tratamiento a las necesidades específicas de cada ser humano individual es simplemente inviable en un sistema universal de salud.
Pero además, el fundamento científico como estrategia a implantar en un sistema sanitario es menos que débil, como brillantemente expone Abel Novoa. Sin reiterar sus argumentadas baste con resaltar dos que identificaba David Hunter en NewEngland: en primer lugar la contradicción que supone que para conocer la supuesta efectividad de intervenciones específicas en seres únicos, la fuente de conocimiento proceda de grandes estudios poblacionales necesarios para suponer que las conclusiones sean reproducibles (¿). Y por otro que el término precisión es difícilmente compatible con incertidumbre, que domina la mayor práctica de la decisión clínica, ya sea sobre diagnóstico, tratamiento o causa, y cuya aplicación multiplicará exponencialmente los "trade-off" de las decisiones, es decir cualquier ganancia supone un coste.
La propuesta del Partido que se autodenomina “la izquierda” de exigir al partido de la derecha una Estrategia Nacional de Medicina Personalizada de Precisión (bonito pleonasmo) viene a demostrar que la “rana” de la “izquierda” sigue sin aprender nada de los innumerables picotazos del alacrán que han dejado reducido el sistema nacional de salud a su mínima expresión, a costa de ir perdiendo ranas en los trasbordos.
Su complejo de no “parecer” suficientemente moderno le lleva sistemáticamente a abrazar modas sin fundamento, ya se llamen, áreas integradas, modelos radar, programas de estratificación de crónicos, bancos de células madre y ahora medicina personalizada y precisa. Mientras tanto su abandono, desprecio y maltrato de la Atención Primaria ( sobre la que sí hay evidencia de sus resultados) es público y notorio en todas las comunidades en las que tuvo o tiene responsabilidades de gobierno
Esperaremos con interés el próximo viaje del escorpión a lomos de la rana; eso sí “ de la izquierda”.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Apuntarse



Los pasados 23 y 24 de noviembre se celebró en Oviedo las V Jornadas de No Gracias con el título de “Divergencias críticas en biomedicina: ciencia, política ysociedad”. Pero fue mucho más que lo que se encierra en un lema, fue una reflexión en voz alta de cerca de 200 personas sobre de donde viene, dónde está y a donde va  No Gracias, como tan certeramente resumió Juan Gervas y Mercedes Pérez-Fernández.
La plataforma aspira a colocar el valor social por delante de los beneficios, situando a la vida, la salud y lo público por delante de intereses espúreos, ya sean los económicos de las compañías o los electorales de los políticos. Se resume en una negativa educada (No, gracias) a regalos (un bolígrafo, una inscripción, un viaje, una televisión) que llevan siempre implícita una contraprestación a cambio. Pero es mucho más que eso. Es uno de los escasos foros independientes que cuestionan el supuesto “avance científico” a partir de las pruebas  existentes, sin ignorar los riesgos que conllevan siempre, en mayor o menor medida, y que, por el contrario, minusvaloran u ocultan ministerios, consejerías, y por supuesto la industria biosanitaria. No se limita a describir los excesos de ésta, sino de todo aquello que pueda suponer una amenaza para la salud, un despilfarro evidente o una simple tomadura de pelo, no solo en el ámbito clínico, sino también en la salud pública, la alimentación o el clima.
Ciertos aspectos (cada vez más frecuentes afortunadamente) llaman la atención en un encuentro como el de la pasada semana: por supuesto la ausencia de logotipos, stands o representantes de la industria; por supuesto la gratuidad del evento (en otros parejos el precio es asumible para cualquier persona dispuesto a salir a cenar a un restaurante medio, como comentábamos hace unos días a propósito de OSATZEN); por supuesto sin mesas inaugurales que guardan la tónica de protocolos decimonónicos  y en que se ha de esperar minutos e incluso horas a que llegue al ministro o consejera de turno a decir tópicos manidos o simples sandece.
Pero además hay otro aspecto que supone algo radicalmente diferente a los eventos al uso: en lugar de restringir la entrada a “los de fuera”, a los que no son de nuestra sociedad o asociación, los que no son de nuestra profesión o cometido, los que no podrán nunca liderar grupos de trabajo porque no son de los “nuestros”, aquí nadie está excluido de participar, y ninguno es considerado extraño. Y es impresionante lo que puede abrir la mente escuchar a un ingeniero como Jesús Pagán, fundador de Foodtopia hablar del despilfarro en materia de alimentación en el que vivimos, o a una antropóloga como Ana Porroche-Escudero revisar el tema del biopoder a propósito de las campañas de lacito rosa para el cribado del cáncer de mama, o a Carme Valls describir el proceso de medicalización de la salud de las mujeres.
Pasar de ver como David Hammerstein convierte un salón de actos al uso en un círculo abierto para hablar de la perspectiva de los comunes en medicina, a escuchar a JoséValdecasas criticar los excesos de la psiquiatría en un mundo cada vez más enfermo.
Integrar la sabiduría de referentes como Gervas, Tognoni o Laporte con la claridad de ideas de estudiantes de medicina que cuestionan la propia forma de plantear la reunión y seguir adelante.
Como señaló Gervas en su síntesis de la jornada No Gracias su meta es “desarrollar estrategias y alianzas para imaginar un futuro en que sea posible vivir y morir dignamente”. Es una utopía por la que merece la pena luchar.
Cuando las organizaciones clásicas siguen mucho más pendientes de sus propios intereses corporativos que de cambiar un sistema que se cae a pedazos ante el silencio “inocente” y cómplice de todos nosotros, borregos en busca de pienso, en caso de existir alguna esperanza ésta solo puede encontrarse en estos pequeños (y grandes) reductos de libertad, reflexión y pensamiento crítico, donde nadie sobra, y todo el que quiera aportar algo sea bienvenido. Organizaciones a las que da gusto "apuntarse".
Y un lugar donde además, sobrevuelan los Traveling Wilburys como  modelo de referencia

lunes, 27 de noviembre de 2017

Des-apuntarse




En la ciudad en que vivo a los que se separan se les llama “desapartaos”; quizá la reiteración (“des” y “apartaos”) enfatiza aún más el sentido de la separación, la hace más rotunda si cabe.
En la misma línea, para darse de baja de algo se emplea el término "desapuntarse", especialmente utilizado entre la población infantil: me he “desapuntao” de inglés, danza, tenis o violín. A mi entender hace aún más rotunda la ruptura, puesto que recuerda que un día, quizá con bastante entusiasmo, nos “apuntamos” a algo que el tiempo, el cansancio, la sobrecarga o la desilusión nos hizo abandonar.
José Antonio Prados se “ha despuntao” de la semFYC, la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunidad, y expone sus razones con detalle en su blog, con un inquietante título: ¿Dejo semFYC o ella me deja a mí?
Afiliarse o darse de baja de cualquier club, desde Todovino al Granada CF, no es ninguna noticia: lo hacen y deshacen a diario cientos, miles de personas. Pero hay algo en esta renuncia que tiene un significado que va más allá de una simple renuncia.
En primer lugar ,José Antonio Prados no es un miembro cualquiera  de semFYC: como el mismo señala, se afilió a la sociedad siendo residente de primer año hace 30 años, entre otras razones por ser en aquellos tiempos la única sociedad que defendía la necesidad de que existiera una especialidad para los médicos que trabajaban en el primer nivel de atención; las otras existentes, consideraban que con haber acabado la carrera de medicina ya era suficiente. Con el paso de los años fue implicándose progresivamente en el trabajo de la sociedad, primero como miembros de grupos de trabajo, después como vocal o impulsor de líneas de trabajo entonces pioneras, desde el diseño de instrumentos como el portfolio o la evaluación mediante ECOES, hasta modelos de gestión integral de conocimiento. Fue vicepresidente de la sociedad federada a la que pertenecía (samFYC) y también de la estatal. En ese momento, cuando era vicepresidente de semFYC, tuvo el atrevimiento de presentar una candidatura alternativa a la oficial, algo bastante inaudito en una sociedad donde prima la candidatura única, en la que apenas se han contrastado enfoques o propuestas diferentes a lo largo de cerca de años de existencia, a pesar de contar en el momento actual con cerca de 20.000 socios. Muchos valoran este hecho como demostración de continuidad y estabilidad; a mi sin embargo me recuerda más a los viejos tiempos del Politburó soviético, en especial cuando los elegidos son habitualmente varones y nunca de la edad de los que desempeñaron el mismo cargo en las primeras décadas de la sociedad: si en los 80 era normal que un presidente de sociedad pudiera tener treinta y tanto años hoy resulta casi impensable, y menos aún que sea mujer.
Prados perdió aquellas elecciones por apenas una decena de votos. Pero aquella sesión en Barcelona, dio por una vez (y sin que sirviera de precedente) la impresión de argumentación y defensa de posturas diferentes sobre hacia donde debería evolucionar la sociedad.
Pero hay algo más preocupante en las argumentaciones de José Antonio Prados, y que van más allá de la pérdida de un histórico de la sociedad: “tras 30 años como socio y caminar por el mismo sendero, tengo la constancia de que su camino no es el mío, ni en los contenidos ni en las formas”.
No es una cuestión, como señala, de diferencia de opinión o estilo, algo que considera como algo sumamente beneficioso.
Está relacionado, por el contrario, con su percepción de recelo y reticencia ante la crítica; con la restricción de la autonomía de un grupo de trabajo como Comunicación y Salud de amplia trayectoria propia, e independiente durante un tiempo de la propia sociedad.
Está relacionado con la discrepancia en lo que debe ser el coste de la inscripción a una actividad profesional y de la necesidad de trasparencia respecto a los gastos de la misma.
Y está relacionado con la diferencia de puntos de vista respecto al carácter de “exclusividad” de las actividades de un grupo que aspiraba a ser multiprofesional y abiertos a otras profesiones, diferenciando el “nosotros” (los socios), de “los otros” (los no socios, los no médicos, los de otras sociedades).
Que alguien como José Antonio Prados se “desapunte” de semFYC, y sobre todo por las razones que expone, debería ser motivo de reflexión para la propia sociedad. Entre otras razones, porque mientras tanto, grupos, iniciativas y proyectos diversos (los SIAP, la Cabecera, No Gracias, Farmacriticxs, el FOCAP y el FoAAP, o algunas sociedades federadas de semFYC como OSATZEN ) están aglutinando el descontento, pero sobre todo la ilusión de muchas personas, no necesariamente médicos de familia, que creen que se pueden hacer las cosas de forma diferente.