jueves, 23 de julio de 2015

La degradación de la Primaria

Mi amigo es médico de familia en un centro de salud rural cercano a una gran ciudad. Estando en
consulta recibe un aviso. No es para acudir a un domicilio, sino a la calle, apenas a cinco minutos de su consulta. Desde hace ya tiempo los avisos se los pasan a él .Sus compañeros indican a los pacientes que deben acudir al centro, o si se ponen muy pesados , acaban por llamar directamente al servicio de urgencias.
La paciente de hoy es una señora mayor que se ha caído en medio de la calle. Mi amigo interrumpe la consulta y acude en su coche a atenderla. Tras una revisión inicial comprueba que afortunadamente sólo tiene una herida superficial en la cara. La tranquiliza y para terminar la exploración la sube al coche y la traslada a su consulta, de donde sale unos minutos después con una simple sutura. En total ha empleado 45 minutos y el único recurso de su tiempo.
En el pueblo se convierte  casi en un héroe. Para él , sin embargo, era la decisión más lógica. La alternativa implicaba desentenderse de la situación, llamar al servicio de urgencias, movilizar una ambulancia medicalizada , que probablemente ( dada la edad de la paciente) hubiera trasladado a la enferma a un centro hospitalario donde seguramente hubiera acabado pasando muchas horas esperando un TAC o una Resonancia: un coste desproporcionado pero, lo que es peor, un rosario de pruebas y molestias completamente innecesario.
Mi amigo no es un héroe. Le asombra que lo que debería ser la norma se haya convertido en  excepción. Sí, es cierto que la atención primaria lleva ya décadas de abandono, de menosprecio por parte de las autoridades sanitarias deslumbradas por el resplandor de los transplantes, las células madre y los cirujanos de diseño. Una atención primaria donde se ha aceptado resignadamente cualquier tipo de imposición peregrina, ya sea respecto a la forma de organización de su propio trabajo, la forma de atender a los pacientes o la decisión ( tomada en despachos anónimos) de lo que es ser buen médico o no serlo.
Pero reconociendo todo eso habría que pensar cual es nuestra responsabilidad para haber llegado a ese nivel de deterioro moral:  en que atender a una paciente a cinco minutos de la consulta  se considera que no es incumbencia de un médico de cabecera.
A ese mismo médico que ha ahorrado miles de euros al sistema sanitario ( y al bolsillo de los contribuyentes indirectamente),  se le negará en cambio la posibilidad de ser sustituido por un compañero cuando lleguen sus vacaciones o solicite un curso. Una suplencia que no supone ni la décima parte del dinero que él ha ahorrado al sistema, a nuestro sistema. Algo indignante, a lo que merece la pena oponerse. 
Pero sólo tendremos legitimidad para exigirlo si antes respondemos a la confianza que la sociedad nos ha  otorgado. Nuestra autonomía es sólo una de las dos caras de nuestra moneda; la otra es cumplir con nuestro deber, aunque sea molesto, tedioso o ingrato.

De la degradación de la Atención primaria, todos nosotros somos también responsables.

3 comentarios:

  1. andalucía : comunidad autónoma + beneficiada por el gasto sanitario Muface, que en 2012 destinó a "sus" andaluces 458 millones €

    http://www.minhap.gob.es/es-ES/CDI/Paginas/Sistema-cuentas-territorializadas-2012.aspx

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  2. Muface debería haber sido erradicado como alternativa hace 20 años. El Partido Socialista no lo hizo cuando pudo hacerlo. De aquellos polvos estos lodos

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  3. Por tal y como cuentas la historia debo entender que el médico de tu pueblo es un lumbreras (o un temerario) o los de la ambulancia medicalizada hacen mal su trabajo. La enferma sería la misma en los dos supuestos, la caida también y lo mismo pasa con la edad. Si el médico rural es capaz de saber que esa buena mujer no necesita más que una sutura los de la ambulancia (medicalizada) deberían ser capaces de llegar a la misma conclusión, no?

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