domingo, 29 de marzo de 2020

La soledad de la Atención Primaria ante la pandemia

“Los médicos de familia son el primer contacto de los pacientes frente a la epidemia; como miembros respetados y dignos de confianza de la comunidad pueden facilitar el conocimiento de la enfermedad y pueden a través de sus consultas y a través de su compromiso con las autoridades, comunicar los riesgos y las posibilidades para mitigarlos de forma segura y fiable. Su papel es el de ser los primeros en llegar y los últimos en salir, siempre situados en la primera línea. La epidemia tendrás consecuencias a largo plazo, en las personas afectadas y sus descendientes, tanto a nivel físico como mental; porque los problemas de salud mental, que aparecerán tras la ola epidémica , tendrán efectos tan devastadores como los físicos”. 
Donald Li. Médico de familia. Presidente de WONCA
En las comparecencias ministeriales par informar del estado de situación ante la pandemia covid-19 la única mención a la Atención Primaria hasta la fecha fue la relativa a que los dos primeros médicos muertos eran médicos de familia. La Atención Primaria como simple “anécdota”, elemento suprefluo en la que nadie parece haber reparado: ni expertos ministeriales, ni políticos de uno u otro signo, ni por supuesto periodistas o comunicadores que llenan sus platós de supuestos sabios, auténticos especialistas en lugares comunes y predicción del futuro; gente que no se diferencia nada de los adivinos que pueblan la noche de los canales de televisión no digitalizados.
La única preocupación e interés de todos ellos son los hospitales, urgencias y unidades de cuidados intensivos. Sin duda importantes, vitales. Pero tan importantes y vitales a largo plazo como la  Atención Primaria que resulta, una vez más, invisible. Aunque esté conteniendo el progreso de la infección en buena parte de las comunidades autónomas, desde Euskadi a Andalucía, de Galicia a Menorca.
En Reino Unido el primer elemento de contención ante la pandemia es una vez más la medicina general. El objetivo prioritario ahora mismo es capacitar a cada médico, a cada práctica para realizar consultas a través de video. Como comentábamos esta semana Trisha Greenhalgh publicó un artículo sumamente práctico con infografía en el BMJ sobre cómo, cuando y por qué realizar las consultas de esta forma. Es concreta, práctica, segura.La propuesta está siendo adoptada por los generalistas allí de forma generalizada, cuyo objetivo último es evitar el contagio y la diseminación de la enfermedad sin dejar de proteger a los pacientes: en definitiva, evitar nuevos contagios sin privar a los ciudadanos de  su “GP” ( su médico general). 
Justo lo contrario de buena parte de los servicios de salud españoles que cierran centros de AP y desplazan a sus profesionales a grandes cadenas de producción de enfermos en donde “optimizar” la atención; aunque supongan un alto riesgo de transmisión de enfermedad, y adolezcan de un nivel de desorganización impresionante como reiteradamente informan en Twitter los profesionales que allí trabajan.
En España los profesionales de AP están desarrollado sus propios sistemas de atención a distancia  con el mismo objetivo, reducir al mínimo imprescindible las consultas presenciales, ya sea en domicilio o en centro. Emplean el medio que tienen a su alcance, el teléfono. Las consultas a través de video son difícilmente aplicables de forma generalizada, entre otras razones porque los autoridades sanitarias de cada comunidad autónoma se encargaron sistemáticamente en las últimas décadas de evitar que éste pudiera ser un modo de comunicación habitual entre pacientes y profesionales , como ocurre en cualquier otro país desarrollado: ya sea por supuesta falta de recursos, o mediante la excusa de los aspectos normativos y legales de la iniciativa, no existe en muchos centros de salud ni videocámaras, ni ancho de banda suficiente, ni compatibilidad con el registro clínico.
En Reino Unido uno de los debates más importantes hace referencia a si la iniciativa de diferenciar centros “fríos” o “calientes “ ( cold and hot hubs) respecto al tipo de pacientes a atender es una medida adecuada para enfrentarse a la pandemia. Debates semejantes no entran en los planes del gobierno, de Fernando Simón, de los servicios de salud. En España los  profesionales de Atención Primaria se organizan también en centros "sucios" y "limpios", o centros con "pasillos" o consultas respiratorias o generales; innovan como buenamente pueden en cada centro sobre cual es la mejor forma de seguir atendiendo a su población, sin privarles de ningún cuidado ni someterles a exposición innecesaria. Las autoridades, sin embargo, contemplan mayoritariamente a los profesionales de Atención Primaria como carne de cañón para reforzar sus macrocentros hospitalarios.
El desmantelamiento de la Atención Primaria realizado durante las dos última décadas en todos los servicios de salud, no sólo se manifestó en reducción de plantillas y profesionales, precarización e inestabilidad laboral, sobrecarga hasta niveles absurdos…Afecta también de forma importante a recursos, instrumentos y tecnologías imprescindibles para el trabajo en Atención Primaria en el siglo XXI. Mucho habrá que reconstruir en ella cuando todo esto se normalice un poco.
La Atención Primaria está sola en esto; no preocupa ni interesa a ningún gobierno más allá de su utilidad como carne de cañón. Pero a pesar de ese maltrato atávico se mantiene ahí, prolongando sus horarios, doblando turnos, acumulando cupos, buscando soluciones ante la falta de medios y referencias. No se aprecia en todo su valor hasta que deja de estar. Su compromiso debe ser con ellos ,con sus pacientes, su comunidad, su población. No con políticos  ni expertos tan ignorantes como frívolos.

viernes, 27 de marzo de 2020

Sin Atención Primaria no hay solución a la pandemia


“Las cifras de la actividad sanitaria y las portadas se cuentan en ingresos hospitalarios y en UVI. Pero los miles y miles de seguimientos que hacen los profesionales de Atención Primaria a los pacientes en aislamiento domiciliario están sosteniendo el sistema. AP es imprescindible”
Las estadísticas son también personas; parece obvio pero hoy más que nunca es necesario recordarlo. Lo escribía en el blog del BMJ hace unos días William Cayley, a propósito de la obsesión ( lógica por otra parte) de aplanar la curva, de llegar al pico máximo de casos; cada una de esas cifras, de esos datos que se esperan cada mediodía son personas, con su propia historia, sus temores, angustias e incertidumbres. Los hijos, hermanas, parejas, amigos de alguien.
Las médicas, enfemeras,administrativas de los centros de Atención Primaria (AP) saben de esas historias únicas, conocen sobradamente las pequeñas miserias y grandezas de cada uno de ellos, sus preocupaciones crónicas, sus consultas ridículas, sus dramas cotidianos. Y ellos, conscientes de que corren tiempo difíciles, que el horno sanitario no está para muchos bollos, limitan sus consultas a lo imprescindible, casi pidiendo perdón por molestar si su consulta no es por el coronavirus.
Esa capacidad de escuchar y atender, de aguantar y pelear, recibe el pomposo nombre técnico de longitudinalidad, una forma extraña de llamar al simple hecho de estar ahí; de estar siempre ahí. La evidencia sobre su efecto en la calidad del servicio, la satisfacción de las personas, la reducción de la mortalidad es apabullante. Ya quisiera cualquier fármaco, cualquier reforma organizativa tener la mitad de efecto. Y aún así, ni Angels Barceló ni Jordi Évole ni Julia Otero dedicarán nunca uno de sus rutilantes programas a hablar de ello. No vende, no es vistoso hablar de alguien que lo único que ha hecho es atender durante 40 años a las mismas personas: cuando eran niños, cuando fueron jóvenes, cuando son ancianos o están incluso muertos. Algo tan simple, pero tan difícil.Gente como Rafa Olalde, Miguel Melguizo, Lorenzo Arribas. Gigantes desconocidos para la opinión pública, pero a los que nunca olvidarán sus pacientes, en los que confían antes que en cualquier especialista de relumbrón, por mucho que venga de Harvard.
Madrid  está cerrando sus centros de Atención Primaria; seguirían detrás otros servicios regionales de salud con la excusa de atender a los pacientes de manera “eficiente”, en grandes naves industriales; lo que aparentemente sirve para la población general ( quedarse en casa) no sirve cuando esa población se infecta , aunque confinarlos a todos juntos suponga un riesgo añadido, tanto para ellos como para los sanitarios que les atienden.
La efectividad de un modelo de Arca de Noé en países diferentes de aquel donde se implantó (China) como España está por demostrar. Lo que ya está demostrado es la efectividad y eficiencia de ésta para dar respuesta a TODAS las necesidades de la población.  
Sólo un absoluto ignorante en materia de organización de servicios de salud puede pensar que el trabajo de un centro de AP es equivalente al del servicio de dermatología durante una pandemia, y que puede cerrarse como se cierra la tienda de todo a 100 de la esquina. Es precisamente ahora cuando más necesaria es su existencia. Países que están siendo también golpeados por la pandemia refuerzan y potencian su Atenciön primaria, no la eliminan. En Reino Unido está más activa que nunca, reorientando su modelo de atención a atender a sus pacientes mediante consultas en video. Trisha Greenhalgh lleva semanas informando en Twitter de cómo hacerlo y publicó anteayer un excelente artículo en BMJ sobre cómo hacerlo (que sería bueno difundir y traducir aquí). En España también muchos centros están realizando la mayor parte de sus consultas a través del teléfono, e incluso por video, con la impagable colaboración de los ciudadanos que entienden que de esa forma se protegen y protegen a sus profesionales y a sus convecinos.
Para más escarnio en la comunidad de Madrid el proceso de desmantelamiento se está produciendo sin planificación previa. Simplemente los centros ver reducido el número de profesionales, unos porque caen infectados, otros porque se trasladan a IFEMA, hasta que , como en la novela de Diez negritos de Agatha Christie, no quede nadie en los centros de Atención Primaria.
Cuando así ocurra, televisión, radio y prensa podrá informar del gran índice de ocupación del hangar de IFEMA, y reyes y autoridades podrán volver a hacerse fotos. Pero los ciudadanos no tendrán a donde acudir buscando el consejo de alguien que les lleva atendiendo toda su vida, para consultar ese dolor en el pecho que puede ser nada o les puede matar, para volver a curar esa úlcera tórpida en la pierna…cosas sin importancia porque no salen en el telediario.
Los genios que cierran centros de AP tampoco han debido pensar qué hacer cuando los infectados vuelvan a sus domicilios, cuando sea preciso levantar progresivamente la cuarentena, cuando los pacientes necesiten tanta o más información y cuidado que ahora. Porque, como señala este trabajo de Grawosky y Maddox en JAMA , el seguimiento tras la infección es tan importante como durante ella.
Hay que exigir que sigan abiertos los centros de Atención primaria. Sus profesionales merecen mucho más que aplausos de atardecer. Ni un profesional sanitario sin protección. Ni un centro de Atención primaria sin sus profesionales.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Lecciones desde Italia: mensaje en una botella que nadie escucha

“There is no such thing as society”
Margaret Thatcher. Woman’s Own.1987.
No existe eso llamado sociedad; lo dijo en una entrevista la política conservadora Thatcher y fue convertido en mantra de los políticos neoliberales del mundo entero. Desde su punto de vista existían individuos, hombres y mujeres. Lo demás son abstracciones inútiles.
Trece médicos italianos publicaron el pasado 21 en New England una impresionante reflexión sobre lo que ha ocurrido en Italia con sugerencias implícitas sumamente valiosas para lo que va a ocurrir en el resto del mundo.
Y para ellos, tras llevar semanas atendiendo de forma desesperada a gente que muere cada día colgados de un respirador, concluyen que no sólo sí existe esa abstracción que supera al individuo sino que uno de los grandes errores cometidos por los modelos sanitarios occidentales ha sido precisamente centrar la atención en el paciente, otro bonito mantra repetido sin descanso ni pudor por expertos, sociedades científicas, “innovadores” sanitarios de todo tipo. Escriben: “ los sistemas sanitarios occidentales han sido construidos en torno al concepto de atención centrada en el paciente, pero una epidemia requiere un cambio de prespectiva hacia el concepto de atención centrada en la comunidad. La dolorosa enseñanza es que lo que necesitamos expertos en salud pública y epidemias, y ese no ha sido el enfoque de autoridades locales y nacionales”.
Comunidad y salud pública han sido desde hace décadas conceptos denostados, despreciados y perseguidos. Y no sólo por partidos neoliberales de diverso cuño, sino por buena parte de políticos “socialistas” que veían en la salud pública y la comunidad un excesivo tufo a rancio, a cubano. La decisión tomada por el grupo Popular en el parlamento de Andalucía a principios de año se alinea bien con esa idea: eliminar la Escuela Andaluza de Salud Publica, y sustituirla por un Instituto de Investigación de Andalucía, término mucho más adecuado a los tiempos. Quizá esta brutal pandemia haga entender a algunos por qué Salud Pública no es sinónimo de Sanidad Pública.
La segunda gran enseñanza del trabajo de Mirco Nacoti y colegas, que trabajan en un hospital de referencia en el país, el Juan XXIII de Bérgamo, el epicentro real de la epidemia, es también muy interesante para esos políticos, periodistas y expertos de cualquier signo que también desprecian y ningunean a la Atención Primaria:”estamos aprendiendo que los hospitales pueden ser los principales vehículos de transmisión del covid-19. rápidamente  sobrecargados de pacientes infectados que pueden contagiar a los que no lo están. Los pacientes son transportados por nuestro servicio regional, que también contribuye a diseminar la enfermedad, convirtiendo rápidamente a profesionales y ambulancias en vectores. Los trabajadores sanitarios son vectores asintomáticos o enfermos sin vigilancia; algunos pueden morir, incluso los más jóvenes, incrementando la presión sobre los que están en primera línea”. La desesperación de la situación en Madrid lleva a ignorar sistemáticamente la situación respecto al covid-19 de los profesionales sanitarios ( a los que no se ha realizado la prueba de detección salvo presentar síntomas claros); muchos de ellos siguen trabajando ante la situación con síntomas claramente sospechosos; mientras tanto autobuses trasladan grupos de pacientes infectados de unos hospitales a otros ante la  saturación de las ambulancias. Y creemos que con los aplausos de las 8 de la tarde basta.
“Este desastre podría haberse evitado con un despliegue masivo de servicios ambulatorios. La solución a la pandemia precisa de servicios para toda la población, no sólo para los hospitales.. La atención domiciliaria y dispositivos móviles de atención evitan movimientos innecesarios y reducen la presión sobre los hospitales. Oxigenoterapia temprana, pulsioxímetros y nutrición adecuada pueden ser prestados en los domicilios de enfermos leves y convalecientes, estableciendo un amplio sistema de vigilancia con aislamiento adecuado aprovechando los sistemas de telemedicina existentes. Este enfoque podría limitar los internamientos a los pacientes severos, disminuyendo el contagio, protegiendo a los trabajadores sanitarios y a los pacientes, y minimizando las necesidades de equipos de protección”.
¿Alguien escuchó? ¿Alguien leyó? Nadie. Madrid se apresta a desmantelar su Atención Primaria, con el beneplácito de todas las administraciones de la región, trasladando pacientes, médicas, enfermeras y personal de apoyo a una gigantesca cadena de producción de enfermos en un palacio de ferias y congresos. El resto de servicios de salud se apresuran a construir factorías semejantes, cerrando sus centros de Atención Primaria pensando que “realmente” solo atienden "bobadas". Los beneficios son indudables. Como señalaba el consejero de Madrid esta mañana en la cadena SER , los pacientes en IFEMAS podrán hacer ejercicio.
“ Esta pandemia es mucho más que un fenómeno de cuidados intensivos; más bien es una crisis humanitaria y de salud pública. El Coronavirus es el Ébola de los ricos y requiere de un esfuerzo trasnacional coordinado. No es particularmente letal pero es muy contagioso. Cuanto más medicalizada y centralizada está la sociedad más rápidamente se transmite el virus”
Una pandemia que se debe afrontar con enfoque comunitario, atención domiciliaria, Atención primaria. No con medicalización, centralización, desmantelamiento de lo más cercano. De persistir en esa deriva lo pagaremos todos.
(Imagen: UCI del hospital Juan XXIII de Bérgamo)

lunes, 23 de marzo de 2020

¿Desmantelar la Atención Primaria para frenar al covid 19?

"Qué poco heroico es llamar a cientos de pacientes a su domicilio para contener, tranquilizar, evaluar y actuar en consecuencia, pero qué útil amigas"
Tan contagiosa como la pandemia de covid-19 es la estupidez. Desconocemos su R0 pero muy probablemente esté muy por encima de 10. La Comunidad de Madrid tiene el dudoso honor de gestionar de manera especialmente penosa la avalancha. Comenzando por poner al frente del equipo coordinador a una persona  (Burgueño) , que no sólo NO es experto en este tipo de situaciones sino que , además, generó un sorprendente grado de rechazo profesional por su activo papel en el proceso de privatización de hospitales. Y siguiendo por la última ocurrencia del equipo de Díaz Ayuso, inmediatamente “contagiada” a otros servicios de salud, y que no es otra que el cierre total o parcial de la Atención Primaria para concentrarla en los nuevos hangares hospitalarios.
Los responsables políticos que han gobernado la Comunidad de Madrid en estos últimos 20 años centraron su política en dos estrategias claras: reducir el presupuesto público (aumentando las formas de transferencia de fondos al sector privado), y ahogar progresivamente a la Atención Primaria. En esto último es cierto que no están solos: prácticamente todas las comunidades autónomas, de uno u otro color político, lo llevan haciendo desde hace más de dos décadas, deslumbrados por los brillos del oropel hospitalario, sus ruedas de prensa vistosas para celebrar cualquier hito quirúrgico y sus promesas sistemáticas de acercar un nuevo hospital a cada pueblo, en la cual hay que reconocer que la actual Ministra de Hacienda es consumada maestra.
La forma de entender el sistema sanitario que tienen los políticos españoles queda perfectamente reflejada en su modelo organizativo frente a la pandemia: ante la avalancha de casos, nada mejor que cerrar los centros de Atención Primaria y utilizar a sus profesionales de carne de cañón en los macrohospitales tipo IFEMA, a donde están desviando a médicas y enfermeras sin información oficial alguna, más allá de la comunicación que realizan los propios profesionales por sus grupos de whatsapp. Ignoran tanto lo que es y por qué es imprescindible la AP, que sólo le encuentran utilidad para ordenar el tráfico de pacientes; podrían sustituirlos perfectamente por policías locales.
Una de las razones del confinamiento social es precisamente la de evitar la de aglomeraciones masivas que faciliten la difusión del virus. Para ello nada menos adecuado que hacinar a pacientes leves en grandes naves industriales, como ya vienen haciendo con las residencias de mayores.
Cerrar centros de salud supone acabar con la accesibilidad y la longitudinalidad de la atención: palabras sin sentido ni importancia para políticos modernos, pero que nunca como ahora han sido tan esenciales para la población. Una población que se ha adaptado sin apenas problemas a las instrucciones de permanecer en casa y no acudir al centro sanitario, que se ha dado perfecta cuenta que no es tiempo de acercarse por “naderías”, pero que hoy más que nunca necesita consejo ante tanta información sesgada y dañina, tranquilización ante sus angustias por lo que pueda ocurrirles a ellos y a los suyos, y por supuesto atención ante sus sospechas respecto a un posible contagio y asistencia para todos esos problemas ( de la insuficiencia cardiaca al trastorno del ánimo)que, aparentemente, han dejado de tener importancia, en un contexto en el que sólo parecen merecer atención las personas con covid-19;.
Es ilimitada la actividad que puede realizar un centro de Atención Primaria en esta era de cuarentenas. En primer lugar como puerta de entrada una vez más para identificar precozmente y aislar adecuadamente a nuevos casos de la pandemia. Sin necesidad de confinarlos y acumularlos en naves industriales, sino manteniéndolos en el lugar donde pueden estar mejor, recuperarse más pronto y:  apenas contagiar a nadie; su propio domicilio. Ayudándoles a soportar y superar su enfermedad mediante un apoyo diario y continuado, a distancia  o en el domicilio si fuera preciso, recuperando además su lugar preferente de trabajo, el hábitat natural del paciente: su casa. Pero sin olvidar que su territorio no sólo comprende la residencia de los que están contagiados, sino de todo el resto de su “lista”, su comunidad, y que más aún en estas circunstancias, precisa del cuidado de sus profesionales de cabecera.
Una vez más se impuso la metáfora de la máquina en la organización de los servicios de salud, convirtiendo a las personas en tornillos que precisan de corrección: se precisa reducir el imput para mejorar el outcome, ,manteniendo en su capacidad productiva óptima a la unidad de cuidados intensivos, convertida circunstancialmente en el centro del sistema.
Olvidando que cada una de las personas que estamos bajo esta amenaza, la padezcamos o no, necesitamos apoyo, atención ante los problemas y acompañamiento. Lo que hace mejor que nadie la Atención Primaria pero nunca tendrá el más mínimo interés para periodistas y políticos, que nunca apreciaron ni apreciarán el precioso cometido( en el doble sentido del término) de la Atención Primaria.
No podemos permitir que ocurra. Sería tanto como reconocer que La Atención Primaria es superflua.

domingo, 22 de marzo de 2020

Lationoamérica quizá aún está a tiempo.



El Ministro de Salud de Chile, Mañalich, declaró ayer sobre la pandemia de covid-19: “estamos hablando de una partícula que se ve solo al microscopio electrónico, que no podemos predecir su comportamiento, quué pasa si este virus muta de una forma más benigna; que pasa si el virus muta y se pone “buena persona”.
El problema no es sólo que un individuo con semejantes argumentos sea el Ministro de salud de un país como Chile, sino que de sus decisiones puede depender la vida de miles de personas. En Estados Unidos el presidente Trump anda entretenido tachando en las conferencias de prensa el nombre de covid-19 para poner en su lugar el adjetivo de “virus chino” creyendo que quizá así contendrá la pandemia, cuyo crecimiento en su país es exponencial. En Brasil el presidente Bolsonaro celebró el resultado negativo de la prueba que le fue realizada abrazando y estrechando manos, como hace sistemáticamente el presidente de Mexico. Mientras tanto Italia mantiene una tendencia creciente de más de 6000 casos y cerca de 700 muertes al día, y España alcanza hoy la cifra de casi 30.000 infectados con un aumento en el último día de más de 3000 y más de 300 muertos. 1785 personas se encuentran en Unidades de Cuidados Intensivos en España cuando la capacidad total del país en estos servicios supera escasamente las 5000. Un 10% de los contagiados son sanitarios, y ha sido preciso movilizar a futuros residentes, estudiantes y médicos retirados. Madrid se encuentra ampliamente sobrepasada en su capacidad sanitaria.
Latinoamérica se enfrenta a un escenario enormemente amenazante, puesto que a la propia pandemia se añade niveles de inequidad y de pobreza aún mayores que en Europa, sistemas sanitarios mucho más frágiles ( aunque sólo sea por el porcentaje de su PIB dedicado al sistema sanitario, especialmente al público) y mecanismos de protección social claramente insuficientes. Sin embargo, quizá aún están a tiempo de evitar que la catástrofe sea todavía mayor.
Asia y Europa, que han soportado hasta la fecha de forma secuencial el mayor peso de la pandemia, han establecido medidas que , en algunos países, parecen haber contribuido a reducir el impacto de la pandemia, pero también han cometido importantes errores de los que sería beneficioso aprender para no repetir. Algunos de ellos son los siguientes:
-      Considerar que esta epidemia es una epidemia más, derivado del hecho cierto de que sólo el 5% de los más de 200.000 casos son graves. Ésta NO es la pandemia del virus influenza H1N1 de 2009, un proceso sobrevalorado e ineficientemente gestionado por las autoridades internacionales, en especial la OMS. Aquella pandemia no paralizó a la mayor parte del mundo, no colapsó los sistemas sanitarios ni alteró sustancialmente la vida de la gente. Europa minusvaloró la importancia de lo que se venía encima cuando estaba afectando a Asia, considerando exageradas las medidas que allí se tomaban. América no debería caer en el mismo error.
-     Buena parte de los gobiernos de tendencia neoliberal ( Estados Unidos, Reino Unido, Chile, Brasil, Uruguay,…) y algunos supuestamente socialdemócratas han considerado completamente innecesarias medidas de aislamiento social inicialmente , quizá porque el mantenimiento de la actividad económica es el valor más importante; algunos de ellos han tenido que comenzar a implantarlas posteriormente de forma apresurada, cuando el crecimiento exponencial de la pandemia ponía en evidencia sus excesos de optimismo. 
-      Es cierto que la comunidad científica no tiene una respuesta unánime respecto a qué estrategia obtendrá mejores resultados. John Ioannidis por ejemplo, considera que no existen evidencias suficientes para implantar medidas de aislamiento social radical. Richard Horton el director de Lancet, hace llamadas continuas  al aislamiento social severo. Lo que es cierto es que no tomar medidas es una medida en sí misma, como respondía Marc Lipsich a Ioannidis recomendando que el confinamiento social es un buen punto de partida. Aunque la mayor parte de los casos sean leves algo hay que hacer para evitar que los sistemas sanitarios colapsen por su incapacidad de atender a pacientes graves. En ese sentido los efectos derivados de tomar medidas contemporizadoras parecen devastadores, como han argumentado desde el Imperial College a Tomas Pueyo. Se puede dudar de sus datos, pero día a día la realidad les da la razón. En ese sentido llaman la atención pronunciamientos irresponsables como el  del representante de la OPS en Chile, Leanes, considerando que las medidas de aislamiento social no se pueden recomendar porque “ no se pueden sostener porque la gente las incumple”, cuando al mismo tiempo señala que "estas medidas se tienen que tomar cuando el número de casos es muy alto”, momento en que probablemente sea tarde, como argumentaba Pueyo ayer.
-      Sin información no es posible actuar adecuadamente. Eso afecta tanto a la disponibilidad de medios para saber quien está infectado mediante una detección temprana de casos  (imprescindible para su aislamiento), como a la necesidad de contar con información completa , adecuada y transparente de lo que está ocurriendo. Ninguna de las dos condiciones se cumplió en España, que arrastra una penosa historia de opacidad informativa desde hace décadas y donde aún ayer era imposible saber la distribución por edades de los casos y muertes.
-     Sin duda urgencias, hospitales y unidades de vigilancia intensiva son puntos críticos de la capacidad de un país de afrontar la pandemia. Pero ignorar el papel absolutamente clave de la Atención Primaria para contener la propagación de la infección y garantizar el cuidado próximo a las personas es un error garrafal, como ya comentaremos en detalle.

El que todas las ciudades de Europa estén hoy completamente vacías debería hacer pensar a los políticos de América que esto no es un juego que puede ser resuelto esperando que el virus se vuelva una buena persona. Quizá aún están a tiempo.
Gráfico: Financial Times

miércoles, 18 de marzo de 2020

Hindsight

“Yo ya lo vi, ya lo viví, en eso fui el primero”
Sabio Tonto. Semen Up.1988.

Nuestra capacidad de “ignorar nuestra ignorancia es casi ilimitada”. Lo escribió Daniel Kahneman, el premio Nobel de Economía hace más de diez años, y tiene en estos días su mejor confirmación. De un día para otro han aparecido tantos expertos como número de contagiados por el Covid 19 que opinan sin descanso sobre el virus, la epidemia, sus causas y consecuencias. Y que por supuesto tienen la solución sobre cómo resolver el problema.
Escribía Kahneman: “Una limitación general de la mente humana es su insuficiente capacidad para reconocer estados pasados del conocimiento o creencias que han cambiado. Una vez que adoptamos una nueva visión del mundo (o de una parte de él), inmediatamente perdemos buena parte de nuestra capacidad para recordar lo que solíamos creer antes de que nuestro pensamiento cambiara”. Se llama Hindsight bias, sesgo retrospectivo, o como día mi amigo Oleaga, “Visto los cojones, macho”. Fue descrito por Fischoff y Beyth en 1972 cuando ambos eran estudiantes, en un curioso experimento realizado en la primera visita de un presidente americano ( Nixon) a China: antes del viaje se les preguntó a los participantes la probabilidad de que ocurrieran determinados hechos ( por ejemplo,¿Cuál es la probabilidad de que China reconociera diplomáticamente a Estados Unidos?); meses después de la visita se les solicitó que recordaran la probabilidad que previamente habían asignado a cada pregunta; si el hecho se había producido realmente exageraron su respuesta previa, mientras que sobre los sucesos no ocurridos insistieron en que siempre habían dicho que era improbable.
A través de este sesgo evaluamos las decisiones por su resultado, no por lo adecuada que pudiera ser la decisión cuando se tomó, olvidando que las decisiones suponen actuar sobre la incertidumbre, sin conocer con anterioridad las consecuencias de las mismas. Como cuenta Kahneman en sus trabajos, la intervención quirúrgica de un cirujano ante un proceso de poco riesgo acabará siendo juzgada probablemente como negligencia si el resultado es la muerte, lo que no ocurriría nunca de acabar satisfactoriamente. “Cuanto peores son las consecuencias tanto mayor el riesgo de hindsight”. Esto conduce inevitablemente a que muchos de los decisores eviten tomar riesgos por el miedo a equivocarse. Y quizá esto sí haya podido producirse en algunas de las decisiones tomadas por las diferentes instituciones (de la OMS a cualquier pequeño ayuntamiento) en la gestión de la pandemia.
De la complejidad que supone analizar, planificar y ejecutar decisiones en este momento es buen ejemplo el trabajo que acaba de escribir Ioannidis. La incertidumbre es máxima, y las consecuencias desproporcionadas en todos los ámbitos: económico, político, sanitario, personal. Afortunadamente hay muchas personas con criterio capaces de ir reduciendo incertidumbre con sus estudios, análisis y reflexiones. Pero son pocos. Los demás, contribuiríamos mucho al bienestar global limitándonos a hablar sobre lo que realmente sabemos, y evitando criticar de forma rastrera cuando antes nunca alertamos de lo que iba a ocurrir.
Dos ejemplos contrapuestos tal vez lo expliquen mejor: en la entrevista concedida a El País por Santiago Moreno, Jefe de servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, una persona altamente cualificada en el estudio y manejo de este tipo de enfermedades, respondió: “ Hemos pecado de exceso de confianza, nadie pensaba en esto…si volviéramos atrás, tendríamos que hacer muchas cosas de forma diferente. Pero eso lo sabemos ahora, no antes; lo hemos aprendido”.
Por su parte Oriol Mitjà, experto en enfermedades tropicales del hospital Germans Trias i Pujol ha escrito en Twitter: "El Comité de emergencia español debería dimitirr.El país está en la UCI y el médico que lo ha tratado ha cometido demasiados errores. Mejor cambiar de médico mientras todavía estamos a tiempo”. Al margen de que es cuestionable que la mejor forma de reducir errores para mejorar la seguridad del paciente sea cambiar de médico, conviene recordar lo que él mismo decía en la Vanguardia hace apenas un mes a raíz de la suspensión del Mobile World Congress (MWC): "No creo que haya una decisión correcta o incorrecta sobre aplazar o no el MWC. Se basará en el nivel de riesgo que quieres alcanzar. Si quieres riesgo cero, las medidas de salud pública deben ser muy drásticas, pero las medidas se deben tomar en función de los riesgos, no del miedo…la infección por el nuevo coronavirus es muy leve. La tasa de letalidad fuera de China es del 0,2 %. Es muy parecida a la gripe epidémica que sufrimos todos los inviernos…Creo que no hay riesgo para toda la población. Los modelos matemáticos explican que el hecho de que el virus llegue o no aquí depende del número de casos de China y del número total de viajes que se hagan".
De la frivolidad e incompetencia del actual gobierno español a la hora de elegir su equipo de gestión en un Ministerio tan importante y despreciado por todos los partidos políticos como el de Sanidad ya he hablado varias veces y seguiremos hablando. Sin embargo nunca la humanidad se ha encontrado en una situación como ésta. Cualquier decisión que se tome tiene unas consecuencias descomunales para la vida de las personas, y que pueden suponer salvar su vida o arruinársela definitivamente. Es exigible que las decisiones que se tomen sean cuidadosamente valoradas y sustentadas en los mejores argumentos disponibles (y que no son sólo científicos). Pero conviene reducir el ruido y no hablar si no tenemos algo realmente valioso que decir. Y sobre todo no hacernos los listos. Que de eso también hay pandemia.

Imagen: viñeta de El Roto en El Pais