“Siento que juego en una posición que exige un trabajo generoso y poco vistoso, pero es mi trabajo y me gusta. A mi me da igual morder la salida del balón, que barrer la zona porque estoy para eso. Para facilitar el trabajo de los demás. Mi posición exige ser inteligente, pensar rápido, decidir rápido y ejecutar fácil”
(Sergi Busquets)
Al margen de la ridícula rabieta de niño malcriado del presidente del Real Madrid ante la concesión del Balón de Oro a Rodri en lugar de Vinicius, lo más interesante de dicha elección tiene que ver con una cuestión relevante en un deporte de equipo: ¿es más valioso el trabajo de quien mete el gol, o también debe valorarse a quien lo evita, lo genera, o domina tiempos y espacios en un partido de fútbol? La evidencia demuestra que lo que se valora casi exclusivamente es al que acaba definiendo lo que otros producen: solo así es entendible la escasez de porteros que obtuvieron el premio, la casi inexistencia de defensas, o por supuesto de centrocampistas, aunque éstos sean imprescindibles para que brillen los que juegan más adelante. La importancia del trabajo del medio centro la pone de manifiesto el deficiente desempeño en esta temporada de los dos equipos más potentes en el último año (Real Madrid y Manchester City), cuando se han visto privados de Rodri y Kroos respectivamente. Por ello ( y al margen de las notables diferencias entre una persona tranquila y discreta como Rodri, frente a un continuo generador de conflictos como Vinicius) es importante el reconocimiento por fin del medio centro.Como bien señalo Rodri al recibir el premio, en él se reconocía a la vez a otros grandes mediocentros del fútbol español, como Busquets, Xabi Alonso o Xabi Hernández.
Esa diferencia entre el que es vistoso y rutilante y el que hace un trabajo silencioso, pero imprescindible, ocurre también en el ejercicio de la medicina. Existen los que acaparan la atención de los medios realizando intervenciones quirúrgicas y trasplantes de cerebro, los que descubren extraños trastornos en las mitocondrias de ratas coreanas, o los que utilizan fármacos a 500000 euros el tratamiento. Son portada de periódico, invitados a telediarios y estrellas regulares de emisoras de radios donde sus presentadores babean mientras preguntan. Hay otros médicos que simplemente acuden día tras día a un modesto centro de Atención Primaria a atender a personas que llevan asistiendo desde hace más de treinta años: les conocieron de niños, y ahora atienden a sus hijos y a sus nietos. No emplean robots Da Vincis, ni utilizan fármacos de última generación; simplemente escuchan tocan, miran, y van acumulando lentamente un conocimiento profundo, explícito e implícito, de lo que es la vida, la salud y la enfermedad de cada una de esas personas.
Hace una semana se jubiló Miguel Melguizo después de permanecer durante 35 años, toda su vida profesional, en el mismo centro de salud. Se fue despidiendo de sus pacientes uno a uno, en silencio, culminando un trabajo de décadas. Miguel es medio centro del sistema sanitario andaluz y español. Miembro de la generación que inició y consolidó la reforma de la Atención Primaria en España, desde el emblemático centro de Cartuja/Almanjayar. Una generación que se ha ido jubilando poco a poco, la de Fermín Quesada, José Antonio Castro,Miguel Ángel Prados. Nombres que, por supuesto, no dirán nada a los políticos y comunicadores de este país (excepto a los de el Ideal de Granada que le dedicó con gran sensibilidad su primera página), pero que nunca olvidarán todos y cada uno de sus pacientes. Melguizo, como Prados, pudieron buscar destinos “mejores”, más cerca de sus domicilios, con menor presión asistencial y cupos menos complejos. Pero optaron , sin que nadie se lo pidiera, por permanecer en su sitio durante toda su vida profesional, en la zona más deprimida de Granada, abandonada legislatura tras legislatura por los sucesivos gobiernos, donde los cortes de luz son un problema endémico que nunca parece llegar el momento de solucionar. Melguizo ha visto por pasar por su consulta promociones y promociones de residentes de medicina familiar, estudiantes de medicina que aprendieron cosas que a los grandes comunicadores de este país no interesan: cosas como no decir nunca “esto no es de lo mío”, sin proponer una solución.
Sandwik demostró que mantener el mismo médico de cabecera más de 15 años puede reducir la mortalidad hasta un 30%. Nadie midió que efecto en la de su población que ha podido tener Miguel Melguizo, o Miguel Ángel Prados. Binjerui por su parte, demostró que cuando los médicos de cabecera se jubilan en Noruega aumentan las visitas a sus sucesores significativamente, como lo hacen las visitas a urgencias de hospital y a las consultas del mismo. Probablemente eso ocurrirá también en la ya antigua consulta de Melguizo. Pero eso al Servicio Andaluz de Salud no le preocupaNo interesa. No le darán la medalla de Andalucía a Melguizo, ni a Prados, ni a Quesada, ni a Bailón, ni a Blanca Marcos, ni a Aranda, ni a Alcaine, ni a tantos y tantos otros médicos de familia que sin aspavientos han estado cuidando durante décadas a su gente. Los “sensibles” comunicadores a los problemas sociales, que se irritan y encrespan con cada injusticia social mientras perciben sueldos disparatados que no ganarían en toda su vida ningún médico de familia, ni siquiera reparan en estos profesionales a los que menosprecian con su silencio: los anónimos que nunca fueron portada de El País Semanal de doña Pepa Bueno, ni motivo de entrevista íntima de don Francino, don Bretos, doña Barceló o doña Otero, siempre en cambio a la última en reflejar la vanguardia y las desigualdades, eso si, siempre unas más que otras.
Escribía John Berger en Un Hombre afortunado que ““Lo único que se es que la sociedad actual desaprovecha y, al hacer prevalecer la hipocresía, vacía la mayoría de las vidas que no destruye; y también que en los términos de esta sociedad, un médico que no se limita a vender tratamientos, ya sea directamente o a través de los servicios públicos , es inestimable”
La ausencia del mediocentro Melguizo en el sistema sanitario andaluz, como la de Rodri en el City solo se apreciará cuando pase el tiempo. Muchas gracias Miguel. Una ausencia inestimable.