sábado, 1 de agosto de 2015

The Great Pretender





Oh-oh, yes I'm the great pretender
Pretending that I'm doing well
My need is such I pretend too much
I'm lonely but no one can tell
Too real is this feeling of make-believe
Too real when I feel what my heart can't conceal
Yes I'm the great pretender
Just laughin' and gay like a clown
I seem to be what I'm not, you see
I'm wearing my heart like a crown
Pretending that you're still around
The Great Pretender. Ram & Buck. The Platters

El Gran Farsante se presentó en la sala de prensa para cumplir con el expediente antes de salir de vacaciones. Dispuesto a representar nuevamente la farsa de que todo va bien, sacó de la manga unas nuevas chucherías con las que engatusar a la chiquillería de este país, y con lass que muchos olvidarán rápidamente los correazos que nos ha estado atizando en estos cuatro largos años. Por arte de magia, lo que antes era imposible dejó de serlo, de forma que  crecerán  un 1% los salarios de los funcionarios públicos ( por lo que parece, algo menos vagos que hace unos años), subirán las pensiones (eso sí, lo mínimo que establece la ley), se recuperará “en los próximos años” la paga extra perdida y hasta se cubrirán algunas de las numerosas vacantes existentes en los servicios públicos esenciales. En palabras del farsante, “ este es un país serio”.
Enarbolando unas bonitas imágenes de power point presumió de que España había pasado de ser el país que más empleo destruye al que más crea, por supuesto sin mención alguna a que la inmensa mayoría del trabajo creado es trabajo miserable, eventual, mal pagado y en condiciones que rozan o superan claramente el umbral de la explotación. Condiciones del siglo XIX que los empresarios aún no ven suficientes, en su marcha imparable hacia las tinieblas de la historia.
“The Great Pretender” reconoció a regañadientes en su lenguaje huero que  "hay personas que viven y han vivido situaciones de dificultad”. Una dificultad cuyo verdadero nombre es pobreza. Una dificultad cuyo auténtico nombre es miseria. Uno de cada tres niños se encuentra en España por debajo del nivel de pobreza que ya afecta a un 22% de la población, casi una cuarta parte. En el pasado mes de marzo un informe de la nada sospechosa de izquierdista Comisión Europa alertaba del alarmante número de hogares españoles sin ningún tipo de ingresos ( cerca de tres cuartos de millón el pasado año), o de la existencia de más de 12 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión social, cifra que no ha hecho más que aumentar en los últimos cuatro años.
Siguiendo una de sus grandes máximas (“ Los gobernantes estamos para resolver problemas, no para crearlos”), El Gran Farsante ha situado a España en un honroso segundo puesto entre los países con mayor nivel de desigualdad de Europa, solo superados por la inalcanzable Grecia. En el periodo 1985 a 2005 España había reducido el coeficiente Gini de 0.37 a 0.31, acercándose a la media de los países de la OCDE. Ahora se sitúa solo por detrás de los grandes líderes de la desigualdad: Méjico, Chile, Estados Unidos, Turquía e Israel además de la mencionada Grecia.
Pero donde El Gran Farsante llegó a su máximo nivel de expresión fue cuando afirmó que la sanidad en España es plenamente universal,  curioso modelo de “universalismo” del que quedan excluidos los inmigrantes en situación irregular. Admirable ejemplo de cinismo solo superado por el de otro grande de la más antigua farsa, el actual Ministro de Sanidad, quien a la salida del Consejo Interterritorial español exclamó: "Nadie quiere volver atrás, a una situación de descontrol. El único "problema" de esa norma  ( Real Decreto 16/2012) es que al tratar de impedir el turismo sanitario, residentes en España de forma irregular se quedaron sin asistencia sanitaria normalizada. La nueva regulación no puede abrir otra vez la puerta al turismo sanitario por el que se desangraba el sistema". Todos recordamos aquellos días terribles, con las calles anegadas de sangre del sistema.

“Oh sí, soy el gran farsante
fingiendo que estoy haciendo el bien

mi necesidad es tanta que finjo demasiado”





5 comentarios:

  1. por si le interesa, copio y pego esta entrada de medfam, que pone de manifiesto la realidad y la ficción del manido tema del turismo sanitario, en el que como se sabe ha habido una segunda reforma en 2014 para no pagar + de 3 meses de exportaciones del derecho de nuestros precarios emigarntes

    un saludo y decir que los datos proceden de Memorias INSS 2011/2013

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    1. Muchas gracias Manuel.
      la excusa del turismo sanitario es especialmente falaz. En el documento que comentas se pone de manifiesto que mienten y lo saben

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  2. Excelente post. ¿Es necesario recordar? Parece que sí. Parece que, sin ese recuerdo de tanto daño, un recuerdo que debiera tener su expresión en las urnas, el “gran farsante” podrá causar mucho más sufrimiento.
    ¿A quién le importa la media o la mediana estadística? En la ciudad en la que vive Amancio Ortega la media de ingresos es millonaria. Sin embargo, a pesar de eso, mucha gente de esa ciudad vive en la miseria.
    Pero, si la estadística, la macroeconomía, no nos dicen propiamente nada, no es menos cierto que el afrontamiento de la situación no dependerá sólo de una decisión electoral, sino que tendrá que ver con la actuación ética de cada uno en su pequeño o gran ámbito. Porque grandes farsantes los hay a todos los niveles jerárquicos. Y su acción dañina no sería posible sin la complicidad de muchos. Franco no se mantuvo en el poder tanto por la represión cuanto por la colaboración activa o pasiva de muchos con ese régimen.
    Aludes a la sanidad. La generosidad de muchos compañeros contrasta con la dócil sumisión de muchos más. Como colectivo, los médicos somos co-responsables de lo que está ocurriendo. Los colegios médicos cuyas juntas directivas son elegidas por nosotros, son, salvo alguna honrosa excepción, aplaudidores del poder y no ya de éste, sino de cualquiera. Les es igual quien mande; son fieles servidores.
    ¿Por qué se aceptan en nuestro colectivo tantos contratos en precario? ¿Cómo es posible que se consienta en no librar guardias, en estar a disposición permanente del directorcillo de turno, médico a su vez? Ya lo he oído: más vale algo que nada. Lamentable, cuando hay posibilidad de unión, de protesta colectiva.
    No sólo es “el gran farsante” el malo de esta triste película. En mayor o menor grado, lo hemos sido todos, por colaboración y, principalmente, por omisión. Todos conocemos esas lamentables expresiones que justifican tantos silencios: el “ya sabes como es” (cuando uno no sabe nada del otro), el “él se lo ha buscado” (cuando no se buscó su propio daño, sino que se lo hicieron), etc. , etc.
    No basta con la gran política (si gran política se le puede llamar al discurso pueril de quienes gobiernan y de quienes se les oponen). Es precisa la postura ética de cada cual, con todo el riesgo que conlleve de cometer errores. Es mejor equivocarse a callar.

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  3. Excelente post. ¿Es necesario recordar? Parece que sí. Parece que, sin ese recuerdo de tanto daño, un recuerdo que debiera tener su expresión en las urnas, el “gran farsante” podrá causar mucho más sufrimiento.
    ¿A quién le importa la media o la mediana estadística? En la ciudad en la que vive Amancio Ortega la media de ingresos es millonaria. Sin embargo, a pesar de eso, mucha gente de esa ciudad vive en la miseria.
    Pero, si la estadística, la macroeconomía, no nos dicen propiamente nada, no es menos cierto que el afrontamiento de la situación no dependerá sólo de una decisión electoral, sino que tendrá que ver con la actuación ética de cada uno en su pequeño o gran ámbito. Porque grandes farsantes los hay a todos los niveles jerárquicos. Y su acción dañina no sería posible sin la complicidad de muchos. Franco no se mantuvo en el poder tanto por la represión cuanto por la colaboración activa o pasiva de muchos con ese régimen.
    Aludes a la sanidad. La generosidad de muchos compañeros contrasta con la dócil sumisión de muchos más. Como colectivo, los médicos somos co-responsables de lo que está ocurriendo. Los colegios médicos cuyas juntas directivas son elegidas por nosotros, son, salvo alguna honrosa excepción, aplaudidores del poder y no ya de éste, sino de cualquiera. Les es igual quien mande; son fieles servidores.
    ¿Por qué se aceptan en nuestro colectivo tantos contratos en precario? ¿Cómo es posible que se consienta en no librar guardias, en estar a disposición permanente del directorcillo de turno, médico a su vez? Ya lo he oído: más vale algo que nada. Lamentable, cuando hay posibilidad de unión, de protesta colectiva.
    No sólo es “el gran farsante” el malo de esta triste película. En mayor o menor grado, lo hemos sido todos, por colaboración y, principalmente, por omisión. Todos conocemos esas lamentables expresiones que justifican tantos silencios: el “ya sabes como es” (cuando uno no sabe nada del otro), el “él se lo ha buscado” (cuando no se buscó su propio daño, sino que se lo hicieron), etc. , etc.
    No basta con la gran política (si gran política se le puede llamar al discurso pueril de quienes gobiernan y de quienes se les oponen). Es precisa la postura ética de cada cual, con todo el riesgo que conlleve de cometer errores. Es mejor equivocarse a callar.

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  4. Querido Javier
    una vez más pones sobre la mesa el problema fundamental de todo esto. Y ese es el escalofriante silencio de todos ante cualquier tipo de abuso.
    Como aún tenemos, como a nosotros no nos tocan permitimos y aceptamos todo
    Sin una verdadera respuesta de todos y cada uno de nosotros no habrá cambio, y seguirán avanzando sobre nosotros hasta el final

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