viernes, 31 de enero de 2025

Prevención y Promoción o Atención longitudinal basado en síntomas: he ahí el dilema hoy de la Atención Primaria

 


 

 “Aunque el principio de es mejor prevenir que curar es intuitivamente atractivo, también es empíricamente limitado y distorsiona las relaciones clínicas: la expansión y el enfoque en intervenciones de prevención primaria para pacientes de bajo riesgo es incongruente para una profesión dedicada al alivio del sufrimiento”.

Stephen Martin, Minna Johansson, Iona Heath, Richard Lehman, Christina Korownyk. BMJ 2025;388: e080811.

No es exclusivo de España el problema de la sobrecarga asistencial en Atención Primaria (AP). Sobrecarga que conduce a la insatisfacción de profesionales y pacientes, que conduce al "burnout", que conduce a abandonar un país o una profesión: es un fenómeno global que afecta a buena parte de los países del mundo, al menos en el entorno OCDE.  Las respuestas al mismo casi siempre se plantean desde el lado de la oferta: más cupos diarios y menos tiempo por persona, más oferta de cupos aunque no sea del mismo médico, más perfiles profesionales para “satisfacer las necesidades de la población”… Pero nadie le pone el cascabel al lado de la demanda. Es sobradamente conocido que el principal determinante del crecimiento de la demanda es producido por la innovación tecnológica: la industria de la salud con sus múltiples tentáculos es muy exitosa en generar demanda, muy a menudo absolutamente innecesaria. Fenómeno lógico, puesto que no deja de ser una industria que, a pesar de su supuesta finalidad filantrópica, tiene su razón de ser en vender cuantos más productos mejor. Pero su trabajo de propaganda sería mucho más difícil si no tuviera cómplices necesarios que, paradójicamente, critican a la vez el objetivo espurio de dicha industria. Y dentro de esos cómplices necesarios políticos, profesionales y sus sociedades y organismos internacionales juegan un destacado papel por razones diferentes: los políticos porque vender “salud” es una importante baza electoral, los profesionales porque así obtienen rendimientos paralelos (congresos, ayudas, dinero) y los organismos internacionales porque no van a morder la mano que necesitan para seguir existiendo.

Los planteamientos establecidos por la OMS en Alma Ata en 1978, reiteradamente repetida como mantra por todos los que defendemos la AP, generaron dos expectativas imposibles de llevar a cabo: por una parte, el objetivo de alcanzar la salud para todos en el año 2000 , entendiendo por tal una aspiración más ligada al orgasmo que a la salud (el máximo grado de bienestar físico, psíquico y social). Por otra, Alma Ata diseminó la falacia de que la enfermedad era evitable si se realizaban suficientes actividades de promoción y prevención, ignorando contextos, entornos y genética. La primera expectativa ya se demostró que era imposible; la segunda sigue defendiéndose como ley por ciertos políticos, organismos internacionales y sociedades profesionales pese a la limitada evidencia empírica que lo sustenta.

La AP que funciona, sobre la que hay sobradamente evidencias, es aquella que presta cuidados individuales de la cuna a la tumba, a lo largo de la vida de una persona por parte del mismo profesional. Surgió como una forma de atender los problemas de salud de una persona que busca ayuda, al ignorar qué es lo que le ocurre. Pero como señalan Martin et al en el BMJ desde los años 60 fueron introduciéndose en AP cuantas intervenciones iban apareciendo bajo el paradigma de la PP&HP (prevención primaria y promoción de la salud en sus siglas en inglés): programas de salud, actividades de promoción y educación grupal, paquetes de múltiples actividades preventivas que evitarán las enfermedades del futuro, cribado de todo tipo de factores de riesgo ( de la hipertensión al cáncer de colon, de la prediabetes al cáncer de mama). Y en no pocos lugares, todo ello se hizo a costa de sacrificar la atención al motivo por el que la gente acude al médico; como ejemplo de ese desvarío, en una reunión internacional en un país americano, una alto cargo del gobierno correspondiente me llegó a decir que la Atención Primaria no está para atender a los enfermos, sino a los sanos.

Hace ya 18 años, Iona Heath defendía en el BMJ la existencia de un un Servicio Nacional de Enfermedad ( Sickness Health Service) en lugar de Servicio Nacional de Salud ( National Health Service),  ante la tendencia creciente a priorizar la prevención sobre el tratamiento. Y escribía: “Este es el tipo de consignas fáciles, tan queridas por políticos y responsables de políticas, que sistemáticamente ignoran las implicaciones de la retórica. La transformación propuesta ya está desplazando el foco de la atención sanitaria de las necesidades de los enfermos a las de los sanos, de los ancianos a los jóvenes y de los pobres a los ricos. ¿Es esto realmente lo que queremos o necesitamos?” Y por si no estuviera suficientemente claro, apostillaba: “Aliviar el sufrimiento es un imperativo moral permanente; la obsesión contemporánea por mantener la salud es parte del persistente, pero recurrentemente ilusorio, sueño humano de controlar el futuro. La manifestación actual de este sueño está mediada por la ciencia, y el nuevo santo grial es una vida larga, sin sufrimiento, que termina en una vejez extrema con un rápido declive y una muerte, también milagrosamente sin sufrimiento. La pretensión de que esto se puede lograr mediante un Servicio Nacional de Salud reconstituido traiciona a todos los que sufren aquí y ahora”.

18 años después las cosas distan de haber mejorado. Y de nuevo Iona Heath junto Stephen Martin , de la Universidad de Massachusets, Minna Johansson de la Universidad de Goteburg, Richard Lehman, de la Universidad de Birmingham y  Christina Korownyk de la de Alberta publicaron la semana pasada un artículo imprescindible en el BMJ con el inequívoco título de Sacrificar la atención al paciente en aras de la prevención: distorsión del papel de la medicina general, cuya traducción acaba de ser publicada también en el imprescindible blog de Juan Simó. De nuevo ponen en el foco el proceso de transición de atender enfermos a preocuparse de factores de riesgo, enfatizando que además de su falta de evidencia, el ir ampliando el riesgo desde personas donde éste es alto, a personas normales, acaba siendo una de las causas principales de la presión desmedida sobre los médicos de cabecera. La razón es bien sencilla: no hay tiempo para todo. A este respecto según Porter et al los médicos de AP de Estados Unidos necesitan hasta 27 horas cada día para seguir las recomendaciones de las directrices de las instituciones, y más de la mitad de ese tiempo se destina a intervenciones preventivas. Si las directrices europeas se aplicaran a la población general, más del 80% de los adultos deberían ver a su médico de cabecera para reducir su riesgo de enfermedad cardiovascular, lo que requiere más médicos de cabecera que los que ejercen actualmente en cualquier país de altos ingresos. Porque el coste de oportunidad de dedicar cada vez más tiempo de una consulta a la promoción y la prevención es reducirlo para atender a los problemas de las personas. Y ese coste no es pequeño: una de las autoras de este trabajo en BMJ, Christina Korownyk publicó hace ya unos años en el CFP una comparación del beneficio que produce la atención a presentaciones sintomáticas frente a actividades de prevención y cribado, y el ratio era de 26 a 1.

Nadie discute, como escribía la Dra Heath en 2007, la pertinencia de dar determinados consejos preventivos en el seno de una consulta médica. Y por supuesto está sobradamente demostrado la importancia de los determinantes sociales y comerciales en la salud de personas y poblaciones. Incluido por supuesto el importante determinante comercial constituido por la industria de la salud y los que la defienden, la difunden o se inhiben ante ella. El problema surge cuando se pretende cargar (y aceptar) esa carga sobre los escuálidos hombros de la medicina de familia: un cardiólogo debe preocuparse por los problemas cardiológicos, lo demás poco le suele preocupar; incluso es posible que le interesen solamente las arritmias, tale vez sea superespecialista exclusivamente en trastornos del ritmo del nodo AV. A diferencia de él, el médico de familia no solo pretende dar respuesta a todos los problemas de salud de sus pacientes, de la clase que sea, sino a la vez atender a la familia y la comunidad e intervenir sobre sus determinantes sociales. Una tarea encomiable, destinada al más absoluto fracaso por imposibilidad material.

Como señalan Heath et al, el primer paso debería ser diferenciar con nitidez lo que son responsabilidades de la atención primaria de lo que son de la salud pública. Algo que en su momento parecía claro y cada vez se difumina más de la mano de las instituciones internacionales como la OMS. Una salud pública reforzada y adecuadamente dotada, bien coordinada con la AP, puede realizar mejor que nadie las tareas de prevención a nivel poblacional. El segundo paso debería ser el de responsabilizar de la intervención sobre los determinantes sociales de la salud al gobierno en pleno de una nación, y no al sistema sanitario o a los profesionales de la AP. Porque las intervenciones sobre trabajo, vivienda, medio ambiente o protección social no son competencia alguno de un médico de cabecera sino del presidente de un gobierno y de todo su gabinete. Hacer al sistema sanitario responsable de ese desafío permite a los gobiernos desentenderse de sus importantísimas responsabilidades para mantener y preservar la salud de sus poblaciones, y que debería concretarse en una real ( y no teórica ) estrategia de “salud en todas las políticas”. Como señalaba Heath hace 18 años citando a Petr Skrabanek: “¿Por qué la pobreza sólo importa cuando genera enfermedades? ¿Por qué no nos horroriza la pobreza porque es “cruel, degradante e injusta” mucho antes de que se manifieste como mala salud?”

Retomar el fin principal del trabajo del médico de familia (atender y paliar el sufrimiento) no supone ignorar que, quién y cómo se determina ese sufrimiento: pero en cada una de esas personas concretas que se atienden, no en la sociedad en su conjunto. Hace unas semanas vimos la forma tan extraordinaria en que eso puede realizarse, simplemente viendo, mirando, escuchando, tocando, a través del maravilloso libro de Iona Heath sobre John Berger. Fue ella la que sintetizó el trabajo del médico general en dos roles esenciales: ser guardián ante el paciente (protegiéndole del daño que el propio sistema sanitario produce) y ser testigo de su sufrimiento, del impacto que sobre esa persona tiene la inequidad, la pobreza, la soledad. Y gracias a ese testimonio ,actuar de altavoz denunciándolo a partir de cada caso concreto, cada persona única…que sufre. Intervenir sobre los males de la sociedad por supuesto que es importante. Pero es la responsabilidad de los políticos. Como señalan Martin, Johansson, Heath y Korownyk la atención primaria debe centrar su objetivo principal en la atención longitudinal basada en los síntomas. Porque además de que es lo más efectivo, no hay tiempo para todo.

(Imagen tomada de  BMJ 2025;388: e080811.)

domingo, 15 de diciembre de 2024

Poco dura el reconocimiento en casa del "mediocentro"


Dice el saber popular que poco dura la alegría en casa del pobre…Y cabe decir que aún menos el reconocimiento en la casa del mediocentro. Hace solo una semana nos felicitábamos de la buena noticia de que un médico de familia, Miguel Melguizo, había sido portada de un periódico (aunque fuera un periódico local) por el ejercicio ejemplar de su trabajo como generalista en el mismo centro de salud durante 35 años. Algunos quizá albergamos la esperanza de que aunque fuera muy poco a poco, comenzaba a cambiar la percepción sobre la verdadera importancia de la Medicina de Familia y de la Atención Primaria en España. Craso error. Melguizo no sólo no recibirá ninguna distinción de Andalucía ( como la han recibido otros tantos médicos, algunos como mucho menos méritos que él), sino que parece que la longitudinalidad se acaba con él, puesto que , según informa el mismo periódico, sus pacientes serán repartidos entre sus compañeros hasta que un determinado día (aun por definir) se cubra reglamentariamente la plaza. No podrá decirse que la jubilación del Dr. Melguizo no fuera anunciada. Pero no debió parecer necesario establecer los procedimientos para sustituirle con una persona capaz de tomar el testigo de esa longitudinalidad que reduce la mortalidad. Y ya advertíamos que hay evidencia de que la jubilación de un profesional, y más de la trayectoria de Melguizo aumenta las consultas ( y por lo tanto presión y tiempo de espera), aumenta la atención en consultas hospitalarias ( y por tanto listas de espera) y aumenta la presión de urgencias (contribuyendo exitosamente a la saturación de las mismas). Pero eso no parece que importe mucho. Por si esto no fuera suficiente, dos días después el presidente de Andalucía informaba a suparlamento de las medidas orientadas a reducir el tiempo de espera en Atención Primaria, de más de dos semanas habitualmente. Y que se centra en ofrecer una cita en el plazo máximo de 72 horas en caso de que el paciente no haya conseguido cita a través de la aplicación digital ni por teléfono. En este caso, el centro de salud deberá ofrecerle al paciente una atención con otro médico de familia que no sea el suyo dentro de su propio distrito; o bien que le resuelvan la consulta de manera telefónica con un médico de otro distrito sanitario o incluso de otra provincia que tenga disponibilidad.

En los sistemas nacionales de salud, el incremento generalizado de la demanda ha ido generando con cada vez mayor frecuencia un falso debate entre accesibilidad y longitudinalidad, del que muchas veces hemos hablado en este blog. El proceso de desmantelamiento progresivo del Servicio Nacional de Salud en Inglaterra (NHS) llevó a generar una ocurrente innovación hace más de una década, y que ya comentamos hace 8 años, y después en repetidas ocasiones (aquí, o aquí): a través de una aplicación informática (GP at Hand) desarrollada por parte de la empresa Babylon, un ciudadano inglés podía acceder a la consulta de un médico general del NHS diferente del suyo que tuviera disponibilidad para ese día. Inmediatez ante todo. La iniciativa no sólo fue duramente criticada por todas las organizaciones y asociaciones profesionales y académicas británicas, sino que llevó al propio NHS a generar la figura del médico general responsable (Named AccountableGeneral Practitioners) para pacientes de mayor edad o con enfermedades crónicas, con peores resultados que lo que había sido la seña de distinción del NHS desde su creación: un “simple” médico general que atiende a la población de su lista desde la cuna a la tumba.  También comentamos en su día que el uso de GP at Hand había incrementado los costes de los Clinical Commissioning Groups.

El gran HL Mencken ya decía que “para todo problema complejo hay siempre una solución simple, clara y equivocada” (For every complex problem, there's a solution that is simple, neat, and wrong). Ante un problema que no es exclusivo de Andalucía ni de España, como es la desmedida sobrecarga de la Atención Primaria y el consiguiente aumento de la espera, la solución fácil es buscar médicos ( o sucedáneos de tales) debajo de las piedras: si no es el que tengo asignado, uno del centro, si no uno de la provincia hasta llegar a la creación de bots acéfalos que respondan lo que sea. El pequeño coste que esto tiene es destruir una de las razones por las que la Atención Primaria mejora la eficiencia, seguridad y salud en un sistema sanitario: la longitudinalidad. Pero eso claramente no es importante para buena parte de los políticos de este país ( como ejemplo cabe señalar la defensa numantina del modelo MUFACE incluso por parte de sindicatos como UGT y CCOO que dicen defender sistemas públicos, y que nunca han tenido, presumiendo además de ello, Atención Primaria).

Pretender que cualquier médico de cualquier sitio puede atender una consulta de Atención Primaria es desconocer profundamente lo que es ésta. Hace ya 8 años publiqué en este blog un comentario sobre un tweet de Clara Benedicto ( médica de familia que abandonó la profesión ante las condiciones de trabajo que había de soportar) en que en 18 tweets de 140 caracteres resumía un día cualquiera de trabajo de una médica de familia en España:

"Un día cualquiera en la consulta de Atención Primaria 37 citados (cada 5 minutos), 42 vistos, varios puerta a puerta con mi enfermera:

-          - Una baja que se prolonga porque ella puede trabajar, pero no levantar peso y la mutua no quiere reubicarla temporalmente

-          - Una tendinitis de ambos hombros que duelen alternativamente desde hace casi 90 días en paciente en juicios con su empresa

-          - Una paciente adolescente triste y sola con una familia desestructurada, que falta el día que estaban citadas para venir juntas

-          - Una propuesta de alta de la mutua en un paciente que dice que le duele, pero con pruebas anodinas

-          - Un diabético mal controlado que viene por pérdida de peso, pero le han cortado la luz, espera desahucio, cobra 300€ de pensión, y no va al banco de alimentos a pesar de que no puede pagar todas las comidas del día, porque fundamentalmente reparten hidratos de carbono.

-        - Un paciente que pide analítica, luego PSA, luego resonancia de columna lumbar, luego resonancia cerebral, luego derivación a oftalmología

-          - La hija de una paciente que ha tenido ictus hace  un mes, que duda porque en NRL le ponen antidepresivo al alta "porque se va a deprimir"

-         -  Una mujer -la resiliencia en persona- que tiene ansiedad porque, tras conseguir paralizar su propio desahucio, es agredida por sus vecinos

-          - La familia de un paciente ingresado que viene a por recetas de dos inhaladores porque "en el hospital no los tienen"

-          - Una mujer con dos hijos, cefalea, disnea y una tensión de 226/130

-          - La mujer de un diabético de 40 años que nunca viene, porque trabaja de lunes a sábado, con glucemias altas y fumador.

-          - Una mujer angoleña que se cita para pedir que le recete algo para su madre, en Angola, que la ha llamado porque ha perdido la visión

-          - Un EPOC reagudizado que tiene lumbalgia, dos aplastamientos vertebrales, y menos apetito.

-          - Una chica de mi edad a la que han hecho una colectomía por una colitis ulcerosa resistente a tratamiento, que tiene miedo a la reconstrucción

-         -  Una familia que solicita visita a domicilio de padre  de 90 años con demencia, alta reciente, con sonda nasogástrica y vesical que se arranca a menudo.

¿Es posible resolver estas consultas cambiando cada día de médica de familia, de interlocutor telefónica, de bot entrenado por informáticos?

Jugar sólo con delanteros ( especialistas y subespecialistas de disciplinas mediáticas) sin expertos en la ordenación, distribución y estrategia de juego) difícilmente lleva a ganar nada. Pero algunos no parecen enterarse y, lo que es peor, tampoco parecen querer aprender.

 

domingo, 8 de diciembre de 2024

Elogio del mediocentro: en la jubilación de Miguel Melguizo


 “Siento que juego en una posición que exige un trabajo generoso y poco vistoso, pero es mi trabajo y me gusta. A mi me da igual morder la salida del balón, que barrer la zona porque estoy para eso. Para facilitar el trabajo de los demás. Mi posición exige ser inteligente, pensar rápido, decidir rápido y ejecutar fácil”

(Sergi Busquets)

 Al margen de la ridícula rabieta de niño malcriado del presidente del Real Madrid ante la concesión del Balón de Oro a Rodri en lugar de Vinicius, lo más interesante de dicha elección tiene que ver con una cuestión relevante en un deporte de equipo: ¿es más valioso el trabajo de quien mete el gol, o también debe valorarse a quien lo evita, lo genera, o domina tiempos y espacios en un partido de fútbol? La evidencia demuestra que lo que se valora casi exclusivamente es al que acaba definiendo lo que otros producen: solo así es entendible la escasez de porteros que obtuvieron el premio, la casi inexistencia de defensas, o por supuesto de centrocampistas, aunque éstos sean imprescindibles para que brillen los que juegan más adelante. La importancia del trabajo del medio centro la pone de manifiesto el deficiente desempeño en esta temporada de los dos equipos más potentes en el último año (Real Madrid y Manchester City), cuando se han visto privados de Rodri y Kroos respectivamente. Por ello ( y al margen de las notables diferencias entre una persona tranquila y discreta como Rodri, frente a un continuo generador de conflictos como Vinicius) es importante el reconocimiento por fin del medio centro.Como bien señalo Rodri al recibir el premio, en él se reconocía a la vez a otros grandes mediocentros del fútbol español, como Busquets, Xabi Alonso o Xabi Hernández.

Esa diferencia entre el que es vistoso y rutilante y el que hace un trabajo silencioso, pero imprescindible, ocurre también en el ejercicio de la medicina. Existen los que acaparan la atención de los medios realizando intervenciones quirúrgicas y trasplantes de cerebro, los que descubren extraños trastornos en las mitocondrias de ratas coreanas, o los que utilizan fármacos a 500000 euros el tratamiento. Son portada de periódico, invitados a telediarios y estrellas regulares de emisoras de radios donde sus presentadores babean mientras preguntan. Hay otros médicos que simplemente acuden día tras día a un modesto centro de Atención Primaria a atender a personas que llevan asistiendo desde hace más de treinta años: les conocieron de niños, y ahora atienden a sus hijos y a sus nietos. No emplean robots Da Vincis, ni utilizan fármacos de última generación; simplemente escuchan tocan, miran, y van acumulando lentamente un conocimiento profundo, explícito e implícito, de lo que es la vida, la salud y la enfermedad de cada una de esas personas.

Hace una semana se jubiló Miguel Melguizo después de permanecer durante 35 años, toda su vida profesional, en el mismo centro de salud. Se fue despidiendo de sus pacientes uno a uno, en silencio, culminando un trabajo de décadas. Miguel es medio centro del sistema sanitario andaluz y español. Miembro de la generación que inició y consolidó la reforma de la Atención Primaria en España, desde el emblemático centro de Cartuja/Almanjayar. Una generación que se ha ido jubilando poco a poco, la de Fermín Quesada, José Antonio Castro,Miguel Ángel Prados. Nombres que, por supuesto, no dirán nada a los políticos y comunicadores de este país (excepto a los de el Ideal de Granada que le dedicó con gran sensibilidad su primera página), pero que nunca olvidarán todos y cada uno de sus pacientes. Melguizo, como Prados, pudieron buscar destinos “mejores”, más cerca de sus domicilios, con menor presión asistencial y cupos menos complejos. Pero optaron , sin que nadie se lo pidiera, por permanecer en su sitio durante toda su vida profesional, en la zona más deprimida de Granada, abandonada legislatura tras legislatura por los sucesivos gobiernos, donde los cortes de luz son un problema endémico que nunca parece llegar el momento de solucionar. Melguizo ha visto por pasar por su consulta promociones y promociones de residentes de medicina familiar, estudiantes de medicina que aprendieron cosas que a los grandes comunicadores de este país no interesan: cosas como no decir nunca “esto no es de lo mío”, sin proponer una solución.

Sandwik demostró que mantener el mismo médico de cabecera más de 15 años puede reducir la mortalidad hasta un 30%. Nadie midió que efecto en la de su población que ha podido tener Miguel Melguizo, o Miguel Ángel Prados. Binjerui por su parte, demostró que cuando los médicos de cabecera se jubilan en Noruega aumentan las visitas a sus sucesores significativamente, como lo hacen las visitas a urgencias de hospital y a las consultas del mismo. Probablemente eso ocurrirá también en la ya antigua consulta de Melguizo. Pero eso al Servicio Andaluz de Salud no le preocupaNo interesa. No le darán la medalla de Andalucía a Melguizo, ni a Prados, ni a Quesada, ni a Bailón, ni a Blanca Marcos, ni a Aranda, ni a  Alcaine, ni a tantos y tantos otros médicos de familia que sin aspavientos han estado cuidando durante décadas a su gente. Los “sensibles” comunicadores a los problemas sociales, que se irritan y encrespan con cada injusticia social mientras perciben sueldos disparatados que no ganarían en toda su vida ningún médico de familia, ni siquiera reparan en estos profesionales a los que menosprecian con su silencio: los anónimos que nunca fueron portada de El País Semanal de doña Pepa Bueno, ni motivo de entrevista íntima de don Francino, don Bretos, doña Barceló o doña Otero, siempre en cambio a la última en reflejar la vanguardia y las desigualdades, eso si, siempre unas más que otras.

Escribía John Berger en Un Hombre afortunado que ““Lo único que se es que la sociedad actual desaprovecha y, al hacer prevalecer la hipocresía, vacía la mayoría de las vidas que no destruye; y también que en los términos de esta sociedad, un médico que no se limita a vender tratamientos, ya sea directamente o a través de los servicios públicos , es inestimable

La ausencia del mediocentro Melguizo en el sistema sanitario andaluz, como la de Rodri en el City solo se apreciará cuando pase el tiempo. Muchas gracias Miguel. Una ausencia inestimable.

sábado, 2 de noviembre de 2024

No hemos aprendido nada

 


Hace ya bastantes años, mientras daba clases en el Máster de Salud Pública en Granada, se produjo un pequeño temblor. Los colegas que participaban en el curso procedentes de países como Nicaragua, Guatemala o Chile se pusieron rápidamente en alerta y preguntaron dónde estaba el “punto seguro” de la Escuela. Por supuesto, no supimos que responder porque no existía.

Años después, recién acabado el periodo de cuarentena de la pandemia COVID-19, estando en Chile recibí una alarma sonora muy potente en mi teléfono móvil, con número español. A través de ella se me avisaba de riesgo de tsunami tras un terremoto en Japón. El mismo mensaje se recibió por todos los habitantes de esa zona del país. Y todo el mundo, como la cosa más natural, siguió las recomendaciones señaladas en el mensaje. Afortunadamente no se produjo el tsunami, pero nadie cuestionó la oportunidad del aviso.

Cuando se inició la borrasca Filomena el subdirector del diario El Mundo y conductor del informativo de la cadena COPE Jorge Bustos publicó en su Twitter este comentario: a ver que coño es este pitido orwelliano en cada móvil por mucho que llueva. Cual es el siguiente paso de la intrusión del Estado en la privacidad del ciudadano”.  Más allá de la ignorancia de alguien que debería conocer los fundamentos de la comunicación de riesgos, nuevamente han aparecido con la terrible DANA de estos últimos días comentarios cuestionando la intromisión del Estado en la privacidad de los ciudadanos..

Lo más terrible , sin embargo, es la absoluta falta de cultura de comunicación de riesgo que tenemos todos respecto a cómo prevenir, gestionar y afrontar una catástrofe climática generalizada. En países como Chile la población sabe perfectamente que debe tener preparada una mochila de emergencia en la que, entre otras cosas, debe incluir una linterna envuelta en dos bolsas de protección ante el peligro de que pueda mojarse, pilas, o reservas iniciales de agua y alimentos. Conocen que los sótanos son trampas mortales cuando se trata de una catástrofe, ya sea terremoto, inundación o aluvión. Saben que lo primero que hay que hacer ante un temblor intenso es abrir la puerta. E interpretan que una alerta roja supone no desplazarse, no trabajar, no ir a la escuela o la universidad. La excusa habitual es que eso ocurre en “esos países”, a los que parece que Dios castiga con terremotos, tsunamis o erupciones volcánicas. Pero esos países también sufren incendios devastadores, inundaciones brutales y aluviones como los ocurridos en Valencia. Fenómenos que no sólo no van a desaparecer, sino que van a aumentar significativamente en los próximos años mientras nos ponemos de acuerdo en hasta donde actuamos frente al cambio climático. La diferencia con España es que han acabado por aprender del pasado.

Mientras sigue aumentando la dramática cifra de muertos y la desesperación crece entre tantas personas que no tienen agua ni luz ni forma de acceder a alimentos esenciales, cuyos seres queridos han muerto o no aparecen, se abre aún más la sima existente entre los políticos y sus hooligans mediáticos frente a la gente que sufre. Políticos que ignoran la advertencia de la Agencia Estatal de Meteorología doce horas después de anunciada, políticos que tardan dos días preciosos en reconocer su impotencia y solicitar la intervención del Ejército, políticos que no consideran de suficiente gravedad lo que está pasando como para suspender una votación en el Congreso que les parece mucho más urgente, políticos que se mantienen a la espera, no sea que su intervención sea considerada una intromisión en las competencias de una comunidad autónoma, políticos que siguen con su agenda internacional puesto que atender una catástrofe de esta magnitud no forma parte directamente de sus obligaciones, políticos que culpan y responsabilizan a los técnicos que llevaban días avisando con tal de defender la incompetencia de su compañero de partido, políticos...

No aprendimos nada de la pandemia. Al margen de hacer informes laudatorios justificando la intervención del gobierno (sin querer aprender de los múltiples errores cometidos), seguimos creyéndonos la farsa de que somos un país de vanguardia, modelo para el resto del mundo. Una vez más España debería hacer un ejercicio de humildad y aprender las experiencias de países que llevan muchas décadas de sufrimiento acumulado.

Japón y Chile, por ejemplo, tiene sistemas integrados de gestión de desastres siguiendo las recomendaciones de la ONU. En Chile por ejemplo, el elemento fundamental es el concepto de “sistema”, algo inexistente aquí: el Sistema Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (SINAPRED) está constituido por todas las entidades públicas y privadas con competencias relacionadas con las fases del ciclo del riesgo de desastre (Mitigación, Preparación, Respuesta y Recuperación). Este sistema tiene como objetivo prevenir y reducir los impactos de los desastres, ya sea antes de que estas ocurran, o cuando ya se han desencadenado. De ella depende el SENAPRED (Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres), que coordina e integra el trabajo de diversos COGRID (Comités para la Gestión del Riesgo de Desastres), que se articulan según niveles (comunal, provincial, regional y nacional), y están presididos por alcaldes, delegados presidenciales y finalmente el/la ministro del Interior. Estos comités son la más alta instancia de coordinación que tiene el SINAPRED en cada uno de sus niveles, los responsables de tomar decisiones en materia de prevención o intervención ante un desastre. Quienes movilizan los recursos de intervención y los coordinan, fundamentalmente ejército, carabineros y personal sanitario, no voluntarios bienintencionados.

Nada de eso existe aquí. Mientras el presidente Boric se desplazaba en Chile de un lugar a otro del país  para conocer la situación y dar apoyo durante las catastróficas inundaciones de invierno de 2023, brillan por su ausencia la presencia del presidente del gobierno o de la Comunidad Valenciana en el terreno. El modelo español es un modelo basado en voluntarios, sin apenas coordinación . Es más importante no incomodar a una comunidad autónoma que se demostró incapaz de gestionar semejante desastre que decretar el estado de alarma y poner todos los recursos posibles para paliar una situación tan trágica.

Mientras la clase política y sus medios de comunicación políticos siguen creyendo que lo importante son sus pequeñas miserias diarias, de escándalos, trapicheos y peleas de cantina, la gente, la pobre gente sigue estando inmensamente sola. No aprendemos