David Widgery ejerció de médico general (GP) en el East End londinense en los duros años del gobierno Thatcher, tiempos que vuelven de nuevo, corregidos y aumentados. El antiguo director del BMJ,Richard Smith, consideraba que su historia puede ser leída ( salvando las distancias de época, estilo y talento) como una versión moderna de la Isla del tesoro. David era hijo de una maestra de escuela y de un director de arte, superó la polio que adquirió en su infancia (y que le dejó una significativa cojera), y acabó convirtiéndose en un moderno tipo de pirata, disfrazado de médico general, a la búsqueda de su propio tesoro: el de la igualdad social. En su biografía (como en el relato de Stevenson) hay también peleas, traiciones, botellas de ron y otras sustancias ilícitas. Widgery fue médico,escritor, periodista, organizador de conciertos y eventos musicales ( padre del movimiento de Rock Against Racism en los finales 70) y activista general contra la inequidad, allá donde existiera. En definitiva, un verdadero radical de izquierdas. Patrick Hutt escribió una preciosa biografía de Widgery en 2005 ( Confronting an Ill society), en la que además de narrar una vida fascinante, plantea las tres preguntas capitales que servían a Widgery de mapas para buscar su tesoro: ¿Cuál es el papel del médico en la sociedad?, ¿Cómo puede luchar los médicos por sus ideales en la arena sociopolítica? ¿Cómo pueden, en definitiva, ser felices los médicos? Eran para él preguntas fundamentales porque consideraba que las causas de los problemas de sus pacientes estaban sobre todo fuera de su consulta; y él pensaba que era una responsabilidad moral de los médicos intervenir también allí.
La biografía de Widgery escrita por Hutt se abre con una preciosa conversación sobre héroes entre el antiguo presidente del Royal Collage of General Practitioner, Roger Neighbour, y su actual Presidenta Iona Heath. Para el primero los héroes juegan un papel primordial en la motivación de las personas. La Dra Heath por su parte, consideraba que “el reconocimiento de nuestros héroes nos permiten formular nuestras aspiraciones y definir nuestra posición en el mundo”. Por eso son importantes. Ella reconocía entonces que uno de sus héroes era John Berger, quien le ayudó a construir su versión del mundo. Entre mis héroes Iona Heath ocupa también un lugar preferente, puesto que me ha ayudado a construir mi propia visión sobre el fundamento de la medicina general.
La semana pasada tuvimos en mi escuela la fortuna de poder compartir dos días de trabajo con ella. Para hablar de la vida y la muerte, y también de los valores esenciales que debe tener la medicina general en el siglo XXI. En este sentido la Dra Heath considera que para lidiar con la incertidumbre que nos rodea, debemos pertrecharnos de cinco valores esenciales: coraje, alegría, curiosidad, imaginación y de forma fundamental, duda, puesto que es la duda la fuente de toda sabiduría y libertad. La duda aislada, sólo genera cinismo; la duda acompañada de esperanza produce en cambio un sano escepticismo.
Sobre lo que tiene escasa dudas Heath es respecto a la pertinencia de elegir medicina de familia como trayectoria profesional: “ No hay mejor forma en la que invertir tu vida”.
Iona Heath escribió con Per Fugelli un editorial en el BMJ ( The nature of general practice) que comenzaba así:
“ Médicos y pacientes son actores de una obra, escrita por la historia, dirigida por la cultura, y producido por los políticos. En los últimos años el productor se ha vuelto cada vez más autocrático, ignorando la experiencia del escritor, la sensibilidad del director y el conocimiento de los actores…Gobiernos, políticos sanitarios y gestores alaban la crelación tan costo-efectiva de la medicina general británica, ampliamente reconocida internacionalmente, sin entender la naturaleza de las sutiles transacciones entre médicos y pacientes que son las que determinan en definitiva dicha relación de coste-efectividad. A los médicos generales se les demanda que se encarguen cada vez de más cosas; pero lo que ellos sienten, es que la verdadera sustancia de su trabajo está siendo progresivamente marginada.”
El editorial no se escribió el mes pasado, sino en febrero de 1996. Y aunque estaba centrada en el análisis de la situación en el Reino Unido, es difícil pensar que tan clarividente análisis no solo sigue estando vigente allí, sino también en nuestro amenazado sistema.
La biografía de Widgery escrita por Hutt se abre con una preciosa conversación sobre héroes entre el antiguo presidente del Royal Collage of General Practitioner, Roger Neighbour, y su actual Presidenta Iona Heath. Para el primero los héroes juegan un papel primordial en la motivación de las personas. La Dra Heath por su parte, consideraba que “el reconocimiento de nuestros héroes nos permiten formular nuestras aspiraciones y definir nuestra posición en el mundo”. Por eso son importantes. Ella reconocía entonces que uno de sus héroes era John Berger, quien le ayudó a construir su versión del mundo. Entre mis héroes Iona Heath ocupa también un lugar preferente, puesto que me ha ayudado a construir mi propia visión sobre el fundamento de la medicina general.
La semana pasada tuvimos en mi escuela la fortuna de poder compartir dos días de trabajo con ella. Para hablar de la vida y la muerte, y también de los valores esenciales que debe tener la medicina general en el siglo XXI. En este sentido la Dra Heath considera que para lidiar con la incertidumbre que nos rodea, debemos pertrecharnos de cinco valores esenciales: coraje, alegría, curiosidad, imaginación y de forma fundamental, duda, puesto que es la duda la fuente de toda sabiduría y libertad. La duda aislada, sólo genera cinismo; la duda acompañada de esperanza produce en cambio un sano escepticismo.
Sobre lo que tiene escasa dudas Heath es respecto a la pertinencia de elegir medicina de familia como trayectoria profesional: “ No hay mejor forma en la que invertir tu vida”.
Iona Heath escribió con Per Fugelli un editorial en el BMJ ( The nature of general practice) que comenzaba así:
“ Médicos y pacientes son actores de una obra, escrita por la historia, dirigida por la cultura, y producido por los políticos. En los últimos años el productor se ha vuelto cada vez más autocrático, ignorando la experiencia del escritor, la sensibilidad del director y el conocimiento de los actores…Gobiernos, políticos sanitarios y gestores alaban la crelación tan costo-efectiva de la medicina general británica, ampliamente reconocida internacionalmente, sin entender la naturaleza de las sutiles transacciones entre médicos y pacientes que son las que determinan en definitiva dicha relación de coste-efectividad. A los médicos generales se les demanda que se encarguen cada vez de más cosas; pero lo que ellos sienten, es que la verdadera sustancia de su trabajo está siendo progresivamente marginada.”
El editorial no se escribió el mes pasado, sino en febrero de 1996. Y aunque estaba centrada en el análisis de la situación en el Reino Unido, es difícil pensar que tan clarividente análisis no solo sigue estando vigente allí, sino también en nuestro amenazado sistema.
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