jueves, 22 de mayo de 2014

Detalles que a nadie importan

No todo el mundo tiene el compromiso con sus pacientes que describía Jonathon Tomlinson en su blog, y al que nos referíamos en el último post. No resulta fácil ni cómodo atender  los múltiples problemas de un paciente al final de una mañana de trabajo estresante, manteniendo la atención, la escucha activa, la empatía. Entre otras razones por el hecho de que ese tipo de actitudes no son valoradas por las instituciones.
Por el contrario, no hay nada más estimulante para las organizaciones sanitarias que encontrar unidades de medida que les permitan cuantificar el desempeño de sus profesionales, como si fuera cualquier empresa industrial: unidades equivalentes a la cotización en bolsa de una empresa, los beneficios anuales de un banco, la producción anual de automóviles… Tocar, escuchar, comprender no son medibles y por lo tanto,  no importan.
Todos los servicios sanitarios llevan años desarrollando “zanahorias”, estímulos monetarios para que sus trabajadores espabilen y hagan lo que deben hacer. No hay organización sanitaria  que no tenga su modelo de incentivos, de pago por desempeño. Sin embargo las publicaciones científicas ponen cada vez más de manifiesto los riesgos, que implican. Varios artículos recientes ponen de manifiesto su escasa efectividad , proporcional a las perversiones que generan. Especialmente ilustrativo es el trabajo publicado en BMC Family Practice de los Institutos de Investigación en Atención primaria  de las  universidad de Keele y Manchester  en Inglaterra (entidades inconcebibles en España) en el que revisan como está moldeando las consultas el sistema de incentivos británico (conocido por Quality Outcomes Framework). Es un estudio longitudinal en el que analizan  consultas grabadas de médicos de atención primaria atendiendo a pacientes con condiciones crónicas (sobre el papel, la piedra angular de este tipo de modelos), para posteriormente entrevistar tanto a médicos como a pacientes. A estos últimos les siguen semanalmente durante tres meses invitándoles a reportar sus experiencias respecto al uso de servicios sanitarios. Pasado ese tiempo vuelven a entrevistar a los pacientes. Los resultados invitan a reflexionar: los profesionales sanitarios utilizan la consulta como un medio de “vigilancia” de los pacientes, quienes acuden pasivamente “para el escrutinio”. Las consultas de revisión en atención primaria en Reino Unido se centran en la agenda biomédica establecida por el QOF. Estas consultas son fundamentales para cumplir sus estándares  y ( sobre todo) mantener los ingresos de los profesionales. Con ese fin las consultas acaban convirtiéndose a menudo en meras sesiones de chequeo de indicadores, el clicar casillas que denunciaba Joan Gené. Los pacientes  por su parte, abandonan la consulta con muchas necesidades biomédicas, emocionales o de simple información sin resolver. Consideran que las consultas de “vigilancia” son irrelevantes e insignificantes para el manejo diario de sus problemas y sus futuras necesidades de salud, salvo en los casos de cáncer o duelo. Confirman así el temor de  Howie, Metcalfe y Walker, quienes ya avisaron en 2008 de que el ajuste a los objetivos del QOF podría desviar a los médicos de atender a cuestiones mucho más importantes que las incluidas en las planillas de control, desde tocar la tripa a atender a los  problemas que realmente importan a los pacientes.
El QOF, al igual que nuestros modelos de incentivos no premian en ningún caso la empatía, el quedarse fuera de hora atendiendo a un paciente angustiado, el ejercicio tan humano de la compasión. El QOF prevalece sobre el ethos de una atención holística centrada en el paciente. Los autores del trabajo consideran imprescindible para hacer compatibles ambos enfoques el disponer de tiempos razonables de consulta, fomentar la continuidad de la atención. Pero ya se sabe que el objetivo de la industria sanitaria no es ese, sino el de aumentar la productividad a cualquier precio: más consultas, en menos tiempo, para rellenar casillas que no significan nada.
(Viñeta de El Roto en El Pais)

4 comentarios:

  1. Son múltiples voces las que alertan sobre los incentivos económicos, pero ¿cuál es la alternativa que proponen? ¿Eliminar los incentivos económicos mejoraría la empatía?

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    1. te recomendo un libr y un video de Barry Schwartz . Se llama Practical Wisdom, y habla de la necesidad de recuperar elcomproiso de hacer las cosas bien por el simple hecho de hacelo, no por el beneficio economico que se obtenga
      http://www.ted.com/talks/barry_schwartz_using_our_practical_wisdom

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  2. Lamentablemente, es una realidad...no son pocos los compañeros que dejan de hacer determinadas actuaciones porque no les puntúa o no lo tienen en su acuerdo...desmotivacion, falta de tiempo...creo que incentivar a los profesionales es importante, pero habrá que replantearse el cómo..

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