domingo, 23 de abril de 2017

El Doctor Montaño



La medicina se ha vuelto demasiado irreflexiva. No nos detenemos a reflexionar sobre si una determinada intervención clínica merece la pena teniendo en cuenta lo que podemos ganar y perder con ella. Preferimos guiarnos por eslóganes, como Más vale prevenir que curar, que no siempre son ciertos".
Antonio Montaño, médico de familia.

Antonio Montaño es un sencillo médico de familia que trabaja en Sevilla. No sale en prensa ni en los telediarios, ni siquiera andaluces: no hace trasplantes de cara; solamente atiende cada día a los pacientes de su cupo, desde hace muchos años. Antonio fue de los pioneros de este país en llevar a la práctica los ilusionantes principios de la Medicina basada en Pruebas a principios del presente siglo. Hace un tiempo colocó en la puerta de su consulta un cartel bajo el título de Medicina Reflexiva. En él animaba a sus pacientes a saber, reflexionar y decidir:
-Saber, “que la medicina actual dispone de muchas intervenciones realmente útiles, pero también que otras muchas intervenciones que también se aplican rutinariamente en la práctica clínica tienen una utilidad muy limitada, algunas de ellas son inútiles, o no se sabe si benefician más que perjudican”.
-Reflexionar con él sobre “las diferentes opciones de actuación para el problema que le preocupa o aqueja, y los posibles beneficios y daños de cada una de dichas opciones”.
- Decidir si alguna de las opciones encaja dentro del conjunto de todo lo que el paciente valora en la vida aparte de la salud (su familia, ocupación, ocio, o creencias religiosas).
Hace unos días acudió a su consulta una paciente de 75 años, acompañaba su a conocer los resultados de una analítica rutinaria por Hipertensión arterial e Hipercolesterolemia. Les explica la incertidumbre respecto al tratamiento del exceso de colesterol en personas mayores sin antecedentes de cardiopatía isquémica, ictus o arteriopatía periférica; en cualquier caso les informa de que la decisión final es suya.
La paciente y su familiar comienzan manifestando su malestar y acaban por agredir verbalmente al médico, tras asombrarse de lo que les propone Montaño: “¡te está diciendo que decidas tú si vas a tomar las pastillas o no; yo bajo a cambiarte de médico!”.
La actuación de Antonio Montaño no es ninguna excentricidad. Hace solo unas semanas el BMJ presentaba una iniciativa destinada al desarrollo de sistemas de salud integrados, en que precisamente incidía en que sólo con una implicación  activa y responsable  de los pacientes será posible cambiar los sistemas sanitarios.
Tres investigadores del prestigio de Albert Mulley ( Darmouth), Angela Coulter (Oxford) y Miranda Wolpert ( UCL), señalan en él tres asunciones completamente equivocadas respecto a los sistema sanitarios: la idea de que la evidencia es suficiente para determinar el mejor curso de acción, la asunción de que sólo los profesionales pueden dar una prestación efectiva de los servicios, y la presunción de que a más servicios mejor salud.
El sencillo Dr. Montaño por tanto, aunque no salga en los medios acompañado del político de turno, está a la última en lo que es un sistema sanitario moderno. Pero está solo. Su intervención la realiza a título personal, porque cree que es lo que debe hacer. Es más pretende difundir su experiencia y hacer partícipes a otros médicos de familia de la importancia de Dejar de Hacer, de No hacer intervenciones innecesarias y potencialmente peligrosas.
Pero un cambio así no es sencillo. Cambiar una cultura generada desde médicos de escasos escrúpulos interesados en promocionar el uso indiscriminado de fármacos, apoyada a menudo por sus sociedades científicas, y jaleada por los medios requiere tiempo, pero sobre todo una posición política coherente y valiente, capaz de “dar la mala noticia de que la medicina es imperfecta”, en palabras de Margaret Lowenstein.
Hace más de una década, cuando aún era director del BMJ Richard Smith formuló sus recomendaciones para un nuevo contrato entre pacientes y profesionales. Eran éstas:
-          La muerte, la enfermedad y el dolor son parte de la vida.
-        La medicina tiene poderes limitados, particularmente para resolver los problemas sociales; a ello hay que añadir que tiene riesgos.
-          Los médicos no lo saben todo; necesitan sopesar las decisiones y recibir apoyo psicológico.
-          Los médicos y los pacientes estamos juntos en esto.
Ministros, consejeros, directores generales y gerentes, que tanto hablan de la sostenibilidad del sistema, deberían tomarse esto en serio de una vez. Y apoyar a sus profesionales en un cambio de cultura radical, dejando de hacer promesas rentables electoralmente pero tan derrochadoras como peligrosas. Es pedir peras al olmo.

4 comentarios:

  1. Comparto la mayoria de tus reflexiones, y te felicito de poner nombre a la soledad de profesionales que conforman sus decisiones en datos.
    Dos preguntas me sugieren parte del problema que tu desarrollas en el post.
    ¿La política es percepción y se mueve más por gestos que por evidencias?. ¿La gestión como la clínica deberían contemplar en sus decisiones en evidencias y resultados?.
    En mi doble experiencia como clínico y gestor, mis decisiones han intentado dotar se de datos; pero han generado controversia en ambos lados.
    Saludos, reconocimiento y simpatía para el Dr Montaño

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    1. Disculpa el retraso en contestar Jordi
      Por desgracia es cierto que la polñitica se basa en gestos. Sin duda es dificil encontrar evidencias para cualquier decisión politica pero las hay,m cada vez hay más y mejor investigación sobre intervenciones en materia de gestión y politica sanitaria
      Quizá no siempre sea posible hacerlo pero no es de recibo nunca tomar decisiones de tan alta coste como las sanitarias simplemente porque tengo "el mandato popular" o la "legitimidad democrática"
      Eso lleva al final a despropósitos y despilfarros como el de Granada

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  2. Conozco a Antonio Montaño desde hace bastante años.Recuerdo, como si fuera ayer, el extraordinario curso de MBE (así se llamaba entonces) que coordinó y al que pude asistir. Era una época en las que aún se producía un extraordinario fenómeno (curso en horario laboral y sustituido). Duró nana menos que un mes. No creo que fuera en absoluto costoso pues creo que todas las personas que lo hicimos salimos con una visión diferente. Aprendí por vez primer lo que era el NNT. Aún hoy día encuentro a compañeros de mi generación e incluso posteriores, que no tienen nada claro que es eso. Muchas gracias, Antonio. Gran maestro.

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    1. Me uno a tus felcitaciones Daniel
      Es posible y factible realizar cursos asi
      Y la competencia del dr Montaño es sencillamente excelente

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