Quentin Shaw. BMJ 2010;341:c6782
Quentin Shaw es médico general en Stirchley Medical Practice en Reino Unido. Entre los pacientes de su distinguido cupo, tal vez el más conocido sea Nicholas S Claus. El Sr Claus tiene un trabajo peculiar, y el año pasado estuvo inmerso en una agria polémica, cuando fundamentalistas de la salud cuestionaron el hecho de que un individuo de su fenotipo ( gordo, con sospechas evidentes de hábitos etílicos y consumo de comoda basura), pudiera ser un ejemplo para los niños, que le idolatran en el mundo entero por su absurda costumbre de regalar cosas.
El Dr Shaw no ha podio resistir más y por su evidente implicación en el caso, y tras solicitar el correspondiente “consentimiento informado” al Sr Claus, consultarlo con sus colegas y su organización profesional, ha salido al paso en el British para rebatir aseveraciones claramente erróneas.
Este excepcional, aunque justificado, desvelo del secreto profesional, nos permite conocer aspectos interesantes de la atención médica del Sr Claus. Como por ejemplo, que ha tenido (hasta que llegó a confiar en su Médicos de cabecera) un consumo impulsivo e impaciente de los servicios públicos británicos; que buscaba los días en que la consulta estaba ocupada por residentes e incluso estudiantes para ser atendido, sabiendo que su timidez y escasa experiencia les impediría afear su deplorable conducta de seguir comiendo dulces y chupitainas, beber whiskey y no hacer nada de deporte.
El caso del Sr Claus ha sido reiteradamente utilizado en las sesiones clínicas como ejemplo de paciente furioso, demandante o ejemplo de los conflictos de interés que supone para cualquier médico, tener un paciente con una desaforada tendencia a regalar cosas.
Su historia clínica es propia de un varón de su profesión: tuvo una extraña sepsis por Streptococo rudolfus a raíz de una mordedura de reno; dejó de fumar a regañadientes en el 94, padece de dolores crónicos de espalda , bebe más de la cuenta y en su lista de problemas se incluyen también obesidad, diabetes e hipertensión. Mal asunto.
Anda preocupado por la entrada en vigor de la European Working Time Directive ( que altera gravemente la rotación de sus residentes de "duendes"), y reconoce que sigue trabajando porque no tiene ninguna seguridad en poder percibir la pensión (aunque supere evidentemente los 80 años).
Pero hay dos cosas especialmente que le sacan de quicio: la obsesión de los políticos por asegurar a los “jóvenes clientes” (nueva denominación que odia especialmente), que tienen derecho e a recibir regalos independientemente de su conducta, y la introducción de las reglas del mercado en su trabajo, con la finalidad de hacerlo más eficiente. Esto último implica ser considerado como un servidor público ( en vez de un benefactor voluntario), introducir la competencia de proveedores privados ( suponemos que bajo fórmulas de PFI) e incluso ser incentivado por cumplimiento de objetivos. No es extraño que su salud mental empiece a resentirse.
Al Dr Shaw, su médico, le ha llevado veinte años ganarse la confianza del Sr Claus para mejorar sus hábitos. Esperemos que las innovaciones gestoras no la destruyan.
El Dr Shaw no ha podio resistir más y por su evidente implicación en el caso, y tras solicitar el correspondiente “consentimiento informado” al Sr Claus, consultarlo con sus colegas y su organización profesional, ha salido al paso en el British para rebatir aseveraciones claramente erróneas.
Este excepcional, aunque justificado, desvelo del secreto profesional, nos permite conocer aspectos interesantes de la atención médica del Sr Claus. Como por ejemplo, que ha tenido (hasta que llegó a confiar en su Médicos de cabecera) un consumo impulsivo e impaciente de los servicios públicos británicos; que buscaba los días en que la consulta estaba ocupada por residentes e incluso estudiantes para ser atendido, sabiendo que su timidez y escasa experiencia les impediría afear su deplorable conducta de seguir comiendo dulces y chupitainas, beber whiskey y no hacer nada de deporte.
El caso del Sr Claus ha sido reiteradamente utilizado en las sesiones clínicas como ejemplo de paciente furioso, demandante o ejemplo de los conflictos de interés que supone para cualquier médico, tener un paciente con una desaforada tendencia a regalar cosas.
Su historia clínica es propia de un varón de su profesión: tuvo una extraña sepsis por Streptococo rudolfus a raíz de una mordedura de reno; dejó de fumar a regañadientes en el 94, padece de dolores crónicos de espalda , bebe más de la cuenta y en su lista de problemas se incluyen también obesidad, diabetes e hipertensión. Mal asunto.
Anda preocupado por la entrada en vigor de la European Working Time Directive ( que altera gravemente la rotación de sus residentes de "duendes"), y reconoce que sigue trabajando porque no tiene ninguna seguridad en poder percibir la pensión (aunque supere evidentemente los 80 años).
Pero hay dos cosas especialmente que le sacan de quicio: la obsesión de los políticos por asegurar a los “jóvenes clientes” (nueva denominación que odia especialmente), que tienen derecho e a recibir regalos independientemente de su conducta, y la introducción de las reglas del mercado en su trabajo, con la finalidad de hacerlo más eficiente. Esto último implica ser considerado como un servidor público ( en vez de un benefactor voluntario), introducir la competencia de proveedores privados ( suponemos que bajo fórmulas de PFI) e incluso ser incentivado por cumplimiento de objetivos. No es extraño que su salud mental empiece a resentirse.
Al Dr Shaw, su médico, le ha llevado veinte años ganarse la confianza del Sr Claus para mejorar sus hábitos. Esperemos que las innovaciones gestoras no la destruyan.
El BMJ comienza a largar sus excéntricos trabajos navideños, una de cuyas muestras es éste. AEsto si es Navidad y no la del Corte inglés
(Imagen tomada del artículo de Shaw)
Nosotros tenemos al olentzero, un carbonero gordo que baja del monte con regalos para los niños la noche del 24, fuma en pipa y bebe vino. Vivan los hábitos saludables, o como decía el cura, "haced lo que digo, no lo que hago yo". Feliz navidad.
ResponderEliminar