Evidence free performance of CCTA in asymptomatic patients was associated qith further evidence free testing and interventions. Effectively, Evidence free medicine begets evidence free medicine
Michael Lauer. Annals of Internal Medicine,2011;25th july
Las vacaciones de verano son una buena oportunidad para comprobar la percepción social respecto a la salud , así como las tendencias dominantes a la hora de resolver molestias, dolores o percances. Si hace cuarenta años era excepcional recurrir al médico ante un catarro veraniego, una diarrea o la picadura de una faneca, ahora la mayor parte de los “minisíntomas” ( ni siquiera deberían tener consideración de tales) suelen acabar en la urgencia, no del centro de salud ( en quien pocos confían) sino del mismo hospital. Y por supuesto se aspira a que se realicen pruebas diagnósticas exhaustivas ( para presumir después en la playa que le hicieron al interesado un chequeo completo) , sin tener en cuenta que la causa fue simplemente el atracón de la cena previa o las doce horas diarias de exposición al sol de los últimos días.
Por supuesto, la mayor parte de la gente de edad media ( que no necesariamente de la Edad Media) alardea de tomar estatinas, hacerse a menudo un PSA, y realizarse no una sino varias mamografías al año ( dieta Dukan al margen para ceñir los desbordantes cuerpos).
La última moda en artilugios diagnósticos parece ser un ecocardiógrafo de bolsillo, aún más pequeño que un iPad, y que aspira a sustituir en el futuro al viejo estetoscopio. En un estudio original publicado en Annals of Internal Medicine se compara la precisión de tales artilugios, frente a la ecocardiografía estándar. Aunque los resultados son más que prometedores, los editores de la revista precisan que el estudio fue realizado con una muestra muy limitada y seleccionada de pacientes, y que son necesarios más estudios en muestras más amplias antes de recomendar su uso.
Pero el problema posiblemente no solo sea ese, sino saber “para qué” queremos utilizar un ecocardiógrafo de bolsillo: ¿lo empezaremos a emplear también en empachos playeros, niños insensatos que se tiran de rocas resbaladizas o abuelas de 104 años?
Afortunadamente Michael Lauer publica en los Archives ( también de Medicina Interna) un magnífico comentario a propósito del cribado y las pseudo-enfermedades ( condiciones que podrían no convertirse en entidades clínicamente significativas si no hubieran sido identificadas por screening, siguiendo la definición de Black y Czum). Utiliza dos excelentes ejemplos: el primero fue la oferta de 6 de los 16 estados alemanes a su población, de la realización de cribado urinario para neuroblastoma en niños menores de 1 año. Cerca de un millón de niños siguieron el cribado diagnosticándose 149 casos (149 vidas salvadas dirían los entusiastas). Sin embargo la tasa de neuroblastomas en estadio 4, y lo que es más importante, la mortalidad por neuroblastoma fue prácticamente la misma que en los estados que no siguieron el programa de screening, Resultados similares, señala Lauer, se obtuvieron en Japón y Canadá.
El segundo ejemplo mencionado es un artículo de la misma revista publicado por McEvoy et al, en que evalúan el impacto de los resultados de angiografías coronarias con tomografías computarizadas sobre la conducta de médicos y pacientes en una población de bajo riesgo ( 1000 adultos asintomáticos dispuestos a realizarse tan distinguida prueba como screening de la temida aterosclerossis coronaria) en comparación con una población similar de adultos. De los sometidos a cribado más del 20% tenían pruebas de aterosclerosis y a los 18 meses buena parte de estos adultos tomaban estatinas y aspirinas y habían sido sometido a algún tipo de técnicas invasiva correctora. Sin embargo la tasa de eventos coronarios mayores era extremadamente baja ( 0.1% a los 18 meses) e idéntica respecto a los confiados adultos que no habían decidido seguir el screening.
Como dice Lauer, a menudo la gente muere CON enfermedades, pero no necesariamente POR ellas. Pero sarna con gusto nunca pica. Y por ello, seguiremos hablando cada verano de las pruebas que te hicieron en invierno, y de las hermosas pastillas que has comenzado a tomar.
(Fotografía tomada del artículo citado de los Annals of Internal Medicine)
Michael Lauer. Annals of Internal Medicine,2011;25th july
Las vacaciones de verano son una buena oportunidad para comprobar la percepción social respecto a la salud , así como las tendencias dominantes a la hora de resolver molestias, dolores o percances. Si hace cuarenta años era excepcional recurrir al médico ante un catarro veraniego, una diarrea o la picadura de una faneca, ahora la mayor parte de los “minisíntomas” ( ni siquiera deberían tener consideración de tales) suelen acabar en la urgencia, no del centro de salud ( en quien pocos confían) sino del mismo hospital. Y por supuesto se aspira a que se realicen pruebas diagnósticas exhaustivas ( para presumir después en la playa que le hicieron al interesado un chequeo completo) , sin tener en cuenta que la causa fue simplemente el atracón de la cena previa o las doce horas diarias de exposición al sol de los últimos días.
Por supuesto, la mayor parte de la gente de edad media ( que no necesariamente de la Edad Media) alardea de tomar estatinas, hacerse a menudo un PSA, y realizarse no una sino varias mamografías al año ( dieta Dukan al margen para ceñir los desbordantes cuerpos).
La última moda en artilugios diagnósticos parece ser un ecocardiógrafo de bolsillo, aún más pequeño que un iPad, y que aspira a sustituir en el futuro al viejo estetoscopio. En un estudio original publicado en Annals of Internal Medicine se compara la precisión de tales artilugios, frente a la ecocardiografía estándar. Aunque los resultados son más que prometedores, los editores de la revista precisan que el estudio fue realizado con una muestra muy limitada y seleccionada de pacientes, y que son necesarios más estudios en muestras más amplias antes de recomendar su uso.
Pero el problema posiblemente no solo sea ese, sino saber “para qué” queremos utilizar un ecocardiógrafo de bolsillo: ¿lo empezaremos a emplear también en empachos playeros, niños insensatos que se tiran de rocas resbaladizas o abuelas de 104 años?
Afortunadamente Michael Lauer publica en los Archives ( también de Medicina Interna) un magnífico comentario a propósito del cribado y las pseudo-enfermedades ( condiciones que podrían no convertirse en entidades clínicamente significativas si no hubieran sido identificadas por screening, siguiendo la definición de Black y Czum). Utiliza dos excelentes ejemplos: el primero fue la oferta de 6 de los 16 estados alemanes a su población, de la realización de cribado urinario para neuroblastoma en niños menores de 1 año. Cerca de un millón de niños siguieron el cribado diagnosticándose 149 casos (149 vidas salvadas dirían los entusiastas). Sin embargo la tasa de neuroblastomas en estadio 4, y lo que es más importante, la mortalidad por neuroblastoma fue prácticamente la misma que en los estados que no siguieron el programa de screening, Resultados similares, señala Lauer, se obtuvieron en Japón y Canadá.
El segundo ejemplo mencionado es un artículo de la misma revista publicado por McEvoy et al, en que evalúan el impacto de los resultados de angiografías coronarias con tomografías computarizadas sobre la conducta de médicos y pacientes en una población de bajo riesgo ( 1000 adultos asintomáticos dispuestos a realizarse tan distinguida prueba como screening de la temida aterosclerossis coronaria) en comparación con una población similar de adultos. De los sometidos a cribado más del 20% tenían pruebas de aterosclerosis y a los 18 meses buena parte de estos adultos tomaban estatinas y aspirinas y habían sido sometido a algún tipo de técnicas invasiva correctora. Sin embargo la tasa de eventos coronarios mayores era extremadamente baja ( 0.1% a los 18 meses) e idéntica respecto a los confiados adultos que no habían decidido seguir el screening.
Como dice Lauer, a menudo la gente muere CON enfermedades, pero no necesariamente POR ellas. Pero sarna con gusto nunca pica. Y por ello, seguiremos hablando cada verano de las pruebas que te hicieron en invierno, y de las hermosas pastillas que has comenzado a tomar.
(Fotografía tomada del artículo citado de los Annals of Internal Medicine)
Me parecen muy interesantes estos posts que intentan contrarrestar la hipocondrización obsesiva ligada a la enfermedad generalizada que se pretende. Lo del ecocardiógrafo “móvil” es interesante como algo que define tendencias. Hasta ahora había los glucómetros para diabéticos y los tensímetros para todo el mundo. Por alguna razón, económica sin duda, el point of care analítico ofrecido por los “Lab on a chip” todavía no ha cuajado pero quizá sea cuestión de tiempo.
ResponderEliminarTengo la vaga sensación de que estamos ante una nueva evolución tecnológica convergente. Hemos visto cómo el teléfono, inicialmente un artilugio de tamaño respetable y que sólo servía para hablar con otra persona, y el ordenador, llamado en su día cerebro electrónico, que también ocupaba lo suyo, han confluido en lo que ahora consideramos “móvil” o “tablet”. No es descartable la fusión de estos sistemas de comunicación con sensores médicos de todo tipo que permitan auto-chequearnos varias veces al día para “coger a tiempo” todo tipo de enfermedades, algunas aun por inventar sin duda en este proceso de medicalización creciente. Habrá discusiones sobre las posibilidades diagnósticas de los distintos móviles. Si seguimos así, a la vez que todos seremos enfermos y tomaremos estatinas y aumentaremos nuestra serotonina, nos llegaremos a preguntar para que servían esos señores de hace algún tiempo a los que se llamaba médicos y que diagnosticaban tan pocas cosas. Quizá los cirujanos resistan más tiempo la llegada de robots que operen mejor que ellos.
Muchas gracias una vez más Javier. Sombrío panorama el que describes, cada vez más cercano, por otra parte. Pero como siempre uno d los problemas fundamentales es saber que haces con la anomalía detectada, cuando un porcentaje importante de los resultados obtenidos ( y más con procedimientos del tipo de chequeo continuo) posiblemnte sea falsamente negativo o falsamente positivo
ResponderEliminarLos cirujanos creo que tampoco están libres de la amenaza: la robótica ya forma parte de sus vidas.
En cualquier caso, la discusión social sobre el tema creo que es una batalla perdida: te miran como un retrógrado, de esos que diagnostican tan pocas cosas.
Un saludo cordial