“El euro y Europa están amenazados, no solo por la falta de solidaridad, sino también por el exceso de solidaridad”. Estas declaraciones, encuadradas en la categoría de “ni si, ni no, sino todo lo contrario” las realizó ayer el Ministro alemán de Asuntos exteriores ,Guido Westenwelle, en Mallorca donde parece estar de vacaciones (imagino que aportando su granito de arena para la recuperación de un país tan excesivo como el nuestro). El diablo está en los detalles, y la cuestión aquí es averiguar que se entiende por exceso de solidaridad, puesto que hasta la fecha se desconocía que este valor debiera ajustarse a una media: era como la equidad, la honradez, la compasión, la sabiduría, virtudes que no estaban topadas por exceso.
Pasando de lo abstracto a lo concreto, imaginamos que para Mr.Westenwelle debe ser un buen ejemplo de estos abominables excesos de solidaridad el prestar atención sanitaria a cualquier indocumentado, desde los que aún no han podido ingresar en la maquinaria del mercado, hasta aquellos que se encuentran en situación irregular, inmigrantes ilegales, espaldas mojadas en definitiva. Sin conocer personalmente al Sr Westenwelle, hay compatriotas que piensan lo mismo, y se sienten molestos ,cuando no indignados, ante la llamada de la Sociedad Española de Medicina de Familia ( semFYC) a la objeción de conciencia frente a la aplicación a partir de septiembre del Real Decreto Ley 16/2012 que priva de asistencia sanitaria a todos aquellos inmigrantes en situación irregular. Por ejemplo, la consejera de sanidad de Cantabria, Mª José Saenz de Buruaga que se ha apresurado a advertir que atender a estas personas en centros de salud es ilegal. O el portavoz del Partido Popular en el congreso, Rafael Hernando, quien afirma que “los inmigrantes ilegales lo que tienen que hacer es volver a sus países”. Excepto, suponemos, aquellos que realizan las labores domésticas en buena parte de los hogares de la misma clase social a la que pertenece el Sr Hernando. O sin ir más lejos, las ponderadas explicaciones del presidente de Extremadura, José Antonio Monago para el que el problema “no es una cuestión de humanidad, sino de presupuestos”. Otra prueba más de que la virtud de la caridad cristiana, tan alabada por las personas de orden, suele limitarse al cepillo, desapareciendo tan rápidamente como el aroma del perfume, en el momento de salir de las iglesias o quitarse la peineta.
Al fin y al cabo a todos nos preocupa la desgracia ajena, pero una cosa es apenarnos en los telediarios, y otra muy diferente permitir excesos solidarios, como sería el controlar la hipertensión a tipos que están donde no deben, o acudir alegremente a los campamentos de Tinduf a atender a gente indolente. También en este sentido, el gobierno español advirtió a los insensatos cooperantes de la necesidad de retirarse de la zona por el riesgo grave de secuestros, lo que parece generar muchas molestias para los funcionarios de nuestros ministerios.
El número de personas en situación irregular se estima que ronda la cifra de 150.000 de la cual alrededor del 15% sería menor. El ahorro conseguido privando del derecho a la asistencia a todos los inmigrantes irregulares será de unos 500 millones de euros, según el gobierno, es decir menos del 10% de deuda tributaria en sentencia firme aún no cobrada (estimado por el Instituto de Estudios Fiscales en 6.000 millones). O dicho de otro modo menos del 1% del fraude fiscal anual, estimado por i2Integrity en 70.000 millones de euros. Por lo tanto, parece evidente que existen otras formas de obtener el dinero que falta. Lo que no hay es la intención de hacerlo.
La derecha española (no así la de otros países) ha despreciado tradicionalmente la salud pública: ejemplo de su amplio conocimiento sobre la materia son aquellas declaraciones de un destacado dirigente del Partido Popular que dijo que a él “le preocupaba tanto la salud pública como la salud privada”. No entienden ni quieren entender que no detectar una tuberculosis en un emigrante irregular pueda acabar aumentando la incidencia de casos de tuberculosis multirresistente, que podría llegar a ser mortal para cualquier persona “respetablemente asegurada”; tampoco parecen entender que restringir el derecho a la asistencia a padres sin papeles, posiblemente les disuada de vacunar a sus hijos y mantener así la inmunidad de rebaño, tan útil para sus “asegurados” hijos. Ni quieren entender que abandonar a magrebíes asmáticos, sudaneses diabéticos o ecuatorianos hipertensos acabará por sobrecargar urgencias y generar más gastos. El exceso de solidaridad, a pesar de lo que diga el Sr Westenwelle, no incrementa el coste global de una sociedad a largo plazo, sino que lo disminuye. Mejora su cohesión y disminuye sus desigualdades. Para algunos esto más que una ventaja, es una molestia.
(Viñeta de El Roto en el País)
Sergio,
ResponderEliminarDe todas formas, mira tu por donde que creo que el BCE ha brindado a Rajoy una salida "liberal" a este entuerto de la sanidad sí / sanidad no de los indocumentados.
https://docs.google.com/document/d/1h9ENoFGcWYJY5T0NdeDNxRSXgbOE6u_uijYovLUZLMU/edit?pli=1.
Puede que ahora tiren para adelante para "soltar algo de lastre", siguiendo con la retórica hasta ahora dominante del partido en el gobierno, pero en cuanto puedan volverán a abrir la puerta para abaratar los salarios aún más. Algunos analistas apuntan ya a esta como una de las próximas imposiciones del BCE a la vuelta de vacaciones.
Un abrazo
Hola Sergio:
ResponderEliminarLa actual situación desenmascara a muchos personajes, sea el Sr. Westenwelle o el Sr. Máximo Gonzalez Jurado (hay que repasar sus declaraciones de abril y las actuales de agosto).
Dos importantes cuestiones se van asentando, lastimosamente, en el mensaje neoconservador:
1.- Alemania es el patrón oro para nuestra sociedad. Me gustaría conocer la opinión de "todos" los alemanes acerca de sus excelencias.
2.- Los valores instrumentales (económicos) deber prevalecer y ser patron de medida sobre los valores intrinsecos (universalidad, solidaridad, libertad, equidad, etc.). Cuando hablan de "exceso de solidaridad" traducen este valor en términos de valor instrumental y sacrifican su desarrollo o lo amputan. Me gustaría saber si el Sr. Westenwelle aplica semejante criterio, o trueque de valores, con sus hijos, sus padres, sus principios religiosos, sus amigos o la comunidad donde reside.
¡Que pena que las palabras solidaridad, salvación y rescate se hayan utilizado mas para los Bancos que para las personas inmigrantes!.
Al menos nos quedan grupos profesionales comprometidos, como la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, que llaman a preservar los la universalidad y la equidad. Sin miedos y, si es preciso, excesivamente.
Un abrazo, miguel melguizo jiménez
Muchas gracias Enrique. Muy interesante tu reflexión sobre el a´guila bicéfala popular que puede explicar muchas cosas. lo que parece cada vez más evidente es que elcoste que supone la atención a inmigrantes irregulares y el coste de transacción que supone su exclusión es demasiado nimio para pensar que el ahorro sea la verdadera razón de la medida. La posibilidad de abaratar los salarios aun mas a costa de facilitar la llegada de nuevos inmigrantes puestos a pensar mal aun justificaría más su exclusión. El tiempo lo dirá
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias Miguel
ResponderEliminarYo también me siento muy orgulloso de pertenecer a una sociedad que asume una posición valiente, equlibrada, justa y coherente, sabiendo que le van a llover críticas procedentes de los sectores más retrógrados de la sociedad.Algo que es indispensable realicen las sociedades profesionales como a menudo nos demuestran con su ejemplo las británicas.
Por eso es aún más llamativa la postura del Sr Gonzalez Jurado, siempre temeroso de lo políticamente ( nunca mejor dicho) correcto, aunque sea profundamente injusto. ya está bien de continuar mirando para otro lado mientras de desmorona lo mejor que ha conseguido este país: un estado de protección social para cobijarnos cunado vienen mal dadas. el Sr Gonzalez Jurado tal vez piense que a ñel nunca le podrán afectar tales contingencias
Un abrazo