En el reciente Acuerdo sin nombre entre Ministerio y Foro de la Profesión Médica lo realmente relevante parece ser la propia existencia de
un acuerdo, y no su contenido . De ahí tal vez la falta de título. Solo así se
explica una redacción tan descuidada, en la que muchas de las condiciones del
mismo se asemejan a las que Chico y Harpo Marx recitaban en una Noche en la
ópera. Por ejemplo cuando habla de que “la sostenibilidad de nuestro SNS es una
responsabilidad social y cívica obligación que vincula a todos los agentes con
diferentes intereses en el sector, desde quienes tienen responsabilidades
políticas, económicas, sociales o profesionales, hasta aquellos agentes que, de
un modo u otro, pueden influir, interactuar, reivindicar o contribuir a modular
sus normas organizativas o de mantenimiento”. Interesante aportación ésta de la
responsabilidad de los que interactúan, reivindican o modulan, que sabe dios
que significa. Tampoco está mal esa aspiración del proyecto de Troncalidad que
posibilite “ la más alta y ampliada distinción competente de los profesionales
a través de las áreas de capacitación específica “. Como lo es el objetivo del
punto II.1.4 de lograr “ un entorno profesional favorable y una mejora de las
condiciones del ejercicio profesional de los médicos que sean apreciables en el
conjunto del sistema pero también por cada profesional”, por si acaso éste no
se había dado cuenta de cómo le habían mejorado las condiciones. Es también
admirable la búsqueda de la cuadratura del círculo con la promoción de “modelos
que permitan vincular aspectos como: gobernanza, integración colaborativa,
participación proactiva, responsabilidad social y liderazgo del profesional
médico con una regulación diferenciada de las condiciones de trabajo que, a su
vez, pueda respetar el derecho de reserva de su plaza”. Por no hablar de
enunciados tan magníficos como “ En cuanto a motivación se promoverá un modelo
de Desarrollo profesional…” que da la sensación de tener que escribir algo
sobre el rollo de la motivación para que el escrito quede completo.
Si solo fueran éstas sus debilidades el Acuerdo sin nombre sería
solamente un magnifico ejemplo de comentario de texto para los aspirantes a la
agonizante Selectividad. El problema aparece cuando se manipula el lenguaje
para confundir a las personas bienintencionadas. Personas como mis padres,
absolutos legos en esta materia, no entienden a qué viene tanto revuelo con el
gobierno si lo que éste defiende es una asistencia sanitaria pública, gratuita,
universal y de calidad, como difunden televisiones y
periódicos desde entonces. Se considera lenguaje orwelliano ( en honor de George
Orwell y su 1984) a aquel que significa lo contrario de lo que se hace o dice. Nada
debería reprocharse a un acuerdo que incluye en su punto I.2 una cláusula
destinada a “garantizar plenamente una asistencia sanitaria pública, gratuita,
universal, equitativa, de calidad, financiada por impuestos…”. El problema
surge cuando esa cláusula la firma el mismo gobierno que un año antes acabó con
el carácter universal de la asistencia sanitaria a través de un Real Decreto
Ley que sustituye el carácter de ciudadanía por el de aseguramiento a la hora
de establecer el derecho a la asistencia sanitaria. Y aunque la Sra Mato sea la
ministra de sanidad más incompetente de la época democrática ( ex-aequo con la inefable
Sra Pajín), la contradicción no obedece a ningún olvido de lo que ya firmaron ,
puesto que en la cláusula I.5 ( en otra redacción confusa , cuya corrección
gramatical haría enrojecer al ministro Wert) se recuerda la necesidad de disponer de “un sistema eficaz
de facturación a terceros, tanto a nivel nacional como internacional, sin
perjuicio de las prestaciones de salud pública, atención urgente y en
situaciones de alto riesgo, atención maternal y a menores a los que tienen
derecho los extranjeros en situación irregular”. En definitiva, nuestro sistema
no es universal ni equitativo, ni se pretende realmente que lo sea. La prueba
del algodón es preguntar a cualquier inmigrante “irregular” si han cambiado sus
condiciones desde que se firmó el Acuerdo
Tampoco encaja bien la pomposa declaración de asistencia
sanitaria pública cuando la reforma sanitaria del partido del gobierno en la
Comunidad de Madrid va orientada a privatizar ( a largo plazo), la provisión y
prestación de los servicios. Iniciativa que , pese a nueve meses de protestas
ininterrumpidas de toda la profesión sanitaria no ha movido un ápice sus planteamientos iniciales. En ese contexto aludir ( I.6) a
que “la contratación con instituciones o centros privados se podrá llevar a
cabo en los supuestos y con los requisitos, condiciones y estándares de calidad
previstos en la Ley general de sanidad, y normativas de contratación pública y
disposiciones de desarrollo (¿?), optimizando siempre los recursos propios del
sistema sanitario público “es simplemente una burla.
A pesar de su manifiesta incompetencia, la Ministra de
sanidad y demás hierbas ha realizado una magnífica operación de propaganda y
tergiversación en el sentido de Lakoff: “ la utilización manipuladora de la
realidad cuando ha sucedido o dicho algo que resulta embarazoso y se lo intenta
colocar en un marco inocente, es decir hacer que el suceso embarazoso parezca
normal”. Felicitaciones a la ministra por ello. Queda preguntarse que intereses
pueden tener los que, desde la otra parte de la mesa, firmaron el Acuerdo. Sin
nombre.
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