miércoles, 27 de noviembre de 2013

Un médico especial



“Quien retrata su vida, vive para todos los hombres;
Quien da expresión a su tiempo, vive para todos los tiempos”

El legado de Europa. Stefan Zweig

Conocí a Albert Jovell hace ya muchos años, en uno de los primeros congresos al que asistí como ponente. Él moderaba la mesa y yo cometí un gazapo; no dijo nada, pero al acabar  muy amablemente, me corrigió el error. Siempre supo mucho de muchas cosas, pero no hacía ostentación de ello.
Ayer murió. En cierta forma la suya era la crónica de una muerte anunciada: No solo no negó su enfermedad, sino que casi la mostraba con orgullo, como una forma de apoyo  a tantas personas enfermas, anónimas,  que llevan su sufrimiento casi de forma clandestina. En 2.008 escribió un libro estremecedor, Cáncer , biografía de una supervivencia, cuyo primer capítulo se titulaba “ tengo cáncer y necesito contarlo”. En él se preguntaba: "¿Por qué el destino me ha deparado esta cruel condición sin sentido? Quizá la única manera de encontrarle sentido sea intentar recordar la supervivencia y contarla”.
Era hijo de un medico de cabecera, un “médico especial”. Pocos artículos reflejan con más sensibilidad lo que es el trabajo de un buen médico de cabecera como ¿Existirían la medicina sin los médicos especiales?, en el que describe con clarividencia la diferencia que existe entre ocupación y profesión, algo que por desgracia muchos no entienden; mientras la primera está sujeta a un horario, la segunda es un estilo de vida. En él cuenta sus experiencias como hijo de médico, haciendo novillos para quedarse sentado observando a los pacientes en la sala de espera. Hoy ese comportamiento sería fuertemente penalizado por los vigilantes de los estándares educativos.
Stefan Zweig , el autor de uno de los libros más maravillosos de la historia de la literatura ( Momentos estelares de la humanidad) era uno de sus escritores preferidos. Decía en la Impaciencia del corazón, que “ la compasión es el segundo latido del corazón”. Y Jovell se preguntaba: ¿Estamos viviendo en un mundo de corazones sin segundos latidos? ¿ Nos estamos acercando los médicos tanto al objeto-la enfermedad-que nos olvidamos del sujeto –la persona enferma-?
A propósito de ello escribió otro artículo esencial en Medicina Clínica , Medicina basada en la Afectividad, en la que defendía un modelo formativo en medicina que diera menos énfasis a la biología molecular y más al fomento de valores humanitarios.  Utilizaba de ejemplo la contestación de Leftie Ruggiero ( Al Pacino) a Donnie ( Johnny Depp) en Donnie Brasco: “tienen 40 diplomas en la pared y no saben decirte ni una palabra”.
Jovell tenía un conocimiento enciclopédico de cine, literatura y música. Gracias a él conocí a grupos tan exquisitos como Trembling Blus Stars, Don Peris o The Innocence Mission. No solo enseñaba medicina basada en la evidencia, liderazgo o profesionalismo, sino casi cualquier cosa que tuviera que ver con la vida, y la mejor forma de vivirla y disfrutarla.
En un país civilizado la muerte de alguien como él hubiera recibido la atención de todos los medios. No era una estrella de cine, ni un político famoso por sus turbios manejos, ni un prestigioso médico de los que atienden al rey. Pero era un referente moral de lo que significa utilizar su propia enfermedad para ayudar a los enfermos, dando vida a su manera a su aspiración de ser un médico especial. Sin embargo, los medios españoles apenas recogen la noticia, demostrando una vez más las cosas que en esta sociedad importan, y las que se silencian.
 Jovell consideraba que “la enfermedad no debería ser ajena a nuestras vidas porque siempre acaba afectándonos”. Pensaba que la supervivencia de los enfermos de cáncer debería medirse en unidades de felicidad. En “número de momentos en que somos felices”. No solo la de ellos, quizá también la de cualquier ser humano.
Gracias Albert.

15 comentarios:

  1. Para los medicos de profesion, como bien dices, es una gran suerte encontrar reflexiones como la tuya que nos transmiten "ganas" de continuar con "nuestro estilo de vida" y recuperar el verdadero sentido de la misma; por todo ello mi agradecimiento personal. Muchas gracias Sergio

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  2. Sergio, este post me resulta especialmente emotivo. Lo que en él se cuenta lo es y remite al valor que en Medicina ha de tener siempre ese "toque humano". Creo que, como sugiere Jovell en su artículo, es esencial. No se trata de un toque quirúrgico o fisioterápico sino el inherente al propio acto diagnóstico, a través de la palpación y a la muestra de empatía traducida en dar la mano o apoyarla en el hombro del paciente y, con ella, transmitirle un ánimo necesario.
    Se cita también a S. Zweig y, en concreto, a un libro que me impresionó de él, "La impaciencia del corazón". Sin duda, Zweig fue un maestro del alma y sería bueno incorporarlo a los estudios de Medicina. Aconsejaría también la biografía de Freud de Peter Gay. La buena literatura puede ayudar más a hacer buenos médicos que sus conocimientos de Biología Molecular, algo a lo que también alude Jovell.
    Y hay dos cosas más que considero muy importantes. Una de ellas es el olvido bastante frecuente del espíritu hipocrático ante el médico enfermo o de sus familiares por parte de sus colegas. Buscando se encuentra ese colega que pasa a ser médico de uno, en quien confiar. Jovell parece que tuvo esa suerte. Pero que haya de ser buscado implica la dificultad de la que se parte. Cambiar la bata por un camisón ridículo sitúa a uno del otro lado, pero de un modo más duro que para el paciente normal, porque siendo médico se sabe o se intuye de la propia enfermedad; siendo médico aumentan los miedos a lo peor; siendo médico, desde ese supuesto saber por el otro, el paciente puede pasar a ser percibido como enemigo potencial por el médico que lo trata. No son meras suposiciones.
    Finalmente, hay algo importante y que tiene que ver con lo que en tiempos se llamaba "vocación". ¿Por qué uno se hace médico? Según la razón, sabemos las consecuencias y así hay médicos de verdad y meros técnicos de la Medicina.
    Hablo desde fuera porque no veo a pacientes (en general), dada mi especialidad, pero creo que soy bastante realista en esto. Uno es influido o no por alguien para decidirse por la Medicina. Me voy a permitir transcribir aquí un comentario que en su día colgué en Facebook. Iba dirigido a un médico que influyó de algún modo en mi decisión:
    A UN MÉDICO
    Todo lo que hacemos es importante.
    Aunque su formato sea remilgoso, anticuado, casi empalagoso, la película “Qué bello es vivir” sigue siendo una gran película porque defiende la vida. Porque en ella Eros vence una vez más a Thanatos, a pesar del gran atractivo de la muerte cuando todo se desmorona.
    Un niño puede percibir que la muerte acecha en su casa, porque sabe interpretar silen...cios y mal disimuladas angustias, porque sabe escuchar el dolor que su madre no puede ocultar. Se está muriendo la mamá, cantaba Aznavour entonces por la radio, en una España gris, terriblemente gris.
    En esos días aparecía con frecuencia un médico en su casa. Traía con él un saber que parecía inmenso, instrumentos y, sobre todo, palabras de ánimo, curativas... para todos. Traía, con su juventud, la salud, el milagro de la Medicina, el atractivo de la Medicina, de la vida.
    Tal vez lo más importante de la acción de una persona es aquello a lo que menos atención presta pero que hace posible lo que sin ella no ocurriría.
    No es preciso decir su nombre. Él quizá lea esto. Sabrá entonces que me refiero a él y con eso basta.

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  3. Muchas gracias a los dos, por vuestros comentarios. Impresionante el escrito de Javier . Me encanta Que bello es vivir , la procuro ver todas las navidades ( no pega en verano, que también lo he intentado). Es un buen ejemplo de que cada uno modifica la realidad auqnue sea un "residuo humano" en términos de Bauman. El mundo sin la presencia de cualquiera de nosotros sería diferntes. Sin vuestras opiniones por ejemplo.
    Hace unas semanas tuve una sesión con estudiantes de 2º de bachillerato: la mayor parte quieren hacer medicina. Solo algunos privilegiados cumplirán su objetivo. ¿Los más adecuados para ser buenos médicos en el sentido que decia Jovell? Lo dudo. Pero tampoco creo que los que sigan recibirán ese tipo de formación tan imprescindible para ser un buen médico.
    Pero a pesar de todo, y afortunadamente, siempre quedará el recuerdo de los que algún día nos demostraron que otra forma de hacer medicina es posible

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  4. Desconocía la existencia de Jovell. Y ahora que me voy enterando de quién era y lo que hacía lamento mucho más su muerte. Porque uno puede estar mucho más próximo a desconocidos que a quienes ha tenido al lado muchos años. Sin duda, fue la suya una vida bien empleada, como servicio a los demás.
    Creo que ha sido un ejemplo de defensa de lo cualitativo frente a lo cuantitativo. Él se caracterizó por diferenciar vida de longevidad, cosa que se suele confundir en la obsesión higienista. Tras leer más sobre él, me ha gustado especialmente esta entrevista que le hicieron en 2006 y en la que se ve un hombre sabio, a pesar de su juventud, y valiente: http://elpais.com/diario/2006/04/16/eps/1145168807_850215.html

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    1. Como en el caso de Maite disuclpa el retraso en publicar y contestar tu comentario. Me está dando problemas la aplcación , lo que espero solucionar en unos días. Tuve la suerte de mantener una relación asidua, aunque irregular con Jovell. Si sus escritos eran interesantes lo eran mucho más las conversaciones con él. Un día me comentó que le parecía más importante escribir en periódicos que en revistas científicas. Algo curioso viniendo de alguien que era un referente en Medicina Basada en la evidencia , que habia sido director de la Agencia de Evaluación de Tecnologias sanitarias de Cataluña. Le ineteresa llegar a la gente, no hacer curriculo. Otro ejemplo de esa defensa de lo cualtitativo
      La entrevista que comentas es especialmente nteresante, a lo que controbuye la sensibilidad de la periodista
      Si, sin duda fue una vida muy bien empleada

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  5. De entre todo lo que he leído de Albert Jovell hay un pequeño artículo publicado en el País en el año 2006 que me resulta especialmente interesante llamado “Miedo” http://bit.ly/1iS9CpO. Este texto lo he repartido y leído en voz alta muchas veces y suele dejar mudos, quizás con el propio miedo que produce la ignorancia, a los profesionales sanitarios. Jovell dice “lo sorprendente o no del miedo es que, siendo un síntoma presente en todos los enfermos, nunca se pregunta por él” y, es que, como continúa diciendo “el miedo es un síntoma que afecta a los enfermos y no a la enfermedad”. Hay, por tanto, cierta comodidad en la medicina de controlar las señales o “signos” (objetivos y generalizables) pero no tanto de escuchar y comprender los síntomas y sus “significados” (subjetivos y singulares). Jovell continúa describiendo como el miedo no solo se te escapa por los poros ante una enfermedad, sobre todo cuando no tiene un buen pronóstico, sino como lo ves reflejado en el rostro de otros enfermos y en el de tus hijos y familia. También a Jovell le gustaba utilizar símiles de la literatura (en el artículo habla de “Elisabeth Costello” de Coetzee o “Yo otro” de I. Kertész) para poder narrar y expresar con una mirada ancha y extensa el sufrimiento y el miedo frente a los márgenes estrechos y llanos de la ciencia positivista. Por último, habla de una palabra manoseada y malinterpretada por todos que haría falta reivindicar: la compasión. La compasión no tendría nada que ver ni con el sentido de justicia ni de virtud. Como dice Ferlosio: la compasión es “algo que tuviese doble y bilateralmente la felicidad de lo gratuito, o sea, que se pareciese a lo sentido en raras y singulares experiencias: ese placer plenamente carnal y corporal de arreglarle el embozo de la sábana a un niño recién acostado, ese estremecimiento de regusto que le recorre a uno toda la epidermis por simpatesis con el placer del niño”. Un poquito de esta compasión no nos vendría mal. Gracias a Albert y a vuestros comentarios. Un abrazo.

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  6. Sergio gracias por tus recuerdos. Yo también escribí los míos en:
    http://galenodefamilia.blogspot.com.es/2013/11/albert-jovell-el-fer-costat.html
    Saludo

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    1. Magnificio tu blog y tu comentario. La descrpción del centro de salud de Albert es para ponerla en las entradas de todos los centros de salud
      Un saludo muy afectuoso

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  7. Muchas gracias Sergio por el post. No le conocí personalmente pero me ha parecido siempre un referente profesional

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  8. Vaya por delante mis disculpas Maite. Estoy teniendo problemas con esta aplicación de blogger que espero cambiar en unos días. Y de no recordármelo todos hubiéramos perdido un comentario emocionante, como suelen ser los tuyos. Desconocía esta columna de Albert y eso que procurarba no perderme nada de lo que escribiera. Sencillamente estremecedora. He revisado esta tarde mi última edición del Harrison y es cierto que no aparece el miedo en ningún tipo de padecimiento. ¿por qué dolor si y miedo no? ¿El miedo no hace daño, no causa angustia, no rebaja la calidad de la vida?
    Quizá tenga que ver con lo que él mismo dice : "el miedo es un síntoma que afecta a los enfermos y no a la enfermedad”. Los libros de texto no dejan de ser artificios basados en códigos y consensos en los que encerrar el sufrimento humano ( el territorio del que habla otra gigante, Iona Heath)
    Por eso el miedo tal vez nunca aparece
    Me queda el consuelo de comprobasr con vuestros comentarios la huella que dejó Jovell en nuestras vidas
    Un abrazo y disculpas de nuevo

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  9. Gracias a ti por mantener con tanta ilusión y curro este estupendo blog y por supuesto el otro (igual de importante o más) ; ) un abrazo

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  10. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  11. Estimado Sergio. Gracias, Gracias por esta descripción tan hermosa del trabajo y la persona que era Albert. Tuve la gran suerte de trabajar junto a él los últimos diez años y se de primera mano que él te apreciaba sinceramente.
    Ya sabes que era muy modesto, pero nosotros, en éstos momentos, nos podemos permitir dejar la modestia a un lado y felicitarnos por la suerte que hemos tenido de conocerle, tanto a través de sus escritos, libros, conferencias etc, como en su día a día, porque él era igual en la distancia corta, donde hacía efectiva la afectividad que reclamaba y la confianza que tanto valoraba.
    Le echamos muchísimo de menos...
    Un abrazo
    Lluïsa Cervera

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  12. Muchísimas gracias por tu comentario Lluisa. para nosotrso cada visita de Albert era un regalo de navidades: no solo por lo mucho y nuevo que traí siempre consigo, para una clase, una conferencia , un debate, sino por esas conversaciones aparentemente intrascendentes que suponína una oportunidad preciosa de seguir aprendiendo de él, de otra forma, ya fuera respecto a el ñultimo disco de bossa que acababa de escuchar , o sobre la carta oculta que esconden los chinos.
    Fue un maestro. E imagino que tantos años en contacto con él harán aun mas dificil su ausencia. Animo. Nos queda su recuerdo, y le privilegio de haberle conocido
    Un abrazo

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