El lugar de la Atención Primaria (AP) en la investigación española hace tiempo que es residual, tanto por su escasa importancia, como por su consideración de algo superfluo. Bien es verdad que la situación es aceptada con resignación por los afectados, quienes lo consideran poco menos que inevitable. Aunque sorprenda, las cosas no siempre fueron así. Hubo un tiempo en que existieron Unidades de Investigación de Atención primaria integradas, junto a las hospitalarias, en la Red de Unidades de Investigación ( REUNI) , algo que parece hoy tan fantástico como la existencia del velociraptor. Desaparecieron; nadie protestó.
Lo que se lleva hoy en día es la creación de institutos de investigación a nivel autonómico, centrados en los grandes hospitales que son los que, de verdad, saben y realizan investigación importante. Como no podría de ser de otra forma, dichos institutos se articulan en torno a enfermedades y terapias, “porque es lo que la gente tiene”, como claramente expuso el director de uno de ellos, en una interesante jornada sobre Investigación en Atención Primaria organizada por el Distrito de Granada-Metropolitano.
Lo que se lleva hoy en día es la creación de institutos de investigación a nivel autonómico, centrados en los grandes hospitales que son los que, de verdad, saben y realizan investigación importante. Como no podría de ser de otra forma, dichos institutos se articulan en torno a enfermedades y terapias, “porque es lo que la gente tiene”, como claramente expuso el director de uno de ellos, en una interesante jornada sobre Investigación en Atención Primaria organizada por el Distrito de Granada-Metropolitano.
Lo que ha significado este modelo de investigación para la Atención Primaria es más que evidente. Hace unos meses informábamos de los resultados de la convocatoria de Investigación de la Junta de Andalucía en la que solo el 1.3%de los proyectos concedidos era un proyecto de Atención primaria ( 1 entre 76). No era muy difícil averiguar las causas: Atención primaria no figura entre las prioridades de investigación de Andalucía, y por lo tanto es prácticamente imposible que alcance subvención si uno de los aspectos clave de la evaluación de las propuestas es pertenecer a una línea estratégica.
Andalucía no es la excepción sino la norma. En la última convocatoria FIS de 2013 de 672 proyectos a los que se concedió subvención solo 22 procedían o abordaban proyectos en el ámbito de la Atención primaria ( ¡un 3%¡), siendo bastante generoso con lo que consideramos como tal.
Corren rumores de que las cosas pueden cambiar. Que los institutos están buscando a gente de atención primaria como socios. La primaria no debería llamarse a engaño; el interés estriba exclusivamente en servir de “recolectores” ( término” empleado en la citada jornada) para ordenar el trasiego de los rebaños de pacientes hacia el lugar donde deben ser adecuadamente investigados: el sagrado hospital, donde será sometido a los métodos oportunos para poder salir tarde o temprano en alguno de los telediarios de la incombustible Ana Blanco. Realidad perfectamente descrita por las palabras de algunos de nuestros más comprometidos investigadores: “ dame unos sueros de artritis reumatoide que voy a hacer unos genes”. En definitiva, la plantación hospitalaria necesita mano de obra que extraiga el algodón suficiente para confeccionar la investigación que se lleva ahora mismo en el mundo.
Pensar que en esta situación es posible realizar investigación de relevancia en España entra en el terreno del delirio.
Primero porque , a diferencia de los países donde se realiza “de verdad” investigación sobre y en atención primaria, no existen aquí ni departamentos universitario de Atención primaria, ni centros de investigación universitarios en AP, ni tan siquiera unidades o centros de investigación en este nivel.
Segundo porque no existen ni convocatorias finalistas ni líneas prioritarias sobre AP en las convocatorias estatales ( de las internacionales ya hablaremos pero el panorama no es mejor)
Tercero porque mientras la revista con mayor factor de impacto (FI) ( obviamente sobre cáncer, A cancer jorunal for clinician) alcnaza 153,45, la revista de atención primaria con mayor FI apenas supera el 4 ( Annals of family medicine). Y a menor factor, menor opción.
Cuarto porque un médico de familia debe enfocar sus ansias investigadoras de la misma forma que sus intentos de aprender a tocar el saxo tenor, como un exigente hobby ( algo que no es exactamente igual para el “ prestigioso clínico investigador” de un hospital de referencia nacional).
Y quinto, porque lo que debería ser el campo propio de la investigación en atención primaria( la incertidumbre, el sufrimiento, la ley de cuidados inversos, el error, el uso del tiempo, los efectos del conocimiento del paciente y su familia, la influencia de la comunidad y la crisis en la salud de cada paciente) sencillamente no interesa.
El año pasado el British Journal of General Practice publicó un precioso trabajo sobre el hecho de tocar a los pacientes: si es tolerable o no, si conforta o altera, si mejora la comunicación o la empeora.
Uno se imagina rápidamente la evaluación que recibiría un proyecto semejante en algunas de nuestras convocatorias hispanas, muy posiblemente a manos de algún evaluador procedente de la propia atención primaria. Imagina la mirada de desprecio ante algo tan “blandito”. Lo que hace falta es volver a participar en el enésimo ensayo mulicéntrico sobre la efectividad de los nuevos anticoagulantes. Aunque nuestro papel como médicos de familia investigadores no sea otro que recolectar pacientes para “ hacerle unos genes"
Andalucía no es la excepción sino la norma. En la última convocatoria FIS de 2013 de 672 proyectos a los que se concedió subvención solo 22 procedían o abordaban proyectos en el ámbito de la Atención primaria ( ¡un 3%¡), siendo bastante generoso con lo que consideramos como tal.
Corren rumores de que las cosas pueden cambiar. Que los institutos están buscando a gente de atención primaria como socios. La primaria no debería llamarse a engaño; el interés estriba exclusivamente en servir de “recolectores” ( término” empleado en la citada jornada) para ordenar el trasiego de los rebaños de pacientes hacia el lugar donde deben ser adecuadamente investigados: el sagrado hospital, donde será sometido a los métodos oportunos para poder salir tarde o temprano en alguno de los telediarios de la incombustible Ana Blanco. Realidad perfectamente descrita por las palabras de algunos de nuestros más comprometidos investigadores: “ dame unos sueros de artritis reumatoide que voy a hacer unos genes”. En definitiva, la plantación hospitalaria necesita mano de obra que extraiga el algodón suficiente para confeccionar la investigación que se lleva ahora mismo en el mundo.
Pensar que en esta situación es posible realizar investigación de relevancia en España entra en el terreno del delirio.
Primero porque , a diferencia de los países donde se realiza “de verdad” investigación sobre y en atención primaria, no existen aquí ni departamentos universitario de Atención primaria, ni centros de investigación universitarios en AP, ni tan siquiera unidades o centros de investigación en este nivel.
Segundo porque no existen ni convocatorias finalistas ni líneas prioritarias sobre AP en las convocatorias estatales ( de las internacionales ya hablaremos pero el panorama no es mejor)
Tercero porque mientras la revista con mayor factor de impacto (FI) ( obviamente sobre cáncer, A cancer jorunal for clinician) alcnaza 153,45, la revista de atención primaria con mayor FI apenas supera el 4 ( Annals of family medicine). Y a menor factor, menor opción.
Cuarto porque un médico de familia debe enfocar sus ansias investigadoras de la misma forma que sus intentos de aprender a tocar el saxo tenor, como un exigente hobby ( algo que no es exactamente igual para el “ prestigioso clínico investigador” de un hospital de referencia nacional).
Y quinto, porque lo que debería ser el campo propio de la investigación en atención primaria( la incertidumbre, el sufrimiento, la ley de cuidados inversos, el error, el uso del tiempo, los efectos del conocimiento del paciente y su familia, la influencia de la comunidad y la crisis en la salud de cada paciente) sencillamente no interesa.
El año pasado el British Journal of General Practice publicó un precioso trabajo sobre el hecho de tocar a los pacientes: si es tolerable o no, si conforta o altera, si mejora la comunicación o la empeora.
Uno se imagina rápidamente la evaluación que recibiría un proyecto semejante en algunas de nuestras convocatorias hispanas, muy posiblemente a manos de algún evaluador procedente de la propia atención primaria. Imagina la mirada de desprecio ante algo tan “blandito”. Lo que hace falta es volver a participar en el enésimo ensayo mulicéntrico sobre la efectividad de los nuevos anticoagulantes. Aunque nuestro papel como médicos de familia investigadores no sea otro que recolectar pacientes para “ hacerle unos genes"
Este post me parece especialmente oportuno porque plantea una reflexión sobre el modo en que se está haciendo investigación en el ámbito de la Medicina (o Biomedicina como les gusta decir a muchos).
ResponderEliminarHay aspectos llamativos. Uno es que todo apunta a una relación entre fondos destinados a investigación y factores de impacto de las revistas en las que son susceptibles de publicación los resultados obtenidos. Eso supone una gran perversión que convendría ir tratando. El cientificismo imperante trata de hacer obsesivamente ciencia de la ciencia, medir la actividad investigadora, y para ello sabemos del uso y abuso de los índices de impacto, que son, ha de recordarse, de la revista y no de un artículo concreto. Esos índices no obedecen necesariamente sólo a la calidad de la revista en cuestión, a su impacto científico, sino que están sesgados también por el impacto mediático y no cabe duda de que “los genes” o la proteómica parecen siempre más “científicos” que cualquier otra cosa, ya no digamos si se estudian en alguna forma de cáncer. Pero no es menos cierto que tonterías como la neuroquímica del enamoramiento y la fidelidad de pareja son también recogidas en revistas de alto impacto como Science o PNAS.
En tanto no se recupere el sentido común en Medicina, pero también en Ciencia básica, mal vamos. Estamos en la estúpida dinámica mercantil, desde la que se desea cuantificar la investigación española en función del impacto de revistas, sin tener en cuenta el valor intrínseco de lo que realmente se descubre. Como es habitual, se ha copiado lo peor del modelo americano; sólo lo peor. No es infrecuente que en los telediarios se recoja de forma bobalicona cualquier artículo español que haya entrado en el templo sagrado de Science o de Nature. Y ya sabemos que, desde lo que se diga en él, los “expertos” pronosticarán una cura de algo temible en cinco años.
Otro aspecto es el ligado a esa “recolección”. La investigación médica supone cada vez más esfuerzo recolector y no sólo de pacientes reconocidos como tales en atención primaria; también de sanos que son pagados para entrar en ensayos clínicos, a tal punto que eso se está convirtiendo en factor limitante a la hora de planificar tales ensayos. ¿Cómo está la situación en España al respecto? ¿Cuántas personas participan en más de un ensayo? Lo desconozco. No parece que haya mucha transparencia en esto.
Se necesita un cambio de perspectiva que pasa por retornar a una concepción de la Medicina como vocación de servicio. Dudo que se dé a corto plazo pero, sin ese cambio, los primeros números de MIR seguirán decantándose por especialidades económicamente interesantes, los que quieren hacer carrera investigadora se introducirán en líneas “productivas” y la Atención Primaria seguirá sin ser valorada en su justa medida ni en el aspecto asistencial ni en el investigador.
Comentar en la linea de lo que cuentas, que a nivel local la fundacion de nuestro departamento siempre que se ha solicitado financiación ha sido para especializada, y sin embargo cuando el proyecto no precisaba financiacion(tiempo libre, Hobby) fueron aceptados varios de nuestro estudios.Y en cuanto a participar como recolectores en proyectos FISS hospitalarios,la lectura de que existian en ese equipo dos medicos de familia comportó un rechazo inicial pr el FISS de la financiación del proyecto, que cuando se aclaró que los primarios solo recolectaban fue aceptado.
ResponderEliminarMuchas gracias Manuel
Eliminarlo que comentas es de vital importancia. Lo que está ocurriendo de discriminación negativa permanente hacia primaria, dispuestso casi siempre por desgracia a aceptar unas migajas que la permitan estar en el grupo de los de "primera". El complejo de inferioridad no se nos va a quitar nunca
Un saludo
Un lujo disponer de tu opinión en este blog, en especial en este tema, en el que resuelta una vez más de obligada lecutura ( o relectura) tu magnífico EL AUTORITARISMO CIENTIFICO.
ResponderEliminarPocas voces más autorizadas que la tuya para hablar ( y denunciar) la situación actual en materia de investigación.
Una actividad que goza del respeto supersticioso que gozaron en el pasado la opinión de los sacerdotes del templo, sin contemplar la corrupción y miserias que ( también) se esocnden en este terreno
Especialmente inquietante lo que comentas sobre participación de sanos en ensayos, asunto que simplemente no existe.
Si, seguiremos igual por desgracia en esta poderosa industria en la que se ha convertido lo que una vez se llamó medicina
Muchas gracias, Sergio, por tus cariñosas palabras. Blogs como el tuyo, en el que me haces el honor de acoger mis comentarios, contribuirán sin duda a favorecer el retorno a la esencia de la Medicina. Un abrazo
EliminarSinceramente , para mi es un privilegio que compartas tus opiniones en este blog, que lo mejor que tiene son las opiniones de sus lectores.
EliminarA ver si pronto podemos leer un nuevo libro tuyo
Un abrazo
La investigación en Atención Primaria podría tener muchas más ventajas en la validez externa a la hora de generalizar los resultados a partir de una muestra que se acerca mucho más a la realidad.
ResponderEliminarGracias Alberto
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