“Donde penas y dichas
no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos
en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede
libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla,
ausencia,
Ausencia leve como
carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el
olvido”
Luis Cernuda.
A menudo el trabajo de los que un
buen día recogen sus trastos y abandonan para siempre sus consultas (esas
consultas que ocuparon durante años y años), queda disuelto en la niebla,
ausente para siempre, puesto que nadie preguntó sobre lo que el que se fue
aprendió, y él mismo incluso pensó que no era interesante, tantos lamentos, y
quejas y pequeñas miserias.
Mark Davies, médico general y director durante años en el BMJ,
comprobó que nadie le preguntó al salir sobre qué había aprendido tras 21 años
de trabajo. Pero, sin embargo, y aunque
a nadie importe, ha querido compartir con los lectores del British las cinco
cosas que ha aprendido en su trabajo.
La primera de ellas es que en Atención
primaria el diagnóstico no debe tomarse con demasiada firmeza: aunque nos
enseñen en la facultad eso de que primero viene la anamnesis, luego la exploración,
el diagnóstico diferencial y el juicio diagnóstico final, esa rutina raramente
funciona en consultas de 10 minutos. Por el contrario se hace el diagnóstico
muy rápidamente basado en el conocimiento del paciente y en lo que es más
probable que ocurra, chequeando las hipótesis frente a las pruebas que hay
disponibles. Y funciona bien. Siempre que no te mantengas firme en tu primera
idea cuando las evidencias la cuestionan.
La segunda es admitir que hay
cosas que son irresolubles. El modelo médico de enfermedad no funciona con
algunos pacientes, los más difíciles, los más frustrantes, y no tiene sentido
quemarse las pestañas buscando una solución imposible, buscando el clavo porque
todo lo vemos es a través del martillo que llevamos en la mano.
La tercera es la necesidad de “mentar
a la bicha”, de sacar a relucir lo desagradable, violento, conflictivo: la
violencia implícita que nunca acaba de mostrarse, la tristeza por lo que es
secreto, la locura en sus diversas formas. Lo tácito conviene hacerse explícito
aunque solo sea para demostrarnos lo que equivocados que estábamos.
La cuarta enseñanza de Davies es
admitir la queja, la reclamación, el enfado. No todo el mundo va a estar
satisfecho con nuestra opinión, nuestro criterio, nuestro diagnóstico. Inevitablemente
toparemos con gente vindicativa, agresiva, irrazonable. Porque no todo el mundo
tiene por qué querernos.
Y por último no debemos olvidar
lo que la verdad esconde, lo que hay detrás de cada paciente, de cada persona,
y también detrás de cada uno de nosotros como profesionales. Reconocer que
existe y hacerlo visible nos ayudará a entender porque en ocasiones ellos y
nosotros hacemos determinadas cosas, por qué el cansancio y la fatiga asoman al final de cada día.
Hubiera sido una lástima que Davies
no hubiera hecho público su modesto legado, esas cinco enseñanzas que no hablan
de síndromes, hallazgos y genómica sino de la simple experiencia de la vida
humana.
Un colega suyo, mucho más joven, Jonathon Tomlinson, autor de uno de los
blogs más sensibles sobre el ejercicio de la medicina, expresaba su particular
forma de entender no lo que fue, sino lo que es y sigue siendo: el trabajo del
médico general en solo 150 palabras.
Algo definitivamente hermoso y difícil:
“Determinantes de la salud, multimorbilidad, atención de la cuna a la
tumba,, y Silvia que a sus 90 años y habiendo perdido la última década cuidando
de su marido con demencia quiere que le ayude a reunirse con él en el cielo.
Salud infantil, salud mental, salud sexual y trans, y Mehmet quien solo
tiene 21 años y no se pone insulina para su diabetes tipo 1, y es ciego, y
morirá de insuficiencia renal.
Atención a domicilio y consejo a dos gemelos Sam y Fred, que tienen
dificultades de aprendizaje, están en la indigencia e intentan sobrevivir.
Objetivos siempre cambiantes, presión financiera, hostilidad de la
prensa y un maravilloso equipo y la oportunidad de cambiar.
Conocer a los pacientes a lo largo de los años y ver cómo crece el amor
y el respeto por aquellos con los que más hemos peleado.El profundo bienestar
del conocimiento local y la parsimoniosa custodia de los recursos públicos.
Y una creciente convicción de que “doctor” es una descripción
inadecuada para un médico general”
Muy buenas conclusiones, que nos pueden servir de enseñanzas para adoptar convenientes actitudes: escepticismo, realismo, autocontrol, comprensión y empatía.
ResponderEliminarGracias por tan interesante revelación.
Gracias por ofrecernos estas sabias conclusiones del veterano Mark Davies, que coindido y comparto plenamente, Tal vez las del joven Jonathon Tomlinson resultan mas confusas , puede que por los terminos equivocos de la traduccion, especialmente si se entiende por facilitar morir a alguien solo porque lo quiera, asi como por el termino "perder el tiempo" cuidando a su marido con demencia.
ResponderEliminarGracias tambien por la sintesis complementaria de Jose Manuel.
Muchas gracias a los dos por vuestros comentarios.
EliminarUn saludo muy cordial