Más de
1400 personas asistieron la semana pasada en Lima al 5º Congreso de la Conferencia
Iberoamericana de Medicina Familiar (CIMF), procedentes de la mayor parte de la
Región Americana, aunque con un alto porcentaje de participación peruana lógicamente.
Como ya
ocurriera con el congreso de Montevideo en 2015 o Río de Janeiro en 2016 se
realizó sin patrocinio de la industria farmacéutica, sin sus stands ni sus comidas,
demostrando que organizar un congreso sin humos industriales no sólo está al
alcance de pequeñas organizaciones o grupos de trabajo. Hay otra manera de
hacer las cosas y su demostración hace cada vez menos justificable por qué la
mayor parte de las organizaciones profesionales españolas de atención primaria siguen
en esa carrera ridícula a ver quién tiene más larga la lista de inscritos, el
número de stand y el precio de sus inscripciones.
El
Congreso limeño también estaba libre de otro tipo de humos, menos llamativos
pero no más inocentes: el que generan las organizaciones gubernamentales cuando
deciden financiar este tipo de eventos.
De la
misma forma que la gran industria financia matrículas, alquileres de hoteles o
salas de conferencias y comidas buscando mejorar sus ventas y beneficios
empresariales, cuando una administración u organización, pública o privada,
decide contribuir económicamente a un evento no lo hace por amor al arte. Busca
como es lógico beneficiar sus intereses, alcanzar su objetivos estratégicos,
para lo cual nada mejor que conseguir el compromiso de las sociedades
científicas que podrían cuestionarle el fundamento o la oportunidad de muchos
de ellos. En la década pasada y parte de ésta no fue excepcional este proceso
de financiación de matrículas para congresos por parte de la misma
administración que penalizaba de forma significativa en sus acuerdos de gestión
la prescripción de fármacos que se apartaban de sus directrices. Incluso
llegaban a hablar públicamente de la existencia de conflictos de interés en la
práctica profesional de muchos médicos (lo cual era cierto) cuando a la vez
estaban implicados en otro tipo diferente de conflicto de interés: como señalaba
Jonathan Richards en el British Journal of General Practice, “tengo unconflicto de interés, la cuantía de mi salario depende de mi desempeño”. Este “elefante”
que ocupa la mayor parte de la habitación de la gestión clínica es invisible
para los responsables de Farmacia o Asistencia sanitaria de las organizaciones,
la boca de cuyo embudo es estrecho para la industria pero ancho para ellos
mismos.
Quizá
sea ese acuerdo tácito (matrículas a cambio de silencio) lo que explica parte
de la contemporización, la desidia y la sumisión de la mayor parte de las sociedades
científicas ante la demolición sistemática de la Atención Primaria en los
servicios regionales de salud de las comunidades autónomas españolas.
En
América no es muy diferente, por lo que se observa, la valoración de la
Atención Primaria por parte de los responsables políticos. Solo así se explica
la demostración de indiferencia y desprecio del Ministerio de Salud del Perú
hacia la Atención primaria de ese país, que no consideró relevante enviar a ningún representante a un evento que reunía en la
capital de su país a más de 1400 profesionales de un gran número de
países. Algo inimaginable si el congreso hubiera sido de cirujanos maxilofaciales.
Esta es la importancia, por desgracia, que tiene la Atención primaria en las políticas
sanitarias actuales. Una situación que no debe pasar desapercibida, que debe
ponerse de manifiesto, denunciarse y combatirse.
La
organización del Congreso de CIMF por parte de la Sociedad Peruana de Medicina
Familiar sirve de referencia sobre cuál debe ser el camino a seguir: un camino
que debe hacerse solos, porque tan lejos de los principios de la medicina
familiar y de la atención primaria están los intereses de la industria como las
prioridades de los políticos sanitarios, cuyo supuesto interés por la población
a la que dicen representar es a menudo un papel mojado.
Estimado Sergio, se puede decir más alto pero nunca más claro. El desprecio del Ministerio de Salud hacia la atención primaria es evidente para propios y extraños. Una pena que sea así. Pero tengo la plena confianza que pronto cambiará...
ResponderEliminarPor ver algo positivo en el tema: los gatitos del Facebook peruano no están en peligro de extinción
ResponderEliminarParece claro. Cuando el menospreciar la atención primaria se convierte en un mal endémico es porque hay intereses económicos en altos niveles de especulación
ResponderEliminarMuchas gracias a los tres y disculpad el retraso. Conviene en cualquier caso no callar ante el silencio y el desprecio.
ResponderEliminarMe llamó la atención en el acto inaugural,ausencia de Ministra o de un representante de alto nivel ,lo denuncie en twitter ,muchos médicos peruanos me pidieron lo hiciera varias veces....existe temor en todas partes por realizar control social de autoridades incompetentes
ResponderEliminarGracias doctor, es verdad no debemos callar, un abrazo :)
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