sábado, 23 de diciembre de 2017

La guerra latente. Caso número 3: The Jungle



"Solo abandonas tu hogar
Cuando tu hogar no te permite quedarte.
Nadie deja su hogar
A menos que su hogar le persiga


Cuando se llega al patio de butacas del teatro Young Vic en Londres lo que se encuentra no es una hilera de asientos pulcramente ordenados, sino un merendero que preside la bandera afgana: mesas corridas apelotonadas, bancos comunes, botes de kétchup y mayonesa desperdigados aquí y allá;en una cocina real alguien prepara algún tipo de estofado. Poco a poco se van rellenando los asientos por una muchedumbre de todas las edades, preguntándose uno dónde actuarán entonces los actores.
Al apagarse las luces y comenzar la representación, parte de ese público se convierte en artista, permanentemente entremezclados con el público que les observa. Es The Jungle, una impresionante representación teatral que consigue transmitir la sensación de que uno se encuentra realmente en el restaurante de Salar, un refugiado afgano que vivía en la otra The Jungle,la real,  el campamento improvisado en Calais junto al túnel de la Mancha, donde miles de personas desesperadas aguardaban una oportunidad para subirse a algún camión en los días de atasco que pudiera permitirles entrar en el “paraíso” británico al otro lado del túnel.
Lo que antes de comenzar la función era simplemente “gente”se va convirtiendo poco a poco en una conjunto de personas únicas: el adolescente afgano, el chico sudanés que consiguió atravesar el desierto, Libia y Europa para alcanzar The Jungle, el profesor sirio que huyó de Aleppo para escapar del infierno, los cooperantes inexpertos e impotentes, la niña que pasea completamente sola…
Tanto los guionistas como los directores de The Jungle consiguen convertir al espectador por unas horas en un refugiado más: en definitiva, personas al límite buscando una salida para ellos, sus familias, sus amigos.
Hasta que lo arrasaron las excavadoras hace algo más de un año, el campamento de The Jungle era otra muestra más de la ignominia que lleva ejerciendo la civilizada Europa desde que comenzó la crisis económica. La Europa del recorte, la segregación y la opresión. No es cierto que la amenaza para los cacareados “valores europeos” que enuncian solemnemente los políticos europeos la representen solamente los partidos de extrema derecha, los que poco a poco van ocupando gobiernos en Hungría, Polonia, o Austria, puesto que similares principios comparten los que permitieron que existiera un campamento como The Jungle, los que miserablemente administran con racanería obscena el número de refugiados que su país acoge ( con el presidente español a la cabeza de la indignidad), los que encarcelan a refugiados en cárceles con el argumento de que reúnen una condiciones estupendas…
En el año 2012 el gobierno español echó su cuarto a espadas para figurar en lugar preferente en la historia universal de la infamia. Con el RDL 16/2012 excluyeron del derecho a la asistencia sanitaria a cerca de un millón de personas según su propio informe humillante y servil a la Comisión Europea: una forma de justificar el ahorro; una manera de identificar con claridad quienes NO son los nuestros, apoyados en todo tipo de falacias no demostradas: desde que los migrantes consumían más recursos hasta que con ello se recortarían sustancialmente los gastos. Nunca se demostró nada.
Hace poco más de 2 años el Presidente de la Comunidad valenciana en una de sus primeras decisiones tras asumir el cargo reestablecía el derecho a la asistencia sanitaria para cualquier persona en dicha comunidad.
La osadía no podía quedar impune: el gobierno puso en marcha ese poderoso aparato que quiere hacer creer que es “independiente” de él. Esta semana se restableció de nuevo la infamia, que había quedado peligrosamente en suspenso: esos miles de niños que recorren España solos, los subsaharianos que atraviesan el Sahel y Libia antes de acabar en una balsa de juguete para cruzar el estrecho pueden estar tranquilos: cuando lleguen, cuando necesiten ayuda, el gobierno español lleno de gente de orden y sentido común le cerrará la puerta en las narices. En su "entrañable" lenguaje jurídico el Tribunal Constitucional considera que la norma del gobierno valenciano que daba algo de cobijo a los que no tienen nada, "amplía la cobertura sanitaria en el ámbito subjetivo de las prestaciones no contemplado por la normativa estatal". Atender la tuberculosis o la deshidratación es una "prestación no contemplada" que atiende un problema “subjetivo”. La vida y el sufrimiento no importan nada; lo que cuenta para el tribunal es el hecho gravísimo de que se hayan vulnerado competencias del gobierno central. La humanidad de nuestra justicia.
La xenofobia, el racismo, lo más miserable de la naturaleza humana no está en los partidos fascistas europeos. Está aquí: en nuestra leyes, nuestro gobiernos, nuestros jueces y, no hay que olvidarlo, todos y cada uno de nosotros. Los que cuando vemos la Jungla en que se han convertido nuestros países, pasamos de largo para ver quien ganó el último clásico, las últimas elecciones. El último circo.

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