“Las cifras de la actividad sanitaria y las portadas se cuentan en ingresos hospitalarios y en UVI. Pero los miles y miles de seguimientos que hacen los profesionales de Atención Primaria a los pacientes en aislamiento domiciliario están sosteniendo el sistema. AP es imprescindible”
Las estadísticas son también personas; parece obvio pero hoy más que nunca es necesario recordarlo. Lo escribía en el blog del BMJ hace unos días William Cayley, a propósito de la obsesión ( lógica por otra parte) de aplanar la curva, de llegar al pico máximo de casos; cada una de esas cifras, de esos datos que se esperan cada mediodía son personas, con su propia historia, sus temores, angustias e incertidumbres. Los hijos, hermanas, parejas, amigos de alguien.
Las médicas, enfemeras,administrativas de los centros de Atención Primaria (AP) saben de esas historias únicas, conocen sobradamente las pequeñas miserias y grandezas de cada uno de ellos, sus preocupaciones crónicas, sus consultas ridículas, sus dramas cotidianos. Y ellos, conscientes de que corren tiempo difíciles, que el horno sanitario no está para muchos bollos, limitan sus consultas a lo imprescindible, casi pidiendo perdón por molestar si su consulta no es por el coronavirus.
Esa capacidad de escuchar y atender, de aguantar y pelear, recibe el pomposo nombre técnico de longitudinalidad, una forma extraña de llamar al simple hecho de estar ahí; de estar siempre ahí. La evidencia sobre su efecto en la calidad del servicio, la satisfacción de las personas, la reducción de la mortalidad es apabullante. Ya quisiera cualquier fármaco, cualquier reforma organizativa tener la mitad de efecto. Y aún así, ni Angels Barceló ni Jordi Évole ni Julia Otero dedicarán nunca uno de sus rutilantes programas a hablar de ello. No vende, no es vistoso hablar de alguien que lo único que ha hecho es atender durante 40 años a las mismas personas: cuando eran niños, cuando fueron jóvenes, cuando son ancianos o están incluso muertos. Algo tan simple, pero tan difícil.Gente como Rafa Olalde, Miguel Melguizo, Lorenzo Arribas. Gigantes desconocidos para la opinión pública, pero a los que nunca olvidarán sus pacientes, en los que confían antes que en cualquier especialista de relumbrón, por mucho que venga de Harvard.
Madrid está cerrando sus centros de Atención Primaria; seguirían detrás otros servicios regionales de salud con la excusa de atender a los pacientes de manera “eficiente”, en grandes naves industriales; lo que aparentemente sirve para la población general ( quedarse en casa) no sirve cuando esa población se infecta , aunque confinarlos a todos juntos suponga un riesgo añadido, tanto para ellos como para los sanitarios que les atienden.
La efectividad de un modelo de Arca de Noé en países diferentes de aquel donde se implantó (China) como España está por demostrar. Lo que ya está demostrado es la efectividad y eficiencia de ésta para dar respuesta a TODAS las necesidades de la población.
Sólo un absoluto ignorante en materia de organización de servicios de salud puede pensar que el trabajo de un centro de AP es equivalente al del servicio de dermatología durante una pandemia, y que puede cerrarse como se cierra la tienda de todo a 100 de la esquina. Es precisamente ahora cuando más necesaria es su existencia. Países que están siendo también golpeados por la pandemia refuerzan y potencian su Atenciön primaria, no la eliminan. En Reino Unido está más activa que nunca, reorientando su modelo de atención a atender a sus pacientes mediante consultas en video. Trisha Greenhalgh lleva semanas informando en Twitter de cómo hacerlo y publicó anteayer un excelente artículo en BMJ sobre cómo hacerlo (que sería bueno difundir y traducir aquí). En España también muchos centros están realizando la mayor parte de sus consultas a través del teléfono, e incluso por video, con la impagable colaboración de los ciudadanos que entienden que de esa forma se protegen y protegen a sus profesionales y a sus convecinos.
Para más escarnio en la comunidad de Madrid el proceso de desmantelamiento se está produciendo sin planificación previa. Simplemente los centros ver reducido el número de profesionales, unos porque caen infectados, otros porque se trasladan a IFEMA, hasta que , como en la novela de Diez negritos de Agatha Christie, no quede nadie en los centros de Atención Primaria.
Cuando así ocurra, televisión, radio y prensa podrá informar del gran índice de ocupación del hangar de IFEMA, y reyes y autoridades podrán volver a hacerse fotos. Pero los ciudadanos no tendrán a donde acudir buscando el consejo de alguien que les lleva atendiendo toda su vida, para consultar ese dolor en el pecho que puede ser nada o les puede matar, para volver a curar esa úlcera tórpida en la pierna…cosas sin importancia porque no salen en el telediario.
Los genios que cierran centros de AP tampoco han debido pensar qué hacer cuando los infectados vuelvan a sus domicilios, cuando sea preciso levantar progresivamente la cuarentena, cuando los pacientes necesiten tanta o más información y cuidado que ahora. Porque, como señala este trabajo de Grawosky y Maddox en JAMA , el seguimiento tras la infección es tan importante como durante ella.
Hay que exigir que sigan abiertos los centros de Atención primaria. Sus profesionales merecen mucho más que aplausos de atardecer. Ni un profesional sanitario sin protección. Ni un centro de Atención primaria sin sus profesionales.
👍Clarísima reflexión. La lectura me sugería el símil con el comercio. En una pandemia como esta podrían cerrarse los grandes centros comerciales como Parque Sur en Leganés, pero no los supermercados de barrio (antes las tiendas de ultramarinos o los colmados) que tienen todo lo imprescindible para el día a día, llegando y siendo accesibles a todos. Lo compruebo ahora, cuando voy andando a comprar cada 3 o 4 días. Ahora también pienso que los Centros de Atención Primaria son los supermercados de barrio de nuestra salud.
ResponderEliminarHola, se puede decir más alto pero no más claro.Gracias por compartir unas reflexiones que much-s sentimos. Siento que de nuevo la Atención Primaria está respondiendo más que nunca y una vez más ante las necesidades apremiantes de nuestra población y como casi siempre trabajando en silencio. En algún momento pensando por qué no protestar y reivindicar que mejore nuestra realidad profesional pero resulta que la prioridad es atendecer lo mejor posible al paciente y su familia que nos necesita.Apenas tengo respuestas y menos soluciones concretas pero ¿Para cuando retomar nuestra militancia en defensa de nuestra Atención Primaria?. Saludos cordiales
ResponderEliminarUna entrada excelente y muy necesaria, no debemos perder nunca la visión como médicos de cabecera. Que dificil va a resultar llevar los duelos que va a dejar esta pandemia, necesidades sociales, económicas ... Que van a costar de rehacer. Peró los Médic@s de Familia ahí estaremos, como siempre, arrimando el hombro junto a kuestros pacientes.
ResponderEliminarGracias por esta reflexión.