viernes, 28 de agosto de 2020

La nueva normalidad (XI): ¿Está el Coronavirus?... ¡Que se ponga¡


“Es el enemigo?¿Ustedes van avanzar mañana?... ¿ A qué hora?....No podría avanzar por la tarde? ...Despues del fútbol... ¿Van a venir muchos?...Bueno nosotros las disparamos y ustedes se las reparten. Ayer estuvo aquí el espía de ustedes, que se llevó los mapas del polvorín, que los traiga que solo tenemos esos”.

Miguel Gila.

Agotadas los argumentos de la primera temporada (“España, el mejor sistema sanitario del mundo”), la prestigiosa productora SI-PRO (Sánchez & Iglesias, Progresistas?a todo ritmo) anuncia la segunda (“ La Ofensiva Total”) para el próximo otoño: pierden protagonismo algunos de los artistas de la primera (la señora Montero) pero mantienen su pujanza caracteres clave como Simón (cuya oscurecimiento a lo Darth Vader merece comentario aparte).

Como anticipo de las excitantes aventuras que nos esperan, el Comandante en Jefe recién incorporado de sus vacaciones y provisto de un buen número de datos, mueve ficha y descoloca a las comunidades autónomas al poner a su disposición el cuerpo de rastreadores del Ejército español, del que no se tenía noticia hasta la fecha. La maniobra es tácticamente impecable: el ciudadano español lleva metido en su RNA mensajero la sumisión a la autoridad y el respeto por el uniforme (ya sea azul,caqui o verde), sobre todo si se adorna con músculos moldeados en gimnasio y tatuajes vistosos. A la propuesta de rastreadores se han apuntado con celeridad diversas comunidades autónomas, que paradójicamente parecían tener perfectamente controlado el proceso de identificación y aislamiento. El Comandante en Jefe siguiendo su costumbre, obvió las menudencias y detalles menores que quedan para el entretenimiento de “los desafectos”. Así desconocemos completamente quienes son esos rastreadores de élite, que perfil profesional tienen ( si tienen alguna cercanía con el mundo sanitario o trabajan en el mantenimiento de angares y tanquetas), que tipo de formación han recibido y durante cuánto tiempo, si tienen capacidades en interpretar los resultados de la PCR ( sean positivos o negativos) o la serología al SARS CoV-2, si están al tanto de los tipos de mascarilla, su fiabilidad y sus efectos adversos, si disponen de información de los beneficios sociales en el caso de estar obligado a mantenerse confinado, si están dotados de habilidad de comunicación que les permitan con sutileza y tacto averiguar la red de contactos visibles y ocultos, legales e ilegales de sus entrevistados, si están al tanto de las herramientas tecnológicas e informáticas para el seguimiento de la infección o si comprenden las dimensiones éticas de su trabajo. Porque como ciudadanos algunos esperamos que sus competencias vayan más allá de la captura, detención y privación de libertad de sus “objetivos”. Queda una menudencia con la que no tiene sentido molestar al Comandante en Jefe: cómo se va a coordinar la información de los pacientes, si los militares van a tener acceso a su historia clínica, y como se va a a mantener en todo momento la confidencialidad de la información, evitando su uso para otros fines.

Publiqué en este blog un comentario sobre cómo recomendaban hacer el proceso clave de identificación de casos y seguimiento de contactos el 14 de mayo en el inicio del desecalamiento. Simplemente resumía lo que venían recomendando agencias internacionales (el ECDC) y los países que más precozmente habían ordenado el proceso. La militarización del proceso, inaudita en Europa, demuestra la incompetencia de las autoridades políticas de este país. No se ha hecho apenas nada, no se ha contratado apenas a nadie, no se ha formado y capacitado a los que debían realizar el proceso, se ha ocultado la información y aún nos extrañamos de las cifras de casos que tenemos, la más alta de Europa con diferencia.

Otro de los mandos del Comandante en Jefe, la señora ministra de Educación, implanta la mascarilla obligatoria en los colegios a partir de los 6 años en el aula, con el aplauso generalizado de todos los gobiernos autonómicos (excepto Euskadi que se abstiene por imperativo legal).Una vez más, se establece la medida más dura de toda Europa, que a diferencia de España limita en su mayor parte la mascarilla en el ámbito educativo a los espacios comunes y a partir de los 12 años. Cuando una criatura de 6 o 7 años se queje de que le pica la cara, cuando se la quite porque tiene la carita empapada de sudor, ¿pondrá el maestro la incidencia en conocimiento del ejército para la inmediata anulación del infractor? ¿Será detenido el profesor por su incompetencia en el control de los reos? Existen muchas dudas respecto al deterioro del proceso de aprendizaje con una mascarilla de por medio, pero ya se sabe que el aprendizaje se sacrifica siempre en las guerras.

Los ejércitos modernos ampliaron sus funciones del simple ejercicio de la defensa y el ataque hasta la derrota total del enemigo a otras más “humanitarias” de apoyo y salvaguarda de la población en situación de catástrofe: terremotos brutales, derrumbamientos descomunales, inundaciones masivas… El creciente papel del ejército en la gestión de la pandemia en España viene a dar a entender que la situación actual en España es de catástrofe, demostrando que el lema de la primera temporada (El mejor sistema sanitario del mundo) era simple y llanamente cartón piedra. Si al final hay que recurrir al ejército para abordar un problema sanitario cabe preguntarse por qué no se destinan al sistema sanitario los recursos invertidos en el ejército. El rastreo por el ejército de la COVID-19 no es una buena noticia: es la demostración de una incompetencia absoluta del estado para enfrentarse a la pandemia cuando más falta hace

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