“El requisito fundamental de toda buena medida de salud pública es una estimación cuidadosa de sus ventajas y desventajas, tanto para los individuos como para la comunidad, de forma que sólo deberían ser implantadas cuando hay un desequilibrio evidente hacia las ventajas".
Gordon Smith
Paseando por mi ciudad, Albolote, en la provincia hoy en día más castigada por la pandemia de España, mientras circulo con miedo por no disponer del salvoconducto adecuado para ir a hacer una fotocopia, temeroso de la patrulla de policía local, nacional o civil que pueda detenerme, molestarme y multarme, me entero de que el dueño de uno de mis bares preferidos se ha suicidado: era un tipo malencarado, ducho en el arte de practicar ese estilo de vida llamado “malafollá”, pero que me hacía disfrutar con las tapas que ofrecía, siempre las mismas pero siempre deliciosas. No pudo aguantar más confinamientos, cuarentenas, reglamentaciones y deudas, y decidió quitarse de en medio. Y mientras tanto escucho a los políticos, epidemiólogos y expertos habituales en la radio, quienes tras el escaso éxito de sus toques de queda, confinamientos perimetrales y autonómicos, se disponen a enmascarar una vez más su incompetencia amenazando con el confinamiento domiciliario y total, la vuelta a los balcones, la persecución de los díscolos. Y me ha hecho pensar en el falso y espúreo dilema entre salud y economía, en la tergiversación del asunto que supone primar la reducción de cifras por encima de todo, ignorando que todo está entrelazado: vida y salud, salud y subsistencia, solvencia y contacto. Y recordé la reflexión sabia de George David Smith ,(el profesor de epidemiología de la Universidad de Bristol de uno de cuyos clarividentes trabajos hablábamos hace unos días) que a continuación traduzco:
"El dilema “vidas versus economía” es inútil; no es principalmente la economía y los empleos los que se ven mermados por los confinamientos totales o parciales, sino que lo que sufre es la riqueza casi inimaginable de la vida en todos sus dominios. Somos seres sociales, y los confinamientos nos despojan de una gran parte de esa sociabilidad.
Por lo tanto, no debemos pensar en vidas frente a la economía, deberíamos enmarcar esto como vidas frente a vidas, como escribió Ramesh Thakur con respecto al covid en India.
Piense en los abuelos que no vieron a sus nietos en persona durante meses, la cantidad de nuevas relaciones que no comenzaron, el número de amistades que se han distanciado inevitablemente, y multiplique para cada uno de estos casos el ingente número de personas afectadas.
Piense en el futuro inmediato y a largo plazo de los niños cuya educación ha sido arrojada, irreversiblemente para muchos, al caos. Piensa en cómo se ha reducido o desaparecido todo aquello que disfrutas, las bromas sobre el partido de anoche o lo increíble que se ha vuelto ese argumento.
Piense en los cafés, salas de concierto, pequeñas empresas de todo tipo, pubs, librerías y tiendas de discos, restaurantes, tiendas de deportes, cualquier aspecto que valore, y que ve permanentemente cerrados mientras camina por su ciudad.
Piense en las personas que mueren solas (y de forma obligatoria), y como pasan ahora las horas los seres queridos que fueron excluidos de ese proceso de despedida
Piensa en tu peor experiencia de soledad e imagina que se extiende hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, hasta que simplemente se convierte en el proceso de cómo pasar el tiempo.
Pero, sobre todo, piense en qué es lo que más valora y disfruta, y que se ha visto limitado por el confinamiento total o parcial, y compártelo, para que podamos tener un amplio compendio de lo que necesitamos poner en el lado del débito en el cálculo de "vidas contra vidas".
Las consecuencias adversas recaen especialmente en aquellos con menos recursos. Por el contrario, los que disponen de casas con muchas habitaciones y espacio por residente, con jardines u otro espacio al aire libre, con recursos económicos que puedan amortiguar la adversidad, en condiciones en las que es posible escolarizar a sus hijos en sus hogares, quienes pueden trabajar - y trabajar cómodamente - desde casa, quienes no dependen del transporte público y quienes no están limitados por arduas responsabilidades de cuidado, generalmente encontrarán considerablemente más fácil adaptarse al confinamiento total o parcial.
El hedonismo no es una ciencia exacta: los aspectos de la vida que más importan son completamente individuales, y por lo tanto sopesar si la reducción del riesgo es preferible a las limitaciones de la vida diferirá entre individuos y grupos. Los más influyentes en política provienen en gran medida de aquellos con antecedentes privilegiados, que han resistido condiciones de encierro en circunstancias más favorables, lo que se verá reflejado en lo que decidan decirnos sobre cómo deberíamos todos - de hecho tenemos que – comportarnos.
Oímos hablar de "salvar vidas o salvar la economía", pero al final no "salvas vidas"; todos morimos, en el mejor de los casos retrasas las muertes. Dado que la mayoría de las personas no llegan a los 90 en Reino Unido, es sorprendente que n el mayor número de muertes por covid 19 en mujeres en el Reino Unido ocurra en aquellas con más de 90 años.
Necesitamos evaluar la gama completa de consecuencias adversas de la infección por SARS-CoV-2; de hecho, deberíamos contar los efectos prolongados y las secuelas de COVID 19 y todos los resultados adversos, no solo los años de vidas perdidas debido a las muertes por covid. Y debemos también contar la carga creciente de daños a la salud no relacionados con el covid, como consecuencia de las restricciones impuestas, y también debemos considerar la gama completa y el volumen masivo de las pérdidas en la vida de los vivos. Porque para muchos, el objetivo de la vida es más que simplemente años vividos y riesgos evitados.
Como nos recuerda Bernard-Henri Lévy “una vida no es una vida si es meramente vida”. No escuchemos más sobre la interminable palabrería de "vidas contra la economía"; esto es mucho más serio que eso: lo que enfrentamos es la ponderación de vidas contra vidas.
Finalmente, no deberíamos estar en la situación en la que
nos encontramos: las intervenciones de salud pública nunca deberían
implementarse sin antes considerar la gama completa de sus posibles
consecuencias".
Amigo, la referencia, previa, a George David Smith ¿en qué entrada está? Muchas gracias, un cordial saludo y gracias por compartir su trabajo...
ResponderEliminarParece claro que las medidas tomadas hasta ahora, por drásticas que sean, no solucionan los terribles efectos del SARS-CoV-2; una vez que la premisa se acepta como cierta, ¿debería el conjunto de la población seguir actuando como si la pandemia no existiera? Es que no logro entender bien cuál es la alternativa que se propone a la triste y grave situación actual. Gracias anticipadas por la respuesta.
ResponderEliminarTodo perfecto. Pero ¿qué opciones tangibles, practicables y con garantía de efectividad nos podría aconsejar, comentar u ofrecer?. Sin dejar de lado el sufrimiento que todos sabemos que conllevan y dada la escasa implicación y adaptación a las indicaciones básicas para la transmisión, ¿Qué crees se podría hacer?.
ResponderEliminarDecía María Zambrano,,prefiero una libertad peligrosa a una mansedumbre tranquila.
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