La comunidad autónoma madrileña, siempre a la vanguardia de las últimas innovaciones en salud, adopta el modelo liberiano de atención ante la imposibilidad de poder dar cuidados médicos ambulatorios urgentes a su población. De tal forma que para resolver el problema generado con la reorganización sanitaria de los puntos de urgencia extrahospitalarios (de nombres tan cambiantes como el IBEX 35) ha optado por prestar atención sanitaria “en diferido”. Ante la posibilidad de que en una puerta de urgencia no sólo no haya médico, ni quizá personal de enfermería, se utiliza la última tecnología en pantallas de plasma para que la atención urgente ante un problema de salud (que puede ser leve o sumamente grave, no está definido de antemano, como todo el mundo sabe) sea valorado a distancia por una médica o médico por control remoto.
Lo sorprendente de la innovación es que ésta se realice en la comunidad autónoma con mayor renta per cápita de la cuarta economía de la Comunidad Europea. Una comunidad fundamentalmente urbana, donde se concentran buena parte de la tecnología más avanzada del país. Y cuyo problema no es que no tengan médicos, sino que reciben tan buen trato que rechazan las ofertas de trabajo.
Para los que no están al tanto de las causas de la supuesta falta de médicos existente en España nada mejor que leer los post de Juan Simó en su blog y de forma especial su referencia el término petróleo barato para definir el trato recibido por una buena parte de los médicos de familia españoles.
El modelo madrileño de gestión de personal sanitario, profundamente influido por el sector empresarial más innovador, considera a las personas de la misma forma que un reponedor de Carrefour a los botes de leche: intercambiables y trasladables entre estantes y pasillos. El que ayer trabajó en Cercedilla hoy puede estar en Villaverde, y el que ayer estaba en Coslada hoy debería trasladarse a San Martín de Valdeiglesias. El pequeño problema es que el modelo es antagónico con los requisitos imprescindibles que debe tener la Atención Primaria, cuya principal baza, su más importante tecnología, es la continuidad en la atención, que no es (como cree la presidenta de dicha comunidad) el ir de un centro para otro buscando médico, sino que te atienda regularmente la misma persona. No es mala fe de ese entusiasta equipo de gobierno, siempre tan moderno. Es simple desconocimiento de lo que se traen entre manos.
Es entendible el estupor de los responsables y sus corifeos mediáticos, que no sólo comprueban que las más modernas técnicas de la reposición no funcionan, sino que genera un movimiento de protesta y huelga que sube como la espuma, y que inevitablemente debe estar inspirado por fuerzas oscuras (ya se sabe que los cartones de leche y asimilados no piensan). Y cuyo culpable principal parecen ser los médicos, vagos y simuladores.
Continuar alentando interpretaciones conspirativas no solucionará el problema. Pero eso tampoco parece ser de importancia. Mientras tanto esperamos con atención la próxima innovación organizativa de la Comunidad madrileña.
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