miércoles, 20 de septiembre de 2023

Atención primaria en España: Una botella medio llena.. de agujeros


La primera de las actividades organizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF junto al gobierno de Kazakhstán para conmemorar el 45 aniversario de la Declaración de Alma Ata (quizá el acontecimiento más celebrado en la historia de la humanidad) ha sido la celebración de un “panel” de expertos convocados a responder a la pregunta de si Astana y su declaración (elaborada hace ahora 5 años) había sido un catalizador para el fortalecimiento de la Atención Primaria de Salud (APS) en el mundo.  En la correspondiente pregunta a la audiencia ( en modo alguno representativa con menos de 200 asistentes al foro) sólo un 12% se mostraron pesimistas o críticos ante la cuestión, más de un cuarto claramente optimistas ( la mayor parte de los panelistas lógicamente) y el resto …”según y cómo”.

Entre ellos dos países fueron invitados por ser ejemplos de referencia de lo que debe ser la Atención Primaria: Tailandia, y España, confirmando la hipótesis tan empleada por todo tipo ( y tipa) de responsables políticos de que nuestra Atención Primaria es una de las mejores ( por no decir la mejor) del mundo.

No es una posición fácil la que tuvo que defender la representante del gobierno de España, Pilar Aparicio ante la pregunta del siempre astuto e inteligente Josep Figueras, Director del European Observatory on Health Systems and Policies  sobre cual era su posición ante las críticas injustas ( unfair criticism) que recibe la atención primaria en España por parte de los medios de comunicación. A lo que la Dra Aparicio respondió argumentando que el reto estaba en aunar las expectativas de usuarios cada vez más exigentes con la de los profesionales.

¿Es la Atención Primaria española una de las mejores del mundo? ¿Está la botella medio llena o medio vacía? Como  siempre depende de con quien te compares. Habida cuenta de que en buena parte de los países del mundo no hay especialistas en medicina o enfermería familiar y comunitaria e incluso ni tan siquiera médicos ( con el beneplácito de gran parte de los organismos internacionales ) sin duda estamos bien. Si en muchos países del mundo la Atención Primaria se considera que debe dedicarse a atender a los sanos, ignorando a los enfermos (que atestan las urgencias de los hospitales de medio mundo) sin duda estamos muy bien, puesto que la alta cualificación de los profesionales españoles permite que buena parte de los problemas de salud se resuelvan en Atención Primaria, donde afortunadamente siguen considerando que su primera prioridad es atender los problemas de las personas que acuden a ellos y no el de resolver todos los problemas de la sociedad. Si analizamos los diecisiete diferentes sistemas de prescripción electrónica, la gratuidad real en el momento de la atención y que una misma persona puede presentar cuatro problemas distintos a su médica o enfermera sin tener que pedir cita para cada uno de ellos sin duda nuestro estado es excelente. Es más, gozamos del privilegio de que para pedir cita (aunque tarde dos semanas) no tenemos que salir de casa, sino simplemente darle a un clic, evitando tener que levantarnos a las 4 de la madrugada para hacer la cola necesaria para obtener una cita a las 8, que se terminará como las entradas del Boss, es decir cinco minutos después.

Sí, la Atención Primaria española es significativamente mejor que la de buena parte de los países del mundo. Pero no es motivo suficiente para pasear presumiendo de nuestras excelencias cuando los responsables políticos de todo signo y color siguen ignorando los graves problemas de esa Atención Primaria y menospreciando a sus profesionales de una forma tan abyecta.

El único de los panelistas de la sesión citada que se incluyó en el bando de los críticos ( Astana ha servido de muy poco como casi todas las declaraciones previas) fue Martin McKee, el profesor de la London School of Hygiene and Tropical Medicine de Londres. Él sí considera que debemos preguntarnos a qué se debe el “desierto médico”, por qué los sistemas no son capaces de atraer y vincular a la Atención primaria a los mejores talentos, que tras conocer las condiciones en las que trabajan acaban buscando otras alternativas de trabajo, quizá con un horario semejante pero mucho más gratificante. Cuando una especialidad tan extraordinaria como la medicina de familia se queda con plazas vacantes en el sistema de formación de especialistas, cuando éstos prefieren la urgencia al centro de salud, o emigrar a quedarse en uno de los países que buena parte del mundo envidia por su calidad de vida, no es para ir por ahí presumiendo de sistema sanitario. Mientras la propia OMS insta a los gobiernos a dedicar al menos un 1% adicional de su PIB a la Atención Primaria, nuestro carismático y seductor presidente del gobierno español más progresista de la historia incrementa en centésimas su presupuesto de APS, ignora el “concepto” de lo que es y representa la Atención primaria y por supuesto jamás recibirá en audiencia a un profesional de Atención primaria o acudirá a consulta en su centro de salud. Como tampoco lo hacen ni lo harán los presidentes de Andalucía, Euskadi, Catalunya o por supuesto Madrid que simplemente desconoce en su inmensa ignorancia que es y para que sirve la Atención primaria más allá de su contribución a que acudan al hospital los pacientes bien lavados y bien peinados.

¿Botella medio llena? Sí, sin duda, pero llena de agujeros

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